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El Nuevo Laborismo británico, un barco a la deriva

EFE
Actualizado 03-06-2009 10:33 CET

Londres.-  El Nuevo Laborismo es hoy como un barco a la deriva con abandonos en cadena y sin que el anuncio del reajuste ministerial previsto para después de las elecciones europeas y locales de este jueves en Gran Bretaña parezcan servir de nada.

Todo conspira contra el primer ministro, Gordon Brown, y así las diarias revelaciones sobre abusos por parte de los parlamentarios del sistema de compensaciones económicas por sus segundas viviendas amenazan con castigar más a los laboristas que a conservadores y liberal-demócratas.

De nada le vale a Brown decir que lo ocurrido en el Parlamento repugna a su "conciencia presbiteriana". Nadie parece ya creerle y el primer ministro da la impresión de estar más aislado que nunca incluso dentro de su propio partido.

Los políticos "saltan del barco", titulan hoy varios diarios, que destacan la total pérdida de autoridad del jefe del Gobierno, e incluso "The Guardian", el más afín de todos al laborismo, publica este miércoles un editorial demoledor sobre Brown en su primera página.

"La verdad es que Brown carece de visión, de plan, de argumento para el futuro y de apoyo. El público lo ve. Su partido lo sabe y también deben verlo los miembros de su Gobierno aunque aún no se hayan armado de valor para decírselo", escribe el periódico.

Y añade: "Al laborismo le queda un año antes de las elecciones (generales). Su líder actual lo echaría a perder. Es hora de desprenderse de él".

El anuncio efectuado en las últimas horas por la ministra del Interior, Jacqui Smith, y de Tom Watson, otro miembro de su Gobierno muy próximo a Brown, de que abandonarán el gabinete tras las elecciones europeas (y locales parciales) de este jueves, le han chafado el plan de ser el mismo quien diera a conocer a bombo y platillo el próximo reajuste ministerial.

A muchos el líder laborista les recuerda la última etapa del primer ministro conservador John Major, aunque con la diferencia de que el sucesor de Margaret Thatcher ganó por sus propios méritos unos comicios generales en 1992 mientras que Brown, que sucedió a Tony Blair al frente del laborismo en junio del 2007 no ha sometido su liderazgo al veredicto de las urnas.

Brown coqueteó con una convocatoria electoral en otoño del 2007, pero se echó atrás en el último momento al ver que los sondeos no le eran favorables, lo que sirvió para que los conservadores le acusaran de haberse arrugado y comenzara un proceso de desgaste que no ha cesado hasta hoy.

Los medios pronostican para las elecciones generales del próximo año un descalabro similar al que sufrió el viejo laborismo a manos de Margaret Thatcher en 1979 y del que no se iban a recuperarse hasta catorce años más tarde con la llegada de Blair al poder.

De nada parece haberle servido a Brown ester año la convocatoria, en Londres, de la cumbre del G20 (grupo de países desarrollados y emergentes) con la primera visita a Europa del presidente de EEUU, Barack Obama, de la que el primer ministro británico trató de sacar capital político presentándose casi como el salvador de la economía mundial con sus recetas para el rescate bancario.

Los tiempos en que Brown presumía de ser el mago de la economía y artífice del mayor período de estabilidad económica y prosperidad de este país pasaron a la historia con el estallido de la crisis financiera y la demostración de que todo no había sido más que un espejismo.

El instinto conservador de Brown le llevará a tratar de capear como sea el temporal y aguantar hasta la fecha tope para la celebración de nuevas elecciones, el 3 de junio del año próximo, si no se presenta antes un rival capaz de unir tras de sí al partido.

La prensa británica habla hoy de cambios inmediatos en su gabinete, que afectarían al ministro de Finanzas, Alistair Darling, tocado del ala por el escándalo de los gastos indebidos parlamentarios, e incluso al titular de Exteriores, David Miliband.

Pero, como escribe "The Guardian", "la tragedia de Brown y de su partido es que se ha perdido ya la ocasión de cambiar(...) Brown no puede encabezar una revolución contra su propia forma de hacer gobierno y, sin embargo, es necesaria".

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