Pamplona.- El octavo y último encierro de los Sanfermines 2009, corrido con toros de la ganadería gaditana de Núñez del Cuvillo, ha sido uno de los más veloces de las fiestas, de 2 minutos y 20 segundos de duración, y ha resultado emocionante aunque poco accidentado, sin que se hayan producido cornadas.
Tras escucharse las campanadas que marcan las ocho de la mañana en la cercana Iglesia de San Saturnino, los cabestros han encabezado un día más la salida de la manada desde los corrales de Santo Domingo, donde, al igual que ayer, era patente la menor presencia de corredores que en el fin de semana pasado.
El grupo de astados hizo este primer tramo de Santo Domingo a gran velocidad y con cierta tendencia a escorarse hacia la derecha, mientras, por detrás, un toro colorado que cerraba el grupo lanzó algunos derrotes hacia los mozos, aunque sin mayores consecuencias.
Ya al final de la cuesta de Santo Domingo, un toro negro, de nombre "Encumbrado", aceleró su marcha y comenzó a adelantarse a sus hermanos, llegando a separarse considerablemente de ellos y protagonizando algunos de los momentos de mayor peligro del encierro.
De esta forma, con el toro negro abriendo la carrera a gran velocidad y el grupo de cabestros encabezando el resto de la manada compacta, pasaron por los tramos del Ayuntamiento y Mercaderes, donde no se produjeron incidencias significativas.
En la curva de acceso a la calle Estafeta, el toro que abría la carrera, debido a la gran velocidad que llevaba, arrolló a un corredor y lo lanzó contra la pared, aunque sin llegar a empitonarle.
Con la llegada del grupo a este punto se repitieron los momentos de tensión cuando, mientras se formaba un montón de corredores en la parte derecha, por la izquierda la manada encontraba a varios mozos caídos en el suelo y pasaba sobre ellos, pisoteando a algunos de ellos.
El toro negro que abría el encierro fue ganando metros a sus hermanos en el tramo de Estafeta, lo que aprovecharon los corredores para acercarse al astado, aunque con cierta dificultad para seguir su ritmo debido a la gran velocidad que el animal imprimía a la marcha, lo que propició que alguno de los corredores se viera en apuros.
Por detrás, el resto de la manada, encabezada siempre por los cabestros, recorría la calle Estafeta agrupada, sin distraerse ni provocar momentos de peligro en este tramo, ni en los de Telefónica y el Callejón.
Aún hubo tiempo para un momento de tensión cuando un toro negro que cerraba la manada tropezó con un grupo de corredores que habían caído al suelo a la entrada de la plaza y quedó tendido durante varios segundos, lo que permitió que los mozos pudieran levantarse y escapar.
Finalmente, este toro se incorporó y fue conducido por los dobladores a punta de capote a los chiqueros, donde ya le esperaban sus hermanos.
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