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Se vende ética periodística (en tiempos de vacas flacas para la prensa)

  • En Inglaterra, News of the World ha sido acusado de comprar información privada
  • The Washington Post iba a cobrar por ir a reuniones entre periodistas, gobierno y lobbies
  • Los escándalos llegan cuando la prensa se aferra a su reputación para sobrevivir
Por CRISTINA F. PEREDA (SOITU.ES)
Actualizado 10-07-2009 17:41 CET

WASHINGTON, D.C.-  El diario británico The Guardian revelaba ayer que el multimillonario y empresario Rupert Murdoch, dueño de News Group Newspapers, habría pagado dos millones de dólares en acuerdos extrajudiciales para cerrar casos en los que se acusaba a sus empleados de llevar a cabo prácticas delictivas para comprar información confidencial. La semana pasada, el escándalo estaba al otro lado del Atlántico. Unos panfletos en la redacción de The Washington Post destaparon una estrategia para "vender" acceso a cenas con la dueña del periódico, Katharine Weymouth, en las que reporteros, miembros de lobbies y políticos podían compartir información privilegiada.

La supuesta estrategia de uno de los diarios de Murdoch era comprar desde grabaciones de contestadores telefónicos hasta direcciones asociadas con números de teléfonos de famosos que podrían convertirse en exclusivas que multiplicaran las ventas. En el caso del Washington Post, una cena en casa de Weymouth daba acceso a información off-the-record —término periodístico para la información de contexto no atribuible a una fuente— para los reporteros, pero además ayudaba a los lobbies a influir a periodistas y políticos sin tener que concertar cita previa. A pesar de que estas reuniones son una tradición en el periodismo estadounidense, la novedad introducida por Weymouth y la razón del escándalo, está en que les puso un precio: entre 25.000 y 250.000 dólares.

Ni Murdoch ni Weymouth pueden presumir en la actualidad de estar tranquilos por las cifras de ingresos que manejan. Pero, ¿han puesto en riesgo la reputación de sus publicaciones únicamente por sanear las cuentas de la empresa?

Según informa el Guardian, la controvertida trama fue descubierta a raíz de la sentencia contra News of the World, de Murdoch, por utilizar cámaras ocultas para grabar a Max Mosley mientras estaba con prostitutas. En 2007 fueron arrestados un editor de este diario y el detective privado al que había contratado. Los dos admitieron después haber espiado los contestadores telefónicos de tres miembros de la Casa Real británica. El periódico se escudó en el derecho del público a conocer la información, aunque ahora habrá que comprobar si este argumento le sirve también para defenderse ante la acusación de haber espiado a 3.000 personajes públicos y de intentar acallar a uno de los afectados, el presidente de la Asociación de Futbolistas Profesionales británica, con un pago de 700.000 libras antes de escuchar el veredicto del juez.

Mientras que ayer por la noche The New York Times informaba de que la policía británica ha cerrado la investigación por falta de nuevos datos, el Daily Express inglés asegura esta mañana que las pesquisas no sólo avanzan, sino que podrían empezar a alumbrar las verdaderas consecuencias de una trama como ésta. The Guardian asegura que la Comisión de Información encargada de investigar el caso de la Asociación de Futbolistas Profesionales, encontró que 27 periodistas de News of the World habían encargado miles de búsquedas "muy probablemente o completamente" ilegales. Los 27 reporteros trabajaban con el editor inculpado pero las acusaciones pueden saltar a otros editores del periódico, los directores y responsables por debajo de la línea de mando de Murdoch.

El empresario asegura que si se hubiera hecho algún pago para pactar un caso legal, lo sabría. Éstas son las declaraciones que ha hecho mientras pasa unos días en Sun Valley, Idaho. En esta ceremonia anual, Murdoch reflexiona junto con otros responsables de medios de comunicación sobre qué hacer con el futuro (o el negocio) del periodismo. Rodeados de un paisaje idílico, los llamados media moguls celebran reuniones secretas de las que los reporteros presentes pueden contar poco más que quién habló y quién no, pero nada de revelar lo que dijeron. Entre los rumores que circulan sobre Murdoch está el de la compra de Twitter o la venta de MySpace —a los que ha respondido que no—, pero el más extendido es que los empresarios están preparando el cobro por leer las noticias en Internet.

Después de tres días consecutivos de revelaciones por parte The Guardian, la reputación del imperio de Murdoch puede verse tan afectada como dolida está la de The Washington Post estos días. ¿Querrán pagar los lectores por información en la red, cuando ésta está rodeada de polémica?

En un caso porque los periodistas se saltaron las normas legales sobre de qué forma obtener la información. En el otro, porque la misma dueña del periódico presuntamente está vendiendo la integridad de los reporteros que asistieron a una cena en su propia casa. En ambos, las investigaciones de la policía e internas (respectivamente) repartirán responsabilidades dentro de la compañía. Pero en el caso del Washington Post muchos ya hablan de uno de los golpes más duros a su reputación en muchos años. De momento, su dueña, su director de contenidos y su defensor del lector han tenido que pedir perdón públicamente. Y la prestigiosa reunión, que debería haberse celebrado el 21 de julio, se ha cancelado. Lo que nadie ha aclarado aún es si esas cenas eran las primeras que se habían producido bajo el mandato de Weymouth. Ni tampoco han explicado cuál era el verdadero objetivo de éstas.

The Guardian acusa a News of the World de utilizar información comprada para crear noticias y vender historias sobre los famosos. Las cenas de The Washington Post hacen sospechar que la firma de uno de los periódicos más prestigiosos de Estados Unidos ha servido para juntar en una misma habitación a miembros del Gobierno con grupos de presión que sólo buscan que se impulsen leyes para su propio beneficio. Los reporteros presentes podrían adelantar información sobre el próximo movimiento del Gobierno. Una información exclusiva a la que sólo ellos tendrían acceso porque la competencia, la misma que ha sacado a la luz los polémicos folletos, no está invitada.

En los próximos meses, la palabra 'exclusiva' podría despertar más dudas que curiosidad para los lectores de estas y otras publicaciones. Y si además existen pagos de por medio, puede que muchos prefieran conocer el "así se hizo" de una exclusiva antes de pagar por leerla. Los escándalos en Inglaterra y Estados Unidos llegan en el momento menos oportuno: un tiempo en que la prensa se aferra estos días a su reputación para seguir vendiendo ejemplares.

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