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Del SoHo de los artistas al de los 'yuppies'

Por SARA PARDO (SOITU.ES)
Actualizado 13-06-2009 04:18 CET

NUEVA YORK (EEUU).-  SoHo ya no es lo que era, aunque sigue siendo el SoHo neoyorquino, y por ello es especial. Soho es la abreviatura de South of Houston Street (Al sur de la calle Houston), en referencia a la zona del mismo nombre de la ciudad de Londres. Este barrio mítico limita al norte con la calle Houston, al este con la calle Bowery, la calle Canal al sur y West al oeste. Además, está rodeado de barrios tan sonantes como Greenwich Village, NoHo (North of Houston), Little Italy, NoLIta (North of Little Italy), Lower East Side y Chinatown. Y walá, aquí tenemos SoHo. Visita obligatoria neoyorquina, cenas exclusivas en Manhattan y compras para los que no se puedan resistir a la tremenda oferta que presentan calles como Prince, Spring o Broadway. SoHo es esencia, es Nueva York y parte de su historia más profunda y... lejana.

Nos trasladamos al 1840, cuando esta zona nacía como un barrio bajo conocido como Hell’s Hundred Acres (Los cien acres del infierno) que pertenecía al Cast-Iron District (Distrito del hierro fundido). Y hasta los años 60 y 70 del siglo XX que no se popularizó, cuando se hizo famoso como un vecindario de artistas que vivían en espacios baratos de antiguas fábricas convertidas en lofts y estudios. Eso fue el auténtico SoHo, el barrio del arte y de la moda, referido a diseñadores emergentes que montaban sus paradas en las calles del downtown de la isla. En un patrón que se volvería familiar a otras partes de la ciudad en las siguientes décadas, el barrio subió en la escala socioeconómica, lo que llevó finalmente a un éxodo de la mayoría de artistas, dejando únicamente las galerías, las boutiques, los restaurantes exclusivos y, como nuevos inquilinos, a los 'yuppies'.

Una amiga mía dice que la moda es arte andando por la calle. Y yo siempre he pensado que en según qué calles. En las de SoHo, sí. Y en sus tiendas, pues también puedes encontrar arte, siempre que concibamos arte como actividad creativa con el objetivo de transmitir una idea o un sentimiento. Y es que, por ejemplo, tiendas Prada las hay, muchas. Incluso impacta la de Roma que cuenta con vistas a Santa Trinità dei Monti, pero como la de SoHo, ninguna. Ninguna ha costado 40 millones de dólares, ocupa más de 2000 metros cuadrados y se estudia en facultades de arquitectura de medio mundo, además catapultando a Rem Koolhaas como uno de los arquitectos estrella del siglo XXI. Seguramente no comprarás nada, o sí... Lo que sea, pero debes a verla.

Aprovecho este momento para resaltar la gran presencia española con la que cuenta la zona más popular de la isla, que se da codazos con negocios tan afincados como el de la ya clásica Banana Republic, Louis Vuitton, Dolce & Gabbana o Polo Ralph Lauren. Entre estos dos últimos, encontramos a Jaime Mascaró. O el caso de Mango que crece y crece en Manhattan (al ritmo que ya empezó a hacerlo hace tiempo nuestra bestia Zara) y que, por cierto, ganó el pleito que le puso a una tienda que le usurpó el nombre. También están Agatha Ruiz de la Prada y los escaparates modernistas de Custo Barcelona, que fue pionero en Broome St. Sin olvidar Tous, al lado de la "intelectual" Taschen. Y qué decir de Camper que alterna con Chanel…

Sin duda, el SoHo acoge lo más internacional de nuestros negocios de ropa y complementos, y algunos de ellos se extrapolan por la isla en diferentes zonas de la city. Otros que simplemente no están en SoHo pero tienen gran presencia en el midtown de Manhattan, como Pronovias o la veterana y pionera en estética Natura Bissé, de la que se aprovechan vips y estrellas de Hollywood. Incluso las porcelanas de Lladró, que ofrecen un museo en su propia tienda.

Aunque España también deja huella en el campo gastronómico. En concreto, la cocina catalana queda tremendamente bien representada en los almuerzos y cenas que el chef Seamus Mullen prepara en Boquería, y todo ello debido a la afición de su propietario Yann de Rochefort por Barcelona. Y, una vez más, vale la pena hacer referencia al sueño de cocina de masía catalana al estilo "SoHo", por así decirlo, que plasmó Jaume Reixach (hijo del actor Fermí Reixach) junto a Joshua Sontag de este fabuloso Mercat. Carta en catalán, exquisita bodega, buena comida y una lectura rápida por las más de cien ediciones antiguas del periódico La Vanguardia, que forran las paredes del restaurante, ubicado en Bond St.

Pero como decíamos el SoHo, sin embargo, ya no es lo que era. Antes no encontrabas los mejores cócteles de la ciudad precisamente en este barrio. Ahora sólo tienes que bajar las escaleritas del número 281 de Lafayette St. para deleitarte con el caviar, los cócteles, los finos Martinis y la gran variedad de vodkas que presenta este bar underground en el que no entenderás nada a no ser que preguntes o sepas ruso. Y cerquita en Mercer St. queda el Merc Bar, quizás con la música extremadamente alta, pero a las 2 de la mañana uno ya no lo nota. Es bonito y sus cócteles están ricos (recomiendo probar el ligero 'Vacation').

Y para aquellos nostálgicos que amaban la autenticidad original y propia de lo que era el SoHo neoyorquino, sólo me queda aconsejar una visita a Williamsburg, en Brooklyn, en dónde quizás (un quizás muy arriesgado…) podrán reconocer el SoHo propio de los años 70 y 80. Eso sí, a darse prisa, que los tiempos vuelan y puede ser que Prada en breve se vea capaz de montar otra bestia en Bedford Avenue.

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