Mónaco.- El Tour de Francia de 2009, que comienza mañana en Mónaco, tendrá más controles antidopaje y una estrategia destinada a centrarse sobre los sospechosos.
"Lo importante no es la cantidad, sino la calidad de los controles. No tenemos por qué molestar a los ciclistas que corren limpios, que son la mayoría", afirmó el director de la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje (AFLD), Pierre Bordry, responsable de los controles este año junto con la Unión Ciclista Internacional (UCI).
En total se efectuarán unos 520 controles, entre urinarios y sanguíneos. Los primeros se harán en el laboratorio francés de Chatenay-Malabry, a las afueras de París, y los de sangre se enviarán a los de Lausana, en Suiza, y Colonia, en Alemania.
Todos los ciclistas han entregado esta mañana una muestra de sangre que servirá para completar el pasaporte biológico.
Chatenay-Malabry buscará sustancias convencionales, desde estimulantes, corticoides a Epo; Lausana se centrará en las transfusiones, en la hormona del crecimiento y en la CERA, Epo de tercera generación; y en Colonia buscarán la insulina.
Los test sospechosos de contener CERA serán re-examinados en Chatenay-Malabry.
Ochos ciclistas pasarán controles de forma sistemática al final de cada etapa. Además del maillot amarillo y del ganador, otros seis ciclistas serán seleccionados por un equipo médico compuesto por miembros de la AFLD y la UCI.
En esa selección los responsables de la lucha contra el dopaje pretender centrar los controles sobre los ciclistas sospechosos que hayan identificado en función de diversos criterios, desde la información procedente del pasaporte biológico a las que obtengan por la policía o cualquier otra fuente.
La lista de los controlados se hace media hora antes del final de la etapa.
Los ciclistas seleccionados están permanentemente acompañados por vigilantes de la UCI desde que cruzan la meta. Tienen 30 minutos para ser sometidos al test y, en ese tiempo, no pueden hacer ninguna actividad anormal, más allá de atender a los medios o sus obligaciones protocolarias.
Además de los controles normales, los responsables antidopaje han previsto un arsenal de controles por sorpresa que se harán a lo largo de las tres semanas en los hoteles de los corredores o en los momentos previos al inicio de las etapas.
La lucha contra el dopaje no acabará con el final del Tour. Las muestras obtenidas se guardarán durante ocho años,el tiempo que autoriza la ley. Hasta entonces podrán buscarse sustancias dopantes con la ayuda de nuevos métodos que se conozcan en el futuro.
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