El silencio a la puerta del ayuntamiento de Bilbao era sobrecogedor, y la intervención de Paqui Hernández abrió todos los informativos. "Son asesinos. No son presos políticos: eso es mentira. Que no vengan sus familias pidiendo dinero", clamaba ante los miles de manifestantes la viuda de Eduardo Puelles, olvidando lo que algunos sectores nacionalistas vascos califican de corrección política para con los presos de ETA. Francisca Hernández, esposa de la última víctima de la banda, ha pasado a engrosar la lista de las 'mujeres coraje': madres, hijas, esposas de asesinados por la banda terrorista. Paqui ha agitado las conciencias durante unas horas, durante unos días, como quizá hace una década que no sucedía. Pero ¿quién se acordará de ella dentro de unas semanas?
"Se acordará mucha gente. De sus palabras desnudas, despojadas de cualquier utilitarismo", responde Maite Pagazaurtundua, presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. "Esta mujer habrá pensado lo que tenía que decir y lo hizo con su verdad, la del inocente, la de la víctima. Luego volverá a la dureza de la vida cotidiana, pero haber estado arropada por tanta gente le dará fuerza" insiste Pagazaurtundua con la fuerza que tiene quien ha pasado por el mismo trance. Su hermano Joseba, luchador incansable, policía y uno de los fundadores de ¡Basta Ya!, fue asesinado por ETA en 2003. "Para Paqui será horrible acostarse y levantarse cada día, y eso sólo lo mitiga el cariño. No es lo mismo ese horror, ese tormento, si uno está acompañado".
El coraje de Paqui quedó patente a las puertas del ayuntamiento, donde no dio a los asesinos "el gusto" de verla llorar, y sí transmitió su firmeza, su fuerza. "Gracias a Dios hay mucha gente como mi marido, ¡mucha!, y no van a poder con ellos". ¿Qué aporta ese mensaje de 'madre coraje'? "El instinto de la vida, de protección de lo humano, de lo más humano", reflexiona Pagazaurtundua.
Mari Mar Blanco, la hermana de Miguel Ángel Blanco, el concejal de Ermua cuyo asesinato el 12 de julio de 1997 marcó un antes y un después en las movilizaciones contra los etarras, coincide con Pagarzaurtundua en que Paqui, pese al dolor y la rabia, tendrá que tomar el timón para sacar adelante a sus dos hijos. Es la valentía de las mujeres. "No me acuerdo del número exacto de asesinadas por ETA, pero luego quedamos de pie las otras víctimas, en mi caso mi madre y yo. Y tratamos de salir adelante y aquí estamos, al frente del barco", explica.
El psicólogo Ángel Altuna Urcelay lleva años reflexionando sobre el papel de las viudas, madres, hijas o hermanas de los asesinados por ETA. Altuna es hijo del capitán de la Policía Nacional Basilio Altuna Fernández de Arroyabe, asesinado en 1980. Ya entonces, a sus 17 años, decidió dedicarse a la psicología. Era un intento de escarbar en el fondo de tanta barbarie absurda. "Estas mujeres son la clave de cómo ha evolucionado el conflicto. Han evitado más violencia. Se han encargado de transmitir a sus hijos los valores profundamente democráticos, de dar una respuesta moral, de enseñarnos lo que es la justicia", defiende Altuna.
El psicólogo mantiene que las muchas 'Paquis' que ETA ha ido dejando en el camino han sido quienes han cortocircuitado la violencia. Quienes han evitado esa respuesta que podría haberse engendrado con el principio de acción-reacción "que nos hubiera podido llevar a un callejón como el de Irlanda", apunta Altuna. "A veces alguien puede tener la tentación de pensar que quizá, si hubiera habido respuesta por parte de las víctimas, el conflicto se hubiera acortado. Pero no. Sabemos que estamos en el camino correcto y las mujeres juegan un papel fundamental en ese camino para evitar la venganza", remacha el miembro del Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el Pais Vasco.
Como Pagazaurtundua, Ángel Altuna sabe que ahora, cuando la viuda de Puelles regrese a su durísima vida diaria, "se encargará de transmitir a sus hijos lo que es la democracia. Mientras, del otro lado, llevan generaciones inculcando la territorialidad, la prevalencia de los derechos colectivos por encima de los individuales. En fin, lo que ya sabemos" explica Altuna. No hay conferencia o acto en donde no invite a que alguien se "haga eco y fomente un reconocimiento específico de la labor de estas mujeres: viudas, madres, hijas y hermanas". Ellas nos han regalado hondura democrática y nos han protegido a toda la sociedad no sólo de cualquier respuesta no ajustada a las normas que entre todos nos hemos dado, sino de cualquier "otro posible tipo de respuesta que guiada desde el odio y la ira hubiera podido provocar un enfrentamiento fratricida y cruento", insiste el psicólogo.
Mari Mar es, en este terreno, tan rotunda como Altuna. La hermana del concejal de Ermua recuerda que tiene dos hijas y "lo primero en lo que nos esforzamos es en educarlas sin odio, sin ánimo de venganza. Dentro de nuestro dolor y rabia contenida apostamos desde el principio por inculcar el valor de la democracia, el no odio, lo que valen y significan la libertad y la vida". Mar Blanco sabe que esa es la mejor manera de luchar contra los fascismos, "contra los totalitarios que decidieron pegar un tiro en la nuca a mi hermano porque éramos, entre otras cosas, hijos de emigrantes gallegos". En esa distancia entre los valores de unos y otros "está también nuestro triunfo, nuestras diferenciación de los asesinos", explica.
El pasado sábado, María Teresa Castells siguió emocionada la intervención de la viuda de Eduardo Puelles. "Me impresionó mucho. Su esfuerzo por no llorar, con la cabeza alta y esa actitud de 'ya dirá luego el lehendakari lo que corresponda, pero yo voy a lograr decir lo que quiero'. Dijo lo que necesitaba expresar y nos transmitió su valor" comenta Castells, aún conmovida.
Y conmover a María Teresa no es fácil. Es la mujer de José Ramón Recalde, el ex consejero de Educación y luego de Justicia del Gobierno vasco entre 1988 y 1994. El 14 de septiembre de 2000, a las 8.15 de la tarde, José Ramón se encontró con "un agujero negro, bordeado por una circunferencia de acero" al bajar del coche. Era el cañón de la pistola de un asesino de ETA, que le metió un tiro en la boca.
"¿Qué ha sido eso" preguntó María Teresa a Ramón desde dentro del coche. "Un tiro" respondió él . Pero, ¿a quién le han disparado? insistió María Teresa. "A mí", pudo articular Ramón. Así comienzan las memorias de Recalde, que sobrevivió al atentado.
Les dio tiempo a salir del coche, subir a la cocina de casa y que José Ramón recordara el teléfono de urgencias. Después, sintió que se moría y oyó a su mujer —acaban de cumplir 50 años de casados—, tan donostiarra ella, que le respondía: "De un tiro en la boca no se muere nadie". Pero durante unas horas, se temió lo peor. Desde el primer momento, mientras José Ramón luchaba en la UVI, María Teresa y sus hijos se pusieron al frente de las movilizaciones contra los asesinos de ETA.
La Castells es, además de la mujer de Recalde, una luchadora de toda la vida, incluso antes de que su marido pasara por las cárceles franquistas. Es dueña de la Libreria Lagun, un emblema de la transición democrática en Donostia, motivo por el cual sus escaparates, los libros, el local, han sido blanco de los etarras y sus jóvenes secuaces de la kale borroka en numerosas ocasiones. Por eso no se sorprende de las criticas anónimas que ya han surgido, al parecer de algunos sectores próximos al PNV —eso sí, sin dar nombres ni apellidos— contra la intervención de la viuda de Puelles.
Opinan esos sectores anónimos que "es mejor que las viudas no hablen". Naturalmente, Castells no está de acuerdo. "Paqui estuvo magnífica. Y eso no significa que queramos calentar nada ni enfadar a las madres de los presos de ETA. Yo no me comparo con esas madres. No tengo nada que ver con ellas", afirma. Después recuerda que es de justicia puntualizar que, en todos estos años, desde el atentado contra su marido solamente una persona cercana al PNV le dijo a su hija Elena: "es mejor que os estéis callados". En el extremo contrario, María Teresa cita a Iñaki Azkuna, el alcalde de Bilbao, que ha estado en su sitio y ha sido bien claro con respecto al atentado contra Puelles.
Una de las afirmaciones de la intervención de Paqui Hernández que supuestamente ha molestado más ha sido la de que los presos de ETA "no son presos políticos, son asesinos". Maite Pagarzaurtundua lo tiene muy claro. "Es que no son presos políticos. Aquí no hay presos políticos, son asesinos" coincide rotundamente con Hernández. Y en idéntico sentido se expresa Altuna. "El asesinato es de tipo público, el funeral es de tipo público y fue voluntad de la propia mujer, de Paqui, estar allí y hablar. No dijo nada que fuera apología de nada. ¿Que los presos políticos son asesinos? Evidente. En España no hay presos políticos por definición democrática".
El psicólogo piensa que estas reticencias a condenar de sectores nacionalistas que no dan la cara son una muestra del ninguneo que han sufrido las víctimas hasta la llegada del nuevo Gobierno autonómico. "Molestamos como los discapacitados o los borrachos. Esto de que las viudas, mejor calladas, me recuerda aquello de cuando Arzallus dijo sobre la madre de Maite Pagarzaurtundua: "A esta señora, ¿quién le ha escrito el discurso?".
Mari Mar tiene una opinión tajante: "Ese intento de hacer callar a las viudas viene de antiguo. Utilizan la idea de que el dolor y la rabia nos invalidan como víctimas para poder decir cómo queremos que se acabe con ETA. No nos callan, ni nos callarán, pero ya lo han intentado con esa falacia", añade la hermana del concejal de Ermua.
Pagarzaurtundua, Castells, Blanco y Altuna están esperanzados con el tiempo que se ha inaugurado en Euskadi y con el tono distinto del lehendakari López. Con todo, tantas esperanzas frustradas durante años les hacen ser cautos. Quizá por eso, Maite resume así la situación: "Este es un largo camino, pese a lo que esta cambiando. En la sociedad vasca sigue habiendo focos de fanatismo, de insensibilidad, de prejuicios, de relativismo más propaganda intensiva. Mezcla todo eso en una coctelera, agítalo durante años y obtendrás muchas percepciones muy tóxicas que no se borran de un día para otro".
Inasequibles al desaliento, los tres coinciden en que el final está más cerca y vienen tiempos de esperanza, incluso para Paqui Hernández. "Todos nosotros la seguiremos recordando dentro de meses y años" remata Castells.
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