'Un novio para mi mujer', la última exitosa comedia 'made in Argentina' dirigida por Juan Taratuto, quiere seguir haciendo parroquia en España. Es el universo de lo previsible, habitado por quienes ya lo conocían.
Aún es pronto para saber hasta dónde dará de sí la gestión sanitaria del virus H1N1 en Argentina. Algún día no muy lejano habrá referencias a ello en alguna obra artística. Ojalá esta gripe dé para tomárselo a broma, al menos en el cine. Cuando pasen las fiebres, es probable que se desplace hasta la pandemia la gracia con la que los porteños han mirado desde siempre al psicoanálisis. En esta ocasión 'Un novio para mi mujer' tumba en el diván, o más bien en dos sillas, a una pareja en crisis. Al espectador le ponen frente a un matrimonio de neuróticos. La comedia, tipo Woody Allen pero más al sur, es el tono ideal para observar con ironía los dislates de la especie Adán y Eva unos cuantos paraísos perdidos después.
No dejes para mañana el desastre que puedas esquivar hoy mismo. Es lo que intentan ante su terapeuta los personajes de esta película dirigida por Juan Taratuto, el de 'No sos vos, soy yo', pero aún más afinado. Muy bien Valeria Bertucelli y Adrián Suar. Fue un placer conocerla cuando trajo a la Seminci 'Luna de Avellaneda' y paseaba esas cejas tan marcadas por el Olid. Aquí vuelve a estar estupenda y eso que al empezar la historia tememos que la verborrea de la esposa aburrida se nos haga insoportable. Poco a poco nos va ganando el terreno afectivo y simpático del personaje.
Mi amiga Mayte, que sabe de divanes, dice que por el título uno pensaría en una tontería de las del tipo Jim Carey, sin la altura de 'El show de Truman'. 'Un novio para mi mujer' no sugiere de antemano la gracia con la que se desarrollan los acontecimientos: ese flechazo 'a posteriori' de un par de seres perdidos en la nada existencial de la vida contemporánea. Como en las mejores parejas, demasiada vida por detrás. Quien quiera pasar un rato divertido, ahí tiene esta comedia argentina.
Valoración: 7/10
Llega uno a casa y la pareja cansa. Es una historia vieja como el mundo. Aburrida como el mundo y la pareja. Antes de que el mundo, o la pareja, cansen, lo que se debe hacer es cambiar de mundo o cambiar de pareja. Cambias de mundo y tu pareja vuelve a parecerte interesante. Cambias de pareja y es otro mundo. No cambias: la amargura, la frustración hasta el asesinato y, para llegar ahí, pues haber empezado por el asesinato, en un momento en el que todavía divierte y puede perpetrarse con la cabeza fría.
Lo mejor, marcharse y a otra cosa. Pero el hombre no es amigo de las cosas sencillas. Dice 'influenciar' en lugar de 'influir', 'eficiente' cuando lo que quiere decir es 'eficaz'; y no se va, o echa a su pareja, sino que se pone a urdir ingeniosas soluciones que son siempre la misma solución en grado de tentativa o en grado de idiotez irreversible.
Que la persona humana conserve la autoestima es el milagro. La Tana y El Tenso son pareja. La Tana es uno de esos seres rezongantes, metomentodo, parálisis de cualquier iniciativa, en los que se cimenta la familia. El Tenso es la familia. En honor de Juan Tarauto y en el de los actores hay que decir que los cien minutos que dura la película se llevan bien, gracias. Lo que no llega a comprenderse es por qué alguien capaz de contar una historia elige ésta, previsible escena por escena y que nos deja, tras esos cien minutos, en la casilla previa a la salida.
Valoración: 6/10
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