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Haussler logra una hazaña al ganar en solitario y bajo la lluvia la etapa y la general sigue congelada

EFE
Actualizado 17-07-2009 18:54 CET

Colmar (Francia).-  El esprinter alemán Heinrich Haussler, del Cervélo, firmó una hazaña al ganar en solitario la etapa de media montaña disputada bajo un considerable aguacero entre Vittel y Colmar, de 200 kilómetros, en la que los favoritos no se atacaron y permitieron que el italiano Rinaldo Nocentini mantuviera un día más el maillot amarillo.

Cinco puertos de montaña en un perfil rompepiernas no fueron suficientes para generar espectáculo. Así que no es extraño que un esprinter aspirante a clasicómano como Haussler, fuera el encargado de lucirse, con todo el merecimiento del mundo y estrenar a sus 25 años su palmarés en el Tour de Francia. Ya tiene dos momentos gloriosos en las grandes, pues ganó una etapa de la Vuelta en 2005 (Alcobendas).

Haussler entró en meta emocionado, llorando bajo la lluvia, con las manos tapándose la cara. No se creía su hazaña, firmada con un tiempo de 4h.56.26. Imagen que se trabajó después de 60 kilómetros finales pletóricos. La segunda plaza, a 4.13 minutos fue para el español Amets Txurruka (Euskaltel), en la tercera pasó el francés que ganó en Arcalís, Brice Feillu, a 6.12. El grupo de favoritos salvó "un día más", como dijo Contador en meta a 6.44 del ganador.

El noruego Hushovd (Cervélo) entró al frente del esprint rezagado y recuperó el maillot verde. "Me gusta este tiempo, me adapto muy bien a la lluvia", dijo el gigante del cuadro suizo.

Otro día con la general congelada. Hace una semana que no se mueve. Desde el ataque de Contador en Andorra. ¡¡Vaya semanita del Tour¡¡. Hasta que no llegue el final en alto en Verbier, el domingo, no hay previsión de cambios.

Por lo tanto, Nocentini cumplió siete días de amarillo. Alberto Contador y Armstrong se mantuvieron en el podio de la general a 6 y 8 segundos respectivamente. La única novedad es que Levi Leipheimer desapareció de la cuarta plaza de la general y del Tour por baja laboral. Se fracturó la muñeca.

La etapa echó a andar en Vittel, cuyas aguas se extendieron a lo largo de todo el recorrido en forma de lluvia. Un día de perros para un recorrido rompepiernas que incluía en el menú cinco puertos. Pero eso sí, con pinganillo. La UCI dio marcha atrás a su "firme" decisión experimental y los muchachos salieron con la garantía de recibir órdenes desde el coche del director. Batalla ganada. La huelga del martes dio resultado.

Una jornada de frío (12 grados) y chubasquero, propicia para las escapadas y emboscadas que agarró el guión desde los primeros kilómetros, en los que se sucedieron los intentos. No cristalizó ninguno hasta el kilómetro 50, cuando pusieron asfalto por medio el español Rubén Pérez (Euskaltel), el alemán, Heinrich Haussler (Cervélo), velocista al servicio de Carlos Sastre y el ídolo del ciclismo francés, Sylvain Chavanel (Quick Step). Una aventura en la que el vencedor Haussler perseveró desde el kilómetro 3.

El trío coronó el Col de Schlucht (2a), con más de cinco minutos sobre el grupo del maillot amarillo y de los gallos de la general. Se acabó el entendimiento en la subida al Platzerwasel (1a, 8,7 kilómetros al 7,6 por ciento de pendiente). Rubén Pérez se descolgó de Haussler, un cazaclásicas metido a escalador y Chavanel. En la cima, coronada una sola vez en el Tour por el español Jesús Aranzábal en 1967, el dúo pasó con tres minutos de adelanto sobre el grupo de los favoritos, en el que el Saxo Bank y Astana controlaron el ritmo de la ascensión.

Hausssler, nacido en Australia y trasladado a Alemania por su padre al ver que tenía madera de ciclista, se jugó el chásis en un descenso suicida que le permitió marcharse solo en busca de la meta de Colmar. Ya nadie le volvió a ver el pelo al alemán, el hombre que lanza al noruego Hushovd en los esprints. Chavanel, el más combativo de 2007 fue rebasado por Amets Txurruka, su sucesor en 2008, por lo que el corredor del Euskaltel se convirtió en único perseguidor.

El francés Feillu marchaba intercalado, amenazando el maillot amarillo de Nocentini, lo que obligó a trabajar al Ag2r. Mientras, el italiano Franco Pellizotti despojaba a Egoi Martínez el jersey de la montaña. Emociones que no se filtraron en la zona de la alta jerarquía, donde los Contador, Armstrong, Evans, hermanos Schleck y Sastre rodaban a rueda.

El alemán se vino arriba con Txurruka a 3 minutos a falta de 20 kilómetros de meta, en la cima del Firstplan (2a). Otro descenso, el último para Haussler, en una demostración que bien podría haber formado un clasicómano. Muy valiente, ambicioso, desprovisto de chubasquero para lucir los colores del nuevo Cervélo, creado por y para Carlos Sastre.

Tremendo Haussler, casi heroico. Entró llorando en Colmar, la última ciudad liberada por los franceses tras la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial. Esta vez las lágrimas de un alemán fueron de alegría.

Un arquitecto y escultor de Colmar, Frederic Bartholdi, pasó a la historia por la creación de la celebérrima estatua de la Libertad de Nueva York. Ya le hubiera hecho una hoy a Haussler, el mejor en una jornada de condiciones penosas.

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