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Anchoas

Por JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ (SOITU.ES)
Actualizado 09-07-2009 07:54 CET

Hay que reivindicar el humor. Siempre. Motor del mundo, lubricante que suaviza fricciones, abono de la amistad, ingrediente fortalecedor del amor. ¡Ah, el humor! Todo lo que tenga que ver con el humor, y sea capaz de alegrarnos el día, debería merecer nuestros mayores respetos. Incluso el humor negro. Por eso cuando Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, acusó al presidente del Gobierno de cohecho pasivo por aceptar las anchoas que le regala el presidente de Cantabria, me desternillé de risa. Y sentí una alegría enorme. Esa frase, esas imágenes, son ya históricas, y forman parte de la antología del humor español, junto a las empanadillas de Martes y Trece, las anécdotas de Eugenio o cualquier cosa de Faemino y Cansado.

La llegada de un nuevo humorista siempre es motivo de alegría. Políticos los tenemos a espuertas: en España das una patada a un bote y salen cuatro o cinco tipos intentando recalificar una finca rústica o comprarse unos trajes que no piensan pagar. ¡Pero los humoristas no abundan! El humor es un bien escaso, y quienes lo practican con solvencia son una especie rara que debemos mimar. La élite de la sociedad. No soy capaz de transmitirles con palabras la alegría que me producen los arrepentidos, esos políticos que ven la luz y cambian, de golpe y porrazo, el coche oficial por el chascarrillo, el mitin por el monólogo.

Esa familia modelo que es el PP valenciano se ha convertido en una cantera inagotable de humoristas de calidad. Tanta es la competencia que Rajoy ha tenido que imponer entre los suyos la ley del silencio, para no boicotear la gira triunfal que Camps, el maestro, ha iniciado "por todos los pueblos y comarcas" de su comunidad. 'El curita' (su nombre artístico) estrenará un nuevo monólogo titulado "La verdad está más cerca que nunca". Un espectáculo dividido en dos escalones que, aunque les cueste creerlo, sería un fracaso si se emitiese en las televisiones autonómicas valenciana y madrileña. En estas dos cadenas no interesa el humor de Camps. Les pondré un ejemplo: cuando el auto judicial dejó al presidente de la Generalitat Valenciana con medio culo en el banquillo de los acusados, la noticia quedó relegada a un segundo plano. En Telemadrid se emitió, no se lo pierdan, incluso después de la efeméride del aniversario del robo del Dioni.

Recuerdo un chiste memorable del gran Miguel Gila en el que contaba las bromas pesadas que hacían en su pueblo. Una de ellas resulta tan brutal que muere su hijo. "Si no sabes aguantar una broma, ¡no haber venido!", le dicen. El compungido padre lo reconoce: "Sí, me han matado un hijo, ¡pero lo que nos hemos reído!". Pues algo parecido sucede con Rita Barberá. Hemos perdido otro político del PP, pero... ¡lo que nos hemos reído!

P.D.

Siguen sin respetar el horario de protección infantil. Ayer a las 17.52, en Telecinco, Mercedes Milá se levantó las faldas y enseñó las bragas. Soy un tipo adulto, que ya no cumplirá los 40, pero tengo que confesarles que desde que vi Alien no había sentido tan espeluznante mezcla de miedo y asco. La presencia de monstruos devoradores de hombres siempre resulta desazonadora, pero esto superó todas mis pesadillas. Tengan en cuenta que, como sucede en las buenas películas de terror, cuando la imaginación se desborda va más allá de la pantalla. Lo terrible entonces es lo que NO se ve...

Un motivo para no ver la televisión.

Sanfermines.
Autor: Ramón Masats.
Editorial: La Fábrica.

El tiempo pasa, pero no tanto. Cuando uno contempla las magníficas fotografías realizadas por Ramón Masats en los Sanfermines, entre 1957 y 1960, resulta emocionante comprobar que el espíritu iniciático y festivo del gran espectáculo pamplonés se mantiene. Si vemos los encierros cada mañana en televisión, y comparamos ese espectáculo con las imágenes de Masats, comprobaremos que todo ha cambiado para seguir igual. La sangre, la música, el alcohol, la muerte, la diversión exagerada... Sólo el color de la pantalla añade algo de información a la fiesta de Masats, un prodigio de equilibrio, energía y belleza.

Este libro es un clásico, y su reedición motivo de enorme alegría. Lástima que hayan suprimido los textos originales, de Rafael García Serrano. En cualquier caso estamos ante una obra espléndida que muestra a uno de los grandes fotógrafos españoles en estado de gracia.

Además

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