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Uno, el brikindans. Dos, el robocop. Tres, no sin mi kalimotxo

Por ALEJANDRO ARTECHE (SOITU.ES)
Actualizado 12-07-2009 20:19 CET

Llegar sano y salvo a la tercera jornada del BBK Live es prácticamente un esfuerzo sobrehumano. Decenas de guiris completamente abrasados por el sol, con el hígado destrozado por un alcoholismo 'non stop' en estos tres días y mucho pie vendado con síntomas de esguince por cogorza monumental.

Uno ya tiene una edad. No tanta para haber vivido los primeros macrofestivales que se celebraron en España tipo Canet Rock pero casi y eso, quieran o no, pasa factura. Además uno es urbanita convencido y eso de estar en medio del monte rodeado de… ¡nada! Acongoja mucho.

Bilbao está metido dentro de un agujero y desde la cima del monte Kobeta se ve perfectamente y tú estás ahí arriba rodeado de tierra, piedras, soledad y la nada absoluta. Yo estoy acostumbrado a que si necesito algo, en 2 segundos lo tengo bajando al chino de debajo de casa y pensar en estar ahí arriba me ha producido gran desasosiego. Ves la ciudad abajo con las luces brillando ofreciéndote todas sus tiendas y tú ahí arriba ¡sin nada! Demasiado para alguien que piensa que monte es sinónimo de desprendimientos mortales de roca, bichos que reptan y te atacan y para los que no existe antídoto conocido, las colinas tienen ojos y la última casa a la izquierda que no sé si tenía monte pero me da igual.

Menos mal que eso se compensaba con porteros amabilísimos que hacían que el cacheo de la entrada fuese una fiesta (había que darle un premio al señor mayor de perilla, cachondeo y buen rollo en algo tan desagradable como en un principio puede ser la entrada a un festival es básico y el los tenía con creces. ¡Gracias!), equipos de seguridad en las vallas de escenario super competentes, profesionales y, algo difícil de ver, amables y educados (un diez a la organización por los equipos de seguridad que hacen que la gente se lo pase bien y no crea que está en un campo de concentración, que te encuentras cada cosa por ahí a veces…) y mucha cámara de fotos reflex en manos de aficionados que supuestamente estaban prohibidas meter y alguna compacta en el foso de fotógrafos que estaban más prohibidas aún (ejem, ejem)

Y así llegamos con un calor atorrante a ver a Cycle presentar su nuevo disco. Cycle está bien, si has oído sus discos ya sabes lo que hay y no puedes pedir más. Hombre, yo soy más de Krakovia —el otro grupo de David Kano— pero bueno, si vienes de los 80 de haber escuchado a las Sister Of Mercy, Bauhaus y compañía, pues bien. Con Kano al fondo del escenario oficiando sobre su púlpito rodeado de máquinas y botones, dos guitarras, el nuevo cantante del grupo y la China Patino desgranaban temas del repertorio antiguo y presentaban el nuevo cd.

Bajo un sol de justicia, la China se agarró desde la primera canción a su vaso de ¿coca cola? ¿kalimotxo? ¿cubata? Como si le fuese la vida en ello. Mientras, el nuevo cantante de la banda recorría el escenario de punta a punta con movimientos a medio camino entre Iggy Pop y Mick Jagger, ella se quedaba en su esquinita poniendo caritas, haciendo cucamonas y cosas de expresión corporal así como de taller de la escuela de Cristina Rota.

Pero amigos, que en esta la China vio la cámara de televisión y para allá que se fue a tirarse al suelo y hacer unas cuantas poses. No sé, se acordaría de su etapa como presentadora de I-Pop o algo así pero hay que reconocerlo que nos lo pasamos muy bien con ella. Lo mejor llegó en su particular homenaje a Eurovisión cuando se puso a dar pasos de robot pero como muy lentos y haciendo que iba perdiendo la batería, se caía o yo que sé. Una cosa que igual es tendencia o algo en esas fiestas que hacen los modernos de Madrid y de las que tanto se habla en blogs y fotologs, pero que a las 6 de la tarde en un escenario gigantesco y con un sol del demonio como que quedaba un poco rara. Resumiendo, que Cycle en directo están bien, pero más que para festival son un grupo para club, a oscuras, con proyecciones o luces que hagan un entorno adecuado y donde puedas bailar tranquilamente, no para un picnic de media tarde.

En este tercer día la gente ya acusaba el cansancio. Sobre todo los guays que se acostaban en los cojines y asientos de la zona chill out que había junto a la zona de venta de tabaco y que, viendo la imposibilidad de coger sitio, debían estar allí desde el primer día sin moverse. Aprovechando la excelente temperatura la gente empezó a dormitar en las campas de la zona o pasear. Estos tres días hemos visto a una pareja formada por los clones de Chuck Norris y Alex de la Iglesia vía Muchachada Nui que no han estado en ningún concierto. Siempre andaban paseando (o eso que los jubilados llaman «salir a andar»). No sé, será otro concepto de vivir un festival.

Mientras, en el escenario tomaban posiciones Phenomenal Handclap Band que es una cosa así como de gente mayor que sigue anclada en comunas universitarias y con pinta de jipis que viajan en furgonetas de marca alemana de segunda mano. Canciones tipo flower power, algo de funky light de esos que parece una remezcla instrumental larga de Jamiroquai, flautas, sintetizadores analógicos como para hacer sintonías de Informe Semanal y amagos de rap que igual comiendo pastel de marihuana pudiera ser soportable pero que a esas horas fue rollo y de los grandes.

Los Baddies calentaban el escenario principal muy monos, todos uniformados con camisas azules y con esa estética de ser los nuevos Kaiser Chiefs, Franz Ferdinand, Editors… (táchese lo que no proceda) Le ponen mucho empeño y, como todos, tienen un par de singles que no están mal, pero tampoco son para un concierto entero por mucho entusiasmo que le pongan.

Mientras recopilábamos el dinero del Festival que nos quedaba para gastarlo convenientemente y esquivábamos a la legión de mochileros que cada dos por tres te asaltaban con la intención de venderte un cubata de Jack Daniels con Coca Cola (no me creo que no bebas alcohol con esa cara, me soltó un vendedor cuando rechacé su oferta), descubríamos el maravilloso invento del ventilador que rociaba agua fresquita en el stand de Vodafone donde sus amables azafatas nos regalaban helados para mitigar el calor (las coca colas de litro calientes y sin gas que usaban para llenarte los vasos en las barras de bebida era directamente algo deleznable, sobre todo cuando un vaso te lo rellenaban con los culos de tres botellas recalentadas abiertas cuatro hora antes) y hacíamos acopio de todo tipo de regalos promocionales (con tanta bolsa, camiseta, llavero, globo, pañuelos y demás hubo un momento en que más que modernos rockeros de festival parecíamos jubilados en Expovacaciones) llegó el momento de Asian Dub Foundation.

Mucho humo de canuto, mucha rasta al viento por parte del público y dosis de perroflautismo para la actuación de los londinenses que venían a presentar «Punkara», su último disco del pasado año. Un concierto de Asian Dub Fundation ya sabes lo que es: cerrar los ojos, mover mucho la cabeza, esquivar las extensiones rastas del que tienes al lado que las menea como si fueran armas de destrucción masiva y mucho buen rollo, positividad, humo, punk, dub, reggae y todos los recuerdos de las raves de los 90.

Antes de que empezaran ADF ya había varias filas llenas de gente en el otro escenario. Había que coger buen sitio para Primal Scream. ¡Y con razón!. Empezaron muy rockeros y muy bien, lo cual es de agradecer porque cuando se les va la olla con los experimentos tecno son un poquito rayantes, pero había cierto problema de luces. Igual es que ellos lo prefieren así pero a mí me gusta ver las caras del que me está cantando y con tanto humo, focos a contraluz (y pocos, que parecía que no habían pagado el recibo de Iberdrola y les habían cortado el suministro) y flash de esos que te provocan ataques epilépticos, hubo momentos en que juramos que el que estaba en la tarima era Mario Vaquerizo y no Bobby Gillespie. Con el presentador negro de la MTV por ahí y mucha niña con camiseta del grupo, llegaba el turno a Placebo.

Habían dicho en entrevistas que como era un festival no iban a tocar mucho del disco nuevo y que prácticamente se dedicarían a tocar los singles y temas rápidos para ir en plan fiesta y tal. Bueno, singles hubo pero también canciones del disco nuevo que para eso ha salido hace poco y hay que promocionarlo. Placebo en directo son buenos y ya les hemos visto sin problemas varias veces en España. Ir a un concierto suyo es apostar a caballo ganador aunque para el show de ayer reciclaran un poco/bastante los audiovisuales de otras giras pero oye, que hemos dicho que aquí lo que importa es que los grupos suenen bien y que tengan canciones chulas y que te lo pases bien con ellos, y eso Placebo lo consigue.

El fin de fiesta llegaba con Fischerspooner, su maquillaje y su sombrerito. Con disco nuevo, «Entertainment», el monte se convirtió en una improvisada pista de baile para los maltrechos pies de muchos de nosotros que en cualquier momento estábamos a punto de mimetizar en San Fermín para cantar aquello de «pobre de mí».

¡Y las fiestas de verano de los pueblos con sus respectivos conciertos no han hecho más que empezar! Voy a hablar con mi director por si me puede cambiar de sección y me manda a una corresponsalía en Oriente Medio o algo que seguro que es más tranquila y sosegada que esto.

Para terminar, un último consejo: huyan de los montes, no es sano. Como la ciudad no hay nada.

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