CIUDAD DEL CABO.-Un colorido espectáculo: alfombra roja, tambores tradicionales, la banda de ejército con uniformes tan resplandecientes como sus instrumentos, 21 atronadoras salvas: una por cada botón que lucen los vestidos de los políticos surafricanos.
La apertura de la sesión parlamentaria en Ciudad del Cabo, un ritual anual, no pierde esplendor, y si alguien tiene dudas de que ésta es la nación del arco iris, se evapora con un solo vistazo a los diputados que desfilan camino del parlamento, en el centro de la ciudad, con sus mejores ropas, diseñadas para la ocasión.
Y es que si la sesión es esperada por los surafricanos porque el presidente pronuncia su discurso sobre el Estado de la Nación, también es una buena ocasión para cotillear sobre el buen —o mal—- gusto de los políticos al decidir su indumentaria, algo a lo que periodistas, comentaristas y gurús de la moda locales se entregan con placer. No es para menos: sombreros de todos los colores, formas y tamaños, a cada cual más inverosímil, vestidos con mangas japonesas y sin manga, chales, satenes, flores y plumas de avestruz, trajes cortos y largos, de corte occidental o tradicional, sencillos o barrocos, afro-chic o estilo mesa-camilla. Para todos los gustos.
Una cosa queda clara: los surafricanos siguen festejando su democracia. La jornada se inicia a las nueve de la mañana, con el corte de carreteras y el consiguiente enfado de los ciudadanos que recurren al coche para llegar a sus trabajos. El centro de la ciudad queda bloqueado para los desfiles militares de protocolo. Llega la alfombra roja y la procesión de parlamentarios y acompañantes, presidentes provinciales, autoridades judiciales, invitados y mandatarios extranjeros. Saludan a los ciudadanos que se aprestan a situarse en las inmediaciones, con la esperanza de ver al dirigente más querido del país, Nelson Mandela, que ayer sí asistió al evento (alguna vez se ha ausentado por razones de salud).
Es la fase ligera de la jornada, cuando los comentaristas se dedican a puntuar. Este año se han llevado las críticas más aceradas la dirigente de los Demócratas Independientes, Patricia de Lille, que con un traje pantalón de color azul claro brillante, sombrero de gángster a juego y corbata roja parecía homenajear a los participantes del carnaval tradicional de la ciudad, que visten de forma similar, mientras que se comentó de forma favorable el vestido colorista de la mujer del presidente Jacob Zuma, Ma Khumalo —una de las tres que tiene (en la foto, con todas ellas)—, con reminiscencias zulúes. Muy comentado también fue el atuendo tradicional 'xhosa' de la anterior presidenta de la provincia del Eastern Cape que, pese al mal tiempo, acudió al evento descalza. Otros se felicitaron por la sensatez de algunos diputados al recurrir al elemento más tradicional de Lesoto, en un día de frío y lluvioso como el de ayer: una manta sobre los hombros que hace las veces de abrigo.
Una vez los diputados e invitados oficiales entran en el edificio y ocupan sus escaños (a Mandela y a su mujer, Graça Machel se les reservaron asientos en la parte de atrás de la sala para evitar que el ex presidente tuviera que subir y bajar escaleras) se inicia la parte seria de la jornada. El presidente Jacob Zuma, recién elegido con grandes expectativas por parte de la población, que espera que impulse la creación de empleo y la lucha contra la pobreza, no pudo ofrecer un discurso demasiado optimista sobre la crisis,que ha provocado que Suráfrica entre en recesión por primera vez desde hace 17 años.
Zuma centró su discurso en la necesidad de crear empleo, y aseguró que el programa de trabajos públicos que el Gobierno va a expandir llegará a colocar a cuatro millones de surafricanos. Abogó por mejorar la enseñanza pública y enfatizó la necesidad de luchar contra el crimen, una de las lacras del país. Zuma se refirió en diversas ocasiones a Mandela y en cada una de ellas los diputados irrumpieron en aplausos. Una vez finalizado el discurso, el 'imbongi', un poeta especializado en describir a las figuras prominentes de forma laudatoria se sumó a los cantos y bailes de los diputados del Congreso Nacional Africano (ANC) en honor al presidente . Le espera un año difícil.
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