Bilbao.- Los cuatro obispos vascos han pedido perdón, en una declaración conjunta, por los religiosos vascos que fueron ejecutados por el bando vencedor en la Guerra Civil, especialmente por los 14 presbíteros por los que no se celebraron funerales ni se registró su fallecimiento.
Los obispos de Bilbao, Ricardo Blázquez y Mario Iceta; de San Sebastián, Juan María Uriarte; y de Vitoria, Miguel Asurmendi, celebrarán el próximo 11 de julio en la catedral Nueva de Vitoria un funeral conjunto por estos catorce sacerdotes.
Además, se publicará en el boletín oficial de cada diócesis una reseña con los datos de la vida y muerte de los doce de ellos que "fueron ignorados" y sus nombres serán incluidos en los registros y libros parroquiales de sacerdotes fallecidos, junto a los de los dos religiosos ejecutados que sí fueron inscritos en su día.
En su declaración, los obispos explican que con motivo de la beatificación en 2007 de los mártires católicos de la Guerra Civil recibieron la petición de que también se tuviera en cuenta a los 14 sacerdotes vascos que fueron ejecutados por el bando franquista y que han considerado oportuno cumplir ahora con este "deber pendiente".
Por ello, han decidido realizar este ejercicio de "purificación de la memoria".
"Aquella contienda provocó muchos muertos, desaparecidos, encarcelados y desterrados. La comunidad eclesial no fue en absoluto ajena al sufrimiento: a numerosos laicos, religiosos y presbíteros les fue arrebatada la vida, muchos otros sufrieron represalias y pérdidas irreparables", señalan los prelados.
Los obispos recuerdan que en la diócesis de Vitoria (única diócesis vasca en 1936) fueron ejecutadas por ambos bandos centenares de personas "víctimas de odios y venganzas", y entre ellas "más de setenta sacerdotes y religiosos".
Los cuatro obispos añaden que buscan recordar a todas esas personas, pero que "la presente declaración pretende traer de modo especial a la memoria a los presbíteros ejecutados por los vencedores y que han sido relegados al silencio".
"Deseamos prestar un servicio a la verdad, que es uno de los pilares básicos para construir la justicia, la paz y la reconciliación. No queremos -explican- reabrir heridas, sino ayudar a curarlas, queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y mitigar el dolor de sus familiares y allegados".
Los obispos vascos agregan que quieren "pedir perdón e invitar a perdonar; de ninguna manera -añaden- pretendemos erigirnos en jueces de los demás, sino reconocer ante Dios nuestras limitaciones en el pasado y en el presente" y aclaran que, al pedir perdón, la Iglesia "se dirige, ante todo, a Dios".
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