Azuzados por la presión social, el Gobierno, los sindicatos y las patronales siguen con contactos secretos para dar un empujón —el número mil— al diálogo social. Reunidos desde hace meses, sindicalistas y empresarios son incapaces de llegar a acuerdos sobre la mínima propuesta, pese a enfrentarse a la crisis más grave de la historia económica. El triunfo del PP en las elecciones europeas obliga a Zapatero a presionar más si cabe a sindicatos y a patronal para que concreten algo antes del verano.
Zapatero "ya nos puso firmes" —confiesa uno de los protagonistas del diálogo— cuando el pasado 20 de mayo reunió en secreto en La Moncloa a Cándido Méndez (UGT), Ignacio Fernández Toxo (CCOO) y Gerardo DÍaz Ferrán. Pese a que en algunas informaciones se aseguraba que a la cena en La Moncloa también asistieron Jesús Bárcenas, presidente de Cepyme, y Javier Vallés, director de la Oficina Económica de Zapatero, éstos dos últimos no asistieron al encuentro.
Pero sí que han seguido después las reuniones entre los negociadores y "están pasando cosas que la prensa no controláis", ha confirmado uno de los altos cargos de los sindicatos a esta web, aunque también ha añadido que si hay algún acuerdo será "sin el Gobierno, que nunca va a estar en la negociación colectiva". Se llegará a acuerdos sobre la racionalización de los contratos laborales —"sobre su utilización" aclaran las mismas fuentes— sin hablar de reforma laboral. Se buscará otro eufemismo que salve la piel al Gobierno y a los sindicatos.
Zapatero ya lo adelantó la semana pasada ante los empresarios catalanes del Círculo de Economía, "No se hablará de reforma laboral", pero sí que se podrán pactar fuera del sector los acuerdos entre empresarios y sus trabajadores. O, como pidió el presidente a los empresarios catalanes, "una adaptación de las empresas y los trabajadores en la que la flexibilidad interna será fundamental".
La derrota de los socialistas en las elecciones europeas "obligará al presidente a ponerse las pilas", opinaba esta mañana un ex ministro durante la intervención del presidente del Consejo Económico y Social (CES), Marcos Peña. Y para mediar en ese proceso, Zapatero habría elegido a su hombre económico en La Moncloa, Javier Vallés, que deberá vigilar el día a día sobre los supuestos avances entre patronal y sindicatos.
"Antes de las vacaciones tendremos que tener algo", confesaba esta mañana Jesús Bárcenas, presidente de Cepyme, al final del desayuno de Peña. Y en idéntico sentido se han expresado Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo ante los focos. Avanzan "entre dificultades", dicen, pero esperan llegar a algún acuerdo antes del mes de agosto.
"Da igual lo que digan patronal y sindicatos. La cuestión es que el Gobierno tiene que meter mano ahí para realizar los cambios en el mercado laboral. Lo llamen reforma o como quieran. Lo ha dicho Marcos Peña, los sindicatos y la patronal dialogan desde hace 30 años, pero ahora se debería mojar más gente, como el Gobierno y el PP. Estamos en una situación de emergencia, tal y como Peña ha destacado", reflexionaba otro experto en relaciones laborales, que ha estado —y está— muy vinculado a los convenios colectivos. Peña ha hablado de la situación de "emergencia" que atravesamos, pero en los dos sentidos, tanto en el de la gravedad de la crisis como en el sentido "emergente", es decir,"saldremos" adelante.
Como colofón al desayuno, tras la resaca de la noche electoral, reinaba un evidente desánimo entre los prohombres socialistas. Al preguntar sobre el papel que Javier Vallés podría jugar en el diálogo social, otro ex ministro de Felipe González, entre bromas y serio, ha recordado que "Vallés puede hacer de Marcos Peña en las reformas del 93 y 94, como ha recordado Solbes. Aquellos años fueron fructíferos. Cuando Griñán era ministro de Trabajo, trabajaba estrechamente con Solbes en Economía y Marcos mediaba entre unos y otros. Vallés puede si Zapatero le deja," ha remachado el político.
Pero de lo que nadie dudaba era de que el Gobierno necesita irse de vacaciones con algún resultado en el diálogo social.
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