Ciudad del Vaticano.- El presidente de EEUU, Barack Obama, pisó por primera vez hoy el Vaticano, donde se entrevistó con Benedicto XVI, quien le dijo que la defensa de la vida y el derecho a la objeción de conciencia son "los grandes desafíos para el futuro de cada nación y para el verdadero progreso de los pueblos".
En un visita considerada histórica, Obama estuvo en el Vaticano poco más de un hora y cuarto y, de ese tiempo, dedicó 40 minutos a hablar a solas con el Papa, con la ayuda de dos intérpretes, y una decena de minutos a entrevistarse con el "primer ministro" de la Santa Sede, el cardenal Tarcisio Bertone.
La audiencia se desarrolló, según precisó el Vaticano, en un ambiente de "cordialidad" y durante la misma se trataron temas "del interés de todos y que constituyen los grandes desafíos para el futuro de cada nación y para el auténtico progreso de los pueblos, como es la defensa y la promoción de la vida y el derecho a la objeción de conciencia".
El Obispo de Roma y Obama analizaron la inmigración, con particular atención a la reagrupación familiar.
"En el centro del coloquio también han estado temas de política internacional, teniendo en cuenta los resultados de la cumbre del G-8. Se ha hablado de las perspectivas de paz en Oriente Medio, sobre las que se registraron convergencias, y sobre situaciones regionales", precisó el Vaticano en un comunicado.
El Pontífice y el mandatario estadounidense analizaron asimismo el diálogo entre culturas y religiones, la crisis económico-financiera a nivel global y sus implicaciones éticas, la seguridad alimentaria, la ayuda al desarrollo de África y América Latina y el problema del narcotráfico.
La educación en la tolerancia fue otro de los asuntos tratados durante la audiencia, que se celebró una vez concluida la cumbre del G-8 en la ciudad italiana de L'Aquila, a 80 kilómetros de Roma.
Sobre la defensa de la vida, Obama -según el portavoz vaticano, Federico Lombardi- aseguró al Papa que se compromete a reducir el número de abortos en EEUU, uno de los problemas que más preocupa a la Iglesia estadounidense.
Obama llegó al Vaticano en medio de fuertes medidas de seguridad, con decenas de policías antidisturbios que custodiaban la plaza vaticana y la basílica de San Pedro cerrada a los fieles.
"Santidad, es un honor para mí estar aquí", dijo un sonriente Obama, tras ser recibido con un cordial apretón de manos por el Pontífice.
Una vez sentados uno frente a otro, Benedicto XVI le preguntó por la cumbre del G-8, concluida pocas horas antes.
El mandatario estadounidense le aseguró que había sido "muy productiva" y añadió que se habían aprobado ayudas por valor de 20.000 millones de dólares para los países pobres, "algo concreto".
Al término del coloquio entró en la Biblioteca la esposa de Obama, Michelle, que vestía de negro y se cubría la cabeza con un velo del mismo color.
Aunque no se vio, también saludaron al Papa -aseguró Lombardi- las hijas del presidente y la suegra, que junto con Michelle habían llegado una hora antes al Vaticano para visitar la basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina.
El Papa regaló a Obama una copia firmada de su última encíclica, "Caritas in veritate" y un mosaico sobre la plaza de San Pedro y la basílica vaticana.
El mandatario estadounidense, dándole las gracias, le dijo que la leería "en el avión" que le trasladará hoy a África antes de regresar a EEUU.
También le regaló el libro "Dignitas Personae", el documento en el que se condena, entre otros, la destrucción de los embriones producidos mediante fecundación asistida, las investigación con células madres embrionarias y se precisa la posición del Vaticano sobre bioética.
El secretario del Papa, Georg Gaenswein, indicó a los periodistas que ese documento puede ayudar a Obama "a comprender mejor la posición de la Iglesia Católica" en ese campo, uno de los temas tratados durante la conversación, según reconoció el mandatario.
Por su parte, Obama obsequió al Pontífice con una estola litúrgica de san Juan Nepomuceno Neumann, santo redentorista del siglo XIX considerado patrón de los niños enfermos y de los inmigrantes, canonizado en 1977 por Pablo VI.
Cuando se despidió de Obama, el Papa le dijo: "rezo por usted, rezo por su trabajo".
A su vez, el presidente estadounidense le dijo que está convencido de que entre su Administración y la Santa Sede "las relaciones serán muy fuertes".
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