Una de las grandes labores de los 'mass media', aunque todas son elogiosas y meritorias, es la de recordarnos cada cierto tiempo algún centenario, efeméride u obituario de algún evento o protagonista relevante. Es verdad que hay pocos interesados en hechos históricos como la Batalla de Lepanto, Trafalgar o Brunete, pero no ocurre lo mismo cuando lo que se recuerda es la muerte de Marilyn, Elvis o el magnífico Nino Bravo. Lo negro vende y si es de alguien famoso, más.
Uno de estos acontecimientos que siempre tienen a bien refrescarnos cada año a finales de agosto es la muerte de Diana Spencer, la Princesa Diana de Gales, conocida en argot cursi y tontorrón como 'Princesa de Corazones'. Existencia de sobra conocida por todos debido a la dimensión pública que le acompañó durante toda su vida, relatada al minuto por los 'tabloides' ingleses, of course, su muerte casi retransmitida en directo por los periodistas desde un túnel de Paris.
Realmente el tema de Diana poco nos importa, ya nos resultó irrelevante cuando existía como para ahora mostrarnos compungidos o conmovidos por cualquier noticia que pueda surgir. Si escribimos aquí de la ex nuera de Isabel II es por ser ella la protagonista del último libro del inconfundible Julián Ríos.
En 'Puente de Alma' el autor de 'Larva' elige un tema popular como la muerte de uno de los iconos del siglo XX para seguir experimentando con el lenguaje como fórmula de exploración de la realidad. Si en su anterior obra, 'Cortejo de sombras', localizaba la acción en una pequeña aldea gallega donde los diversos personajes sucumben a la vida monótona y ralentizada que les atañe, aquí rompe con ese pintoresquismo local para acercarse al París turístico de finales del siglo pasado con su complejidad social y emocional.
La muerte de la princesa da pie a Ríos para generar un entramado literario que gravita sobre ésta y sobre el lugar donde se produjo su fatal accidente automovilístico, el túnel del Puente de Alma, junto al Sena. Es allí, en la parte exterior, a plena luz del día, donde se ubica la llama de la Libertad, lugar elegido por los miles de admiradores para depositar sus ofrendar luctuosas a tan desafortunada princesita.
Es esa Plaza de Alma donde habita el narrador de la historia, Emil, quien va contando acontecimientos relativos a los excéntricos personajes que deambulan por el monumento, así como de sus propios amigos cuyas afinidades con las de la vida de Diana nos hacen navegar por un ir y venir de coincidencias.
De esta forma descubrimos a Camile, la pintora con tintes suicidas; Carrión, el fotógrafo; o Mons, el protagonista de 'Monstruario' que reaparece para entremezclarse con personajes históricos como Daguerre o Diesel en un París que parece no acabarse nunca, pero que se muestra oculto a la vista del lector como una falsa tramoya en la que se sitúa la trama.
El lado oculto de la muerte por accidente, los posibles motivos de un supuesto homicidio, la relación con Dodi, el rico heredero, y otros mil esbozos de las especulaciones y comidillas populares del continuo debate callejero también quedan representadas en boca de actores secundarios. A través de éstos se va dando forma a la novela al tiempo, que configuran un laberinto de hilos argumentales que coinciden según el momento y la situación. En definitiva, un mecanismo difícil de construir y bien estructurado que, sin embargo, en ocasiones puede presentar dificultades a los lectores menos experimentados.
Resulta de especial interés los continuos guiños culturales donde abundan los literarios, ya sean referencias a otros autores o a sus personajes de ficción. Desde Poirot, Sterne o Céline, pasando por Pynchon, Julián Ríos desmenuza sus influencias creativas con sutileza y tacto, mostrando su admiración y respeto a los que se pueden denominar sus maestros en el arte de escribir.
El punto culminante de la novela lo desarrolla el autor gallego en la parte final, donde coincidiendo con el aniversario de la defunción cientos de personas se dan cita en la llama. La sensación de lugar casi sacro, de espacio de veneración de una mártir civil de la sociedad de la comunicación produce un profundo estremecimiento para todos aquellos que no estamos al tanto de las consecuencias que puede provocar el fallecimiento de una figura pública.
Seguramente 'Puente de Alma' no es uno de los mejores libros escritos de Ríos, no obstante mantiene la calidad y el cuidado exquisito que le caracterizan. Su capacidad literaria está más que demostrada con una brillante y experimental trayectoria. Sin embargo, hemos de confesar que recomendaríamos fehacientemente esta novela si antes no hubiésemos leído otras del escritor, cuya aventura literaria sigue y seguirá apasionándonos tanto como en sus primeros libros.
*Alfonso Tordesillas, Gonzalo Queipo y Francisco Llorca forman el colectivo literario 'Tipos Infames'.
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