¿Puede una carrera de bólidos tener un interés ambiental? Alguno seguramente habrá fruncido el ceño con incredulidad. ¿Otra artimaña del marketing verde? ¿La enésima lavada de imagen de las automotrices? ¿No es un contrasentido mezclar el término ambiental a competiciones basadas en la quema de aceite, el derroche de gasolina y humos a raudales? Haya contradicción o no, la promoción de criterios ambientales es la finalidad del Green Racing Challenge que se disputará en las American Le Mans Series.
Aquí el que llega primero a la meta, si quiere ganar, debe hacerlo consumiendo la menor cantidad de energía e hidrocarburos y dejando la menor huella ecológica. Amadrina la iniciativa la EPA, la agencia ambiental estadounidense, resuelta a sacar partido de la influencia ejercida por los coches de carreras en la mecánica de los demás, pues, como es sabido por todos, las innovaciones introducidas en los bólidos gotean a los vehículos convencionales (primero a la gama alta, luego a la gama media y así…).
Lo explica su especialista John C. Glenn: "En los últimos cien años, los coches de carrera han utilizado la cilindrada como principal parámetro de regulación de la potencia. De ahí se han derivado motores que obtienen una gran potencia por unidad de cilindrada, pequeños y poderosos motores de gasolina con ignición por chispa, que maximizan la densidad de potencia, pero no la eficiencia energética. Si hace un siglo se hubiera privilegiado la distribución de energía sobre el tamaño del motor como criterio principal, hoy conduciríamos automóviles más eficientes".
A la EPA le interesa promocionar la distribución de energía como la mejor estrategia para controlar la potencia, y por esa vía forzar a los ingenieros a maximizar la potencia por unidad de energía en vez de buscar más energía por unidad de cilindrada. Con esa intención, la agencia ambiental, en colaboración con los Argonne National Laboratories y la International Motor Sports Association, elaboró los parámetros que miden la eficiencia energética, las emisiones de gases Invernadero y el consumo de combustible de cada coche participante. El que corra más rápido con el menor gasto de energía y petróleo y la menor emisión de gases, ganará el Green Racing Challenge.
El primer paso en esa dirección se dio en 2006, cuando en las American Le Mans Series —las carreras de coches más importantes de Estados Unidos— participó un Audi turbodiésel. El año siguiente, sus organizadores autorizaron el combustible E10 (90% de gasolina y 10% de etanol); y en 2008 aprobaron el uso de E85, una mezcla con etanol celulósico obtenido de residuos forestales, junto con el empleo de diésel de azufre con una fracción de diésel sintético producido a partir de gas natural.
En octubre de ese año se estrenó el primer Green Racing Challenge con dos categorías: la clase GT, donde triunfó un Corvette C6.R alimentado por E-85; y la Prototype, conquistada por un Porsche RS que utilizó E10. En la comparativa salió mejor parado el Corvette, debido en buena medida a que el E85 deja menor huella ecológica que el E10.
En la edición 2009 de esta "carrera dentro de la carrera" participarán coches diésel "limpios" e híbridos eléctricos. Sus promotores —a los que se ha sumado Michelin— están de parabienes, ya que ha comenzado a cundir el ejemplo de las American Le Mans Series: la tecnología de los automóviles híbridos, que esas competiciones fueron las primeras en introducir, ha sido aprobada por la Fórmula 1 a partir de esta temporada.
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