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¡La fotografía instantánea está viva! Probamos la Fuji Instax 210

  • Fuji lanza una máquina instantánea analálogica similar a las polaroids
  • Utiliza una tecnología muy parecida a la de sus antiguas competidoras
  • ¿Logrará llenar el hueco que ha dejado la firma estadounidense?
Por RAMÓN PECO (SOITU.ES)
Actualizado 10-07-2009 11:54 CET

Hace unos pocos días casi pasaba desapercibido el lanzamiento de una nueva cámara en España. Se trataba de la Fuji Instax 210, una máquina instantánea que utiliza una tecnología muy similar a la de las extinguidas polaroids. No lo dudamos ni un momento. ¡Teníamos que probarla! En plena agonía de la fotografía analógica puede convertirse en la última de su clase.

Desembalar la Fuji Instax 210 es como sufrir un 'déjà vu'. Al coger en las manos esta enorme cámara uno siente que ha vuelto a los 90, pues su diseño recuerda al de los gadgets de la época. Lo primero es ponerle las cuatro pilas que utiliza y desempaquetar la película Instax 200 de 800 ISO y 10 exposiciones. Al venir en un casete la carga es una operación muy sencilla.

Respecto a sus características técnicas decir que la lente que usa es un angular que sería equivalente a unos 28 mm en película de 35 mm. Dispone de dos posiciones de enfoque. Una que va de los 75 mm a los tres metros y otra que va desde los tres metros al infinito. El visor por supuesto es directo, por lo que no podemos estar del todo seguros si el enfoque o el encuadre que estamos realizando son correctos. La escena que finalmente aparece en la foto es algo mayor de lo que vemos a través del visor. Suponemos que para evitar recortes al encuadrar.

Las velocidades de disparo oscilan entre 1/64 y 1/200. Es de suponer que el obturador se ajusta en función del tipo de escena que indicamos: Luminosa, normal, y oscura. También realiza un ajuste de la exposición de 2/3EV —¿lo hace en función del tipo de luminosidad que seleccionemos?—. El flash, que se dispara sólo si lo activamos, tiene un alcance máximo de tres metros. Teniendo en cuenta todo esto llegamos a la conclusión de que podemos realizar 12 ajustes para hacer una foto. Aunque lo parezca la cámara no es realmente automática .

Llevar semejante trasto por la calle le da a uno un cierto aire excéntrico. Hay que tener en cuenta que este pequeño monstruo pesa lo que una réflex, por lo que conviene pensárselo dos veces antes de comprar esta máquina. Puede ser un amor de un solo día. Por otra parte son pocos los establecimientos que venden los carretes que utiliza. No está de más comprar unos cuantos carretes si nos da por hacernos con ella.

Distintas fotos, la misma magia

Cuando llega el momento de disparar uno se siente mucho más dubitativo que si dispara con una máquina digital. Quizá será por la incertidumbre que supone hacer un conjuro que nos proporcionará una imagen palpable —o quizá porque cada foto nos cuesta un euro—. Cuando vencemos las dudas un sonido mecánico nos indica que algo ha pasado. Una foto sale por la parte superior de la cámara. Al cogerla con impaciencia vemos que no se ve nada, pero la magia está sucediendo. Al poco en la superficie blanquecina adivinamos las primeras siluetas. Emocionante.

Las fotografías del sistema Instax no son cuadradas como las de una Polaroid, aunque tienen un tamaño muy similar. La superficie de la imagen mide 99x66mm, por lo que estamos ante un formato panorámico. Los colores parecen algo más vivos que en el sistema Polaroid, aunque no mucho más. Pero lo más importante es que siguen teniendo un aire profundamente nostálgico. Se mantiene también un área en blanco en la parte inferior de la imagen para que podamos escribir sobre ella.

¿Tiene futuro la fotografía analógica?

En la nota de prensa que Fuji ha distribuido al lanzar la máquina hablan de "su firme compromiso con la fotografía analógica". No parece un farol. Esta empresa es una de las que más siguen apoyando la fotografía química. Es de suponer que esta tímida maniobra quizá sea un globo sonda para ver que tal reciben la cámara los huérfanos de Polaroid. Además, en el catálogo de Fuji se encuentran cámaras de 35 mm más o menos recientes como las maravillosas Klasse W o la Natura Classica.

No hay mes que pase sin que los amantes de la tecnología fotográfica química se encuentren con una mala noticia —Kodak dejaba hace unos días de producir su mítica película Kodachrome—. Ahora la duda es si dentro de unos años seguirá existiendo una pequeña industria, quizá artesanal, que permita a aficionados y a algún que otro profesional seguir quemando sales de plata. El fenómeno de la Lomografía indica que algo así puede suceder. SI el vinilo está viendo morir al CD es que todo es posible.


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