Aranjuez (Madrid).- Convencida de que el flamenco es "una forma de respirar y de vivir", la bailaora Merche Esmeralda desvela las pasiones de su vocación en un vibrante taller de baile flamenco que recoge cuarenta años de experiencia encima de un escenario.
Estricta, sabia y tradicional, así definen los alumnos del taller de baile flamenco que imparte esta semana en los cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos de Aranjuez, Merche Esmeralda, una clase que se rige por uno de los lemas de la artista: "el arte no se exporta, se da generosamente".
Y es que Mercedes Rodríguez Romero, conocida internacionalmente como Merche Esmeralda, combina técnica, cante, zapateado y los acordes de una guitarra para "moldear" a quince amantes de la danza y despertar "eso está adormecido y que el alumno no sabe cómo expresar".
Galardonada, entre otros, con el Primer Premio del Concurso Nacional de Arte Flamenco y, en 2008, con el Galardón Flamenco Calle de Alcalá, Esmeralda alterna desde 2006 su trabajo artístico con la enseñanza en el Conservatorio Superior de Danza, porque, confiesa, "necesitaba aprender más".
Se acerca a los alumnos desde el diálogo, pero también desde su constancia y su carácter: "me enfado mucho con el alumno, pero es visceral, para sacar todo lo que pueda de ellos", explica a Efe.
"A mis alumnos les copio cosas", afirma, algo que no deja de confirmar que Esmeralda es una aprendiz incansable.
Sin embargo, y aunque se declara una mujer abierta a nuevas artes, se declara amante de lo tradicional, "pero no lo tradicional viejo, sino de lo tradicional antiguo, porque lo antiguo tiene un valor, y como todo aquello que tiene valores también se mueve", matiza.
De ahí nace su particular manera de enseñar y también su reticencia a fusionar su arte con el baile contemporáneo, defensora de que "el flamenco es un arte que no puede hacerse con mezcla sin sentido".
Según la artista -que celebrará el 30 aniversario del Ballet Nacional con la interpretación del personaje de Medea- "hay grandes bailaores que se meten dentro del contemporáneo y pierden su identidad", y el flamenco debe crecer desde sí mismo, sin viajar "a otros tipos de danza que nos llevan cincuenta años de adelanto fuera de nuestras fronteras".
Y es que según Esmeralda,"el dolor del desamor, la mujer que ama, la muerte y todo eso que el flamenco ha estado gritando", sigue vivo y nace, como su propio baile, "de un grito que necesita todo el mundo".
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