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Un experto propone al Gobierno el uso de lo suelos como sumideros de CO2

EFE
Actualizado 11-06-2009 14:43 CET

Murcia.-  El catedrático de Edafología de la Universidad de Santiago Felipe Macías ha propuesto al Ministerio de Medio Ambiente un estudio del carbono de los suelos españoles para utilizarlos como sumideros de dióxido de carbono (CO2), ya que, según aseguró, "cada centímetro de suelo vale su peso en oro".

Macías hizo estas declaraciones en la conferencia "Secuestro de carbono en suelos y biomasa. Valorización biogeoquímica de residuos", organizada por la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo en la facultad de bioquímica de Murcia.

Según este experto, en Galicia cada centímetro de suelo puede almacenar del orden de 4 a 8 toneladas de carbono, y que en zonas como la Región de Murcia pueden rondar las dos toneladas, por lo que, en su opinión, habría que evitar su erosión y adoptar medidas que favorezcan el incremento de su espesor y el crecimiento de biomasa.

Además propugnó una mejor gestión de los residuos orgánicos, gran parte de los cuales van a vertederos donde se descomponen liberando rápidamente metano, un gas de efecto invernadero peor que el CO2; se incineran con producción instantánea de CO2 o se utilizan para compostaje con una liberación de carbono al aire del 50 por ciento durante el compostaje y el resto en dos años.

Al respecto, mencionó que Europa en el año 2004 produjo mil millones de toneladas de residuos, lo que equivale a 1.500 millones de toneladas de CO2 "que dejan en mantillas lo que producen las centrales térmicas europeas".

El catedrático gallego propugna la creación de lo que denomina "tecnosoles" o suelos artificiales a partir de residuos, con lo que se consigue reutilizar los residuos, "secuestrar" carbono a la atmósfera y mejorar la propiedad de los suelos.

La incongruencia es, según afirmó, que el Protocolo de Kioto no haya querido incluir el CO2 que emiten los residuos en el cómputo total, "quizás porque entendieron que eran inevitables".

A juicio de este experto, desde el punto de vista geológico es un error afirmar que la subida del CO2 implica una subida de las temperaturas, y sería la primera vez que ocurriría -dijo- dado que históricamente ha tenido lugar todo lo contrario, es decir, el CO2 se ha incrementado por una intensa actividad volcánica o por variaciones en la radiación solar.

En este sentido, subrayó la capacidad amortiguadora que tienen los sistemas naturales del planeta, y recalcó que el sumidero de carbono en el suelo terrestre representa 4,5 veces más que el carbono atmosférico y 3,3 más que el acumulado en la biosfera, si bien esta posibilidad de sumidero no ha sido contabilizada cuando se elaboró el protocolo de Kioto (1997).

Recordó que Estados Unidos quiso contabilizar los sumideros en el cómputo de CO2, pero la Unión Europea se opuso argumentando que no se conocía exactamente su capacidad para "secuestrar" dióxido de carbono, si bien en Kioto "se cuenta hasta la mínima emisión de CO2", apostilló.

Señaló que el CO2 atmosférico actual es el mínimo contemplado desde el punto de vista geológico, y citó como ejemplo el Cretácico, periodo en el que había temperaturas medias en el planeta de 25 grados centígrados y se originaron concentraciones de 10.000 partes por millón de CO2, frente a los 15 grados de media que hay en la actualidad y las 300 partes por millón de dióxido de carbono.

Comentó ciertas paradojas como la que refleja un reciente estudio del geocientífico James Kasting según el cual los aumentos de temperatura atmosférica desencadenan mecanismos de fijación de CO2 y, por lo tanto, el inicio de una cierta tendencia a la disminución del dióxido de carbono atmosférico o lo que es lo mismo, una tendencia al enfriamiento global.

Respecto al temor al deshielo en los Polos, recalcó que en el 90 por ciento de la historia de la Tierra no existieron y "son relativamente recientes", si bien desde el punto de vista actual vivimos pendientes de su evolución.

Llamó también la atención por el hecho de que la reforestación se produjo en el siglo XX, y así en regiones que aparentemente pudieran parecer bosques tupidos como Asturias o Galicia, existen documentos que demuestran que eran "un brezal" a principios del siglo XX, que Inglaterra estaba totalmente desarbolada, y que las culturas del Fuego arrasó en Europa con todo el arbolado, una disminución de la vegetación solo frenada recientemente con la plantación de árboles como política ambiental.

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