Teherán.- Teherán trata de recuperar hoy su pulso normal tras once días de disturbios y protestas en contra del resultado de las elecciones del pasado 12 de junio, que la oposición ha denunciado como fraudulento.
Tanto el Gran Bazar, corazón económico de la capital, como las principales arterias comerciales presentaban este martes el ajetreo y el ambiente que les caracteriza.
"Se ha hablado mucho de la huelga. Pero la verdad es que la situación económica lo impide. La crisis no nos permite el lujo de cerrar aunque estemos de acuerdo con las protestas", explicaba a Efe un vendedor de telas en el sur de la capital.
Algunos metros más al este, Hamid, camarero de uno de los restaurantes más famosos y concurridos del enorme mercado teheraní aseguraba que hoy, por primer día, habían regresado las largas colas de comensales.
"En los días pasados apenas venían los bazaríes. Aquí hay muchos seguidores del presidente pero la mayoría apoya al (líder de la oposición, Mir Husein) Musaví. La crisis afecta, pero también existe el temor de que si cierran, pueden encontrarse la tienda destruida", afirmaba.
Más al norte, en la calle Valiy-e Asr, escenario durante la última semana de las protestas de la oposición, que exige la repetición de los comicios, el ritmo de vida, marcado por el tráfico lento y aglomerado, también había recuperado su aliento.
"Es verdad que la actividad había descendido, aunque solo por las tardes", admitía un comerciante de frutos secos cerca del parque Mellat.
La presencia en las calles de las Fuerzas de Seguridad también ha decrecido, aunque todavía es mayor de lo habitual en algunos puntos de la ciudad.
Decenas de voluntarios islámicos "Basij" mantenían las patrullas en motocicleta, y el despliegue con palos y barras de hierro a lo largo de la parte sur de la calle Valiy-e Asr y la plaza de Haft-e Tir, donde el lunes la oposición volvió a intentar manifestarse.
Efectivos antidisturbios, pertrechados con corazas negras y porras, controlaban la céntrica plaza de Vanak, donde en los últimos días se han realizado concentraciones.
La fuerte presencia policial, junto a la ausencia en las calles de los líderes de la revuelta, han logrado aplacar la protesta aunque ésta ha prendido en la población.
"Vamos a seguir luchando. Quizá de otra manera, con otras tácticas, pero esto no ha acabado", explica a Efe uno de los miembros de la plataforma de Musaví.
Una mujer que prefiere mantener el anonimato debido a la delicada situación pero que participa activamente en las marchas replica que el problema no es solo en el cansancio si no que muchos "no ven razón para arriesgar sus vidas si los líderes no dan la cara y salen también a la calle".
El régimen endureció el lunes la represión de las protestas con la intervención de la Guardia Revolucionaria, el cuerpo de elite de las Fuerzas Armadas iraníes.
Conocidos como "Pasdarán", dependen directamente del líder supremo de la Revolución, ayatolá Ali Jameneí, y poseen el mejor armamento y equipamiento.
Grupos de pasdaranes se desplegaron el lunes, por primera vez, en la céntrica plaza de Haft-e Tir, donde cerca de un millar de personas trataron de llevar adelante una protesta.
Al descenso de las manifestaciones también ha contribuido el hecho de que ni Musaví, ni el otro candidato reformista derrotado, Mehdi Karrubí han vuelto a ser vistos en público desde que el pasado viernes asistieran al sermón impartido por Jameneí.
En una iniciativa inusual, el líder supremo tomó el principal micrófono del país para exigir el fin de las protestas y advertir a los líderes de que serían responsables de un eventual "baño de sangre".
Aún así, miles de opositores salieron a la calle al día siguiente, en una marcha que concluyó con escenas de batalla campal, cerca de medio millar de detenidos y al menos una veintena de víctimas mortales.
Desde entonces, tanto Musaví como Karrubí han tratado de mantener viva la llama de la protesta con comunicados y arengas a través de internet.
La vía legal para la protesta -la única que admite Jameneí- está igualmente a punto de agotarse.
El Consejo de Guardianes de la Revolución aseguró anoche que no ha encontrado irregularidades suficientemente graves como para anular el proceso electoral.
"Afortunadamente, en estas elecciones presidenciales no hemos hallado trazos de fraude masivo. No ha habido violaciones graves. Así que no ha posibilidad de que se anulen los comicios", subrayó dijo el portavoz del Consejo Ali Abbas Kadkhodaei.
Pese a todo, la semilla del descontento se mantiene viva: anoche, como el resto desde hace una semana, el grito revolucionario "Alahu Akbar" volvió a rasgar con fuerza la noche de Teherán y solo fue acallado con ráfagas de disparos en algunos puntos de la ciudad.
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