Redacción Internacional.- Habitualmente tachado de ombliguista, Woody Allen ha desarrollado sin embargo en sus películas inolvidables personajes femeninos que, a través de Mia Farrow, Diane Keaton, Scarlett Johansson o ahora Naomi Watts, componen toda una galería de "chicas Allen".
Watts, que estará en el nuevo proyecto londinense del genio neoyorquino junto a Antonio Banders y Anthony Hopkins, bien podría haber pertenecido décadas atrás al patrón de la rubia hitchcockiana, pero ¿existe un patrón de musa "alleniana"?
El genio neoyorquino no se ha caracterizado por explotar la sensualidad de sus actrices como el maestro del suspense ni por rendirles homenajes estéticos como Pedro Almodóvar, sino por ahondar, casi siempre a través de sus relaciones sentimentales, en las necesidades y frustraciones de la mujer de la burguesía intelectual.
No hay que olvidar que su película más premiada tuvo nombre de mujer, "Annie Hall" (1977), que una de sus películas más reflexivas se llamó "Another Woman" (1988) y que otras han llevado por título referencias directas a las protagonistas femeninas, como "Alice" (1990) y "Melinda and Melinda" (2005).
También cabe recordar que su primera película 'seria', "Interiors" (1978), estuvo encabezada por portentosas interpretaciones de Diane Keaton y Geraldine Page y, sobre todo, que durante muchos años, su cine ha ido evolucionando con sus parejas en la vida real, Keaton y Mia Farrow.
"Mi vida amorosa es terrible. La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la Estatua de la Libertad" es, además, una de sus tantísimas frases célebres.
Los que le acusan de misógino también tienen sus argumentos: dos de sus cintas más exitosas, "Manhattan" (1979), "Hannah and her sisters" (1986) o la más reciente "Vicky Cristina Barcelona" (2008) giraban en torno a un mismo hombre con distintas mujeres.
Pero lo cierto es que en esas tres películas extrajo, respectivamente, la mejor interpretación de la carrera de Mariel Hemingway y reportó sendos Óscar a Diane Wiest -que ganaría un segundo por otro filme de Allen, "Bullets over Broadway" (1994)- y a Penélope Cruz.
Diane Keaton, que también aparecía en "Manhattan", fue la primera gran musa de Allen y mantuvo un perfil de mujer intelectualmente desafiante y difícil de amilanar. Como una Katharine Hepburn de los años setenta, Keaton revolucionó con su estética al público y ganó el Óscar por "Annie Hall".
Personalmente, fue la relación menos turbulenta de Allen, hasta el punto de que años más tarde accedió a participar en "Days of Radio" (1987), junto a la nueva pareja sentimental de Allen, Mia Farrow. Ya en los años noventa, aceptó una octava película con él: la espléndida "Misterioso asesinato en Manhattan" (1993).
Farrow adoptaría, a lo largo de trece películas, un perfil más vulnerable. La actriz de "Rosemary's Baby" (1968), tras dos matrimonios -con Andre Previn y Frank Sinatra- se enamoró de Allen y realizó interpretaciones magníficas, como su retrato de mujer apocada y adorable en "The Purple Rose of Cairo" (1985).
Farrow influyó notablemente en la carrera de Allen, al que impulsó a realizar uno de sus proyectos más atípicos y prestigiosos, "Zelig" (1983), mientras que su crisis matrimonial fue la base para una de las películas más graves del genio neoyorquino: "Husbands and Wives" (1992).
El desenlace real fue, como es bien sabido, mucho más folletinesco que el de la propia película.
Entre medias, Woody Allen regaló a Gena Rowlands, que había sido musa y esposa de John Cassavetes, su mejor papel al margen de su marido en "Another Woman".
Uno de sus filmes con más referencias clásicas a Bergman, sobre los frenos emocionales que se autoimpone una brillante profesora de filosofía para no mostrar su vulnerabilidad en las altas esferas intelectuales dominadas por los hombres.
En la última etapa de su carrera, y tras intentos fallidos con Mira Sorvino -pese a que ganó el Óscar por "Mighty Aphrodite" (1995)- Helen Hunt y Cristina Ricci, ha optado por una musa de sexualidad mucho más explícita, más rubia y más joven: Scarlett Johansson.
A pesar de que su papel en "Match Point" (2005) fue inicialmente ofrecido a Kate Winslet, el entendimiento entre ambos fue tal que volvieron a trabajar en "Scoop" (2006) y "Vicky Cristina Barcelona", en la que, precisamente, exploraba las diferentes posturas de las mujeres frente al amor.
Johansson, Rebecca Hall, Penélope Cruz y Patricia Clarkson encarnaban, respectivamente, a la apasionada, la cerebral, la neurótica y la descreída. Las tres primeras, a expensas de Javier Bardem. ¿Misoginia? Hay que matizar que los hombres, en realidad, no salían mucho mejor parados.
Mateo Sancho Cardiel
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