Le tiene miedo a muy pocas cosas, así que no le ha temblado el pulso a la hora de embarcarse en un terreno en el que pocos chefs de altos vuelos se han atrevido hasta ahora a meter la cuchara, el de la blogosfera. Por lo demás, no necesita ninguna presentación y ha tenido, eso sí, la gentileza de definirse con casi todo lujo de detalles para nuestro cuestionario de placeres. Señoras, señores, Martín Berasategui condensado en un juguito puro de su esencia, es lo que queda. El resto, nos dice, sobra.
¿Un placer compartido?
Todos los lunes del año cocino para mis amigos en el puerto donostiarra, en un pequeño txoko; les guiso kokotxas en salsa, arroz con almejas, solomillo asado; bebemos, reímos y charlamos hasta que nos dan las mil.
¿Un placer de tu niñez?
Tirarme al agua 'a lo bomba' en el muelle.
¿Un olor placentero?
La hierba recién cortada, el pan horneado, la vainilla natural…
¿Un placer egoísta?
Beberse una cerveza fresca a escondidas.
¿Un placer para tu oído?
El silencio de las madrugadas en el campo.
¿Un placer para tus ojos?
Las caderas de una mujer.
¿Un placer carnal?
Morder.
¿Un placer desconocido?
Gravitar en el espacio.
¿Un placer del gusto?
La cocina que se te pega en los labios.
¿Un placer anacrónico?
La estética en los combates de boxeo.
¿Un placer que no cueste dinero?
Sonreír.
¿Un placer del que avergonzarte?
Cualquiera que no se comparta o beber el champagne más frío de lo debido. Yo, a veces, le pongo hasta hielos.
¿Un placer fuera de tu alcance?
Sacar la cabeza por la ventanilla en los aviones.
¿Un placer irrenunciable?
Mojarse los pies en el mar.
¿Un placer sobreestimado?
Comerse un melón con jamón, combinan horrorosamente y parece que nadie se ha dado cuenta.
¿Un placer golfo y confesable?
Bañarse desnudo en el mar.
¿Quién es Martín Berasategui?
Soy un tipo al que le encanta cocinar para los demás y espero irme de este mundo con la sartén en las manos, eso sí, lo más tarde que se pueda. Soy fiel amigo de mis amigos, inquieto, de hábitos y gustos sencillos y enamorado de mi trabajo. Sin mi familia no podría respirar y tengo una mujer y una hija que son unas artistas de la pista. Mis últimas dos chaladuras son abrir un restaurante en Shanghai y adentrarme en internet, abriendo un blog personal. Soy aventurero y me lo pide el cuerpo, ¡qué le vamos a hacer!
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