Mis amigos extranjeros me preguntan esto a menudo. Después de trabajar años en la industria de la telefonía móvil y después de ver la evolución del iPhone en todo el mundo, puedo decir sin demasiado temor a equivocarme que el iPhone ha sido un éxito en Japón. Un éxito, porque ha sido el único terminal extranjero que se deja ver en el metro y en las calles de Tokio más de una vez en un sólo día. Un éxito, porque se ha quedado el 1% del mercado japonés, un número que puede parecer poco, pero que hubiera hecho llorar de felicidad a Nokia, que nunca ha conseguido ser significativa en tierras niponas. Un éxito, porque otras operadoras japonesas intentan sacar sus 'iPhone killers', terminales parecidos (como el T-01A de Toshiba) que, aunque son muy válidos (sobre todo los modelos con Android), sólo siguen la estela del que empezó todo. Y sólo son interesantes hasta que tocas su pantalla y ves que la primera buena impresión se difumina.
Sí, en Japón hay terminales maravillosos: con TV, con pantallas que tienen mucha más resolución que la del iPhone, y que también son táctiles, con conexiones a Internet de alta velocidad y tarifas planas que permiten disfrutar del terminal sin miedo a que te peguen un sablazo a fin de mes (aquí, nada de bajar la velocidad al pasar de 200 Mb y cosas por el estilo). Pero sufren un problema bastante serio: están total y absolutamente controlados por las operadoras, que deciden e imponen absolutamente todo lo que lleva o no lleva el terminal.
Si el fabricante tiene una idea nueva y quiere implementarla en un terminal, debe contar primero con el permiso de la operadora de turno, que será la que en última instancia distribuya el terminal (aquí, casi nadie sabe qué es un terminal 'libre', los móviles son de Docomo, Softbank o Au, y punto. A nadie se le ocurre cambiar la tarjeta SIM y ver qué pasa). No sólo en temas de hardware se controla lo que puede y no puede hacer el terminal, también se controla, por ejemplo, los contenidos que podrá descargar. Todos en su portal, todos en una lista de páginas web accesibles desde un directorio convenientemente puesto a punta de tecla. Sí, todos conocemos sus nombres: emoción, Vodafone live! en España, etc, o el portal imode de Docomo, EZWeb, etc, en Japón. Modelos de negocio pensados por y para los operadores de telefonía móvil. Todo el dinero entra y sale por ellos. Y no hay más.
Los proveedores de contenidos y los fabricantes de móviles se encuentran con este panorama desolador, y terminan pasando por el aro. Como las lentejas, te las tomas, o las dejas. Refranero español que viene a decir しょうがない ('shouganai', no hay manera) en japonés. Todo esto ha sido así, no sólo en Japón, sino también en la mayoría de países en todo el mundo, hasta ahora. Hasta que llegó el iPhone, que —dejando aparte de sus innovaciones tecnológicas— ha revolucionado el mercado por varias razones. La principal, el modelo de negocio que ha sabido imponer su creador: no está controlado por el operador, sino por Apple (el fabricante). No está atado a un portal de contenidos del operador (se puede navegar por Internet libremente y descargarte un fondo de pantalla si te gusta, gratis, desde cualquier página web, por ejemplo) aunque sí muy relacionado con el portal de contenidos del fabricante.
Apple ha sorprendido a la industria de la telefonía móvil cambiando las reglas en su propio beneficio como no lo había hecho nunca nadie antes. El operador ya no tiene la última palabra. Es por esta razón que a Apple le costó tanto tiempo la negociación del lanzamiento del iPhone en cada país. No es fácil para los operadores dar a torcer el brazo a un recién llegado, y facilitar tarifas planas para que otra empresa se quede el jugoso y muy lucrativo mercado de los contenidos del terminal. Mercado que, por cierto, ahora es accesible a cualquiera que tenga 100 dólares, aunque no trabaje en una gran empresa 'amiga' y agraciada por el operador de turno para proveerles dichos contenidos.
Hace ya varios meses que Softbank (antigua J-Phone y luego Vodafone), el operador que distribuye el iPhone en Japón, deja el modelo más básico, con 8Gb de capacidad, totalmente gratis si firmas un contrato de permanencia de dos años. Especialmente en las últimas semanas, después del lanzamiento del nuevo modelo de iPhone, se ha vuelto bastante normal verlos por la calle. Todos lo conocen, y lo reconocen al momento. Las revistas japonesas que hablan de él, abundan en cualquier quiosco. Los amigos, cuando ven el tuyo, quieren jugar y comentan que quieren conseguir uno. Y es raro, porque es la primera vez que un fabricante no nacional consigue algo así en el mercado de la telefonía móvil nipona. Ya ocurrió antes en el mercado de los reproductores de música portátiles, en el que Sony era el rey indiscutible con sus famosos Walkman y no vio venir, ni siquiera cuando ya estaba a la venta, lo que significaría el iPod.
Aunque ni Softbank ni Apple han dado cifras de ventas, se rumorea que se ha vendido más de medio millón de iPhones en Japón, una cifra que queda lejos de lo que se está vendiendo en todo el mundo (Apple publicó hace unos meses la cifra de 40 millones, aunque esta incluía también el iPod Touch, que utiliza el mismo sistema operativo y comparte la mayoría del hardware no relacionado con la parte telefónica del terminal) pero que, como he comentado antes, es un hito en la industria de la telefonía móvil en el cerradísimo y difícil archipiélago, especialmente en los últimos meses de fuerte recesión económica.
Cuando el iPhone se empezó a vender por estos lares, hace ya un año, muchos argumentábamos que el terminal de la manzana tenía demasiadas carencias importantes aquí: falta de emoticonos, falta de funciones básicas como copiar y pegar, falta de una cámara frontal para videollamadas, falta de TV, etc. Y tenían razón. Con actualizaciones del sistema operativo, se han ido solucionando muchos de estos defectos, en parte gracias a Softbank, que ha conseguido que Apple incluya 'sus emoticonos' (en Japón cada operador tiene su propio juego de emoticonos) en todo el mundo, aunque, 'oficialmente', sólo se pueden utilizar en Japón.
Es por esto que últimamente ya no se escuchan tantas críticas, que siempre han ido dirigidas en Japón a casi todo lo que Softbank hace por aquí, y que anuncia sus servicios con una familia que tiene una hija normal (interpretada por Aya Ueto, una de las celebridades japonesas), un perro por padre, una madre que podríamos calificar como 'clásica', y un hermano extranjero y negro. Desconozco el origen de esta historia y no lo quiero investigar, pero, por lo visto, esta publicidad es terriblemente popular (sobre todo el perro Kai-kun). Al mismo tiempo, la operadora sigue haciendo anuncios con Brad Pitt y Cameron Díaz. Ciertamente, dinero no parece faltarles.
Resumiendo: ¿ha sido el iPhone un éxito en Japón? Yo diría que si, sin duda, y que lo será más. El potencial de su interfaz hacen que el iPhone sencillamente juegue en otra liga. Muchos japoneses no lo han probado aún, pero tardan días en ir a la tienda por uno después de jugar con el mío (sin que yo diga nada). Y más aquí, un país en el que la portabilidad se hace en 15 minutos y sales de la tienda con tu número funcionando en un operador nuevo. Yo mismo he estado usando el iPhone casi un año, como segundo terminal, a pesar de tener uno de los Docomo más avanzados del mercado hace año y medio (un P905i de Panasonic) cuyas especificaciones superan a las del iPhone en casi todos los aspectos. Pero sí, reconozco que tras perder los datos que tenía almacenados tras una avería (que me arreglaron gratuitamente en una semana), he sucumbido y he dado de baja la tarifa plana del Docomo para utilizar sólo el iPhone a partir de ahora, ya que por fin puedo recibir un email vía push cuando me es enviado, gracias a la nueva función de MMS que el iPhone debería haber tenido desde el principio.
Echaré de menos el monedero electrónico, con el que he llegado a olvidarme por completo de los tickets de metro, de usar monedas en máquinas de bebidas, de llegar siquiera a tocar mi cartera en restaurantes. Pero volver a utilizar los menús del Panasonic es sencillamente demasiado tedioso. Se me hizo insoportable. He intentado que las llamadas al número anterior me vayan al nuevo, pero Docomo me cobra una cuota mensual por ese servicio (en Softbank es gratuito y seleccionable desde el terminal, sin llamar a nadie). Esta fue la guinda que me empujó a dar el salto y empezar a notificar a todos mis contactos del cambio de número. Esperemos que esta vez, sea por mucho tiempo. Muchos de mis amigos aquí, también japoneses, tienen ahora un iPhone, por lo que últimamente tengo la sensación de que por fin está haciéndose realmente popular.
Para saber más:
*José Manuel Segura es autor del blog Un gato nipón
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