San Pedro Sula (Honduras).- La OEA celebra esta semana su XXXIX Asamblea General con la "no violencia" como tema oficial pero con el complicado asunto del levantamiento de la suspensión de Cuba como verdadero protagonista.
La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el máximo órgano decisorio del organismo interamericano, arrancará el martes dos intensos días de debates entre los cancilleres de las Américas que, dependiendo de lo que decidan sobre Cuba, podría convertirse en histórica.
Por primera vez en casi medio siglo, la OEA debate derogar la resolución que suspendió en 1962 a Cuba de su participación en el Sistema Interamericano, tomada en plena Guerra Fría.
En principio, los 34 países miembros acuden a la Asamblea con un consenso sobre la necesidad de levantar la suspensión, pero con divergencias de procedimiento y de fondo.
Pese a este importante acercamiento de posturas, al que se llegó tras muchas horas de discusiones, los miembros de la OEA no han logrado, de momento, elaborar un único proyecto de resolución que satisfaga los requisitos de todos ellos.
Hace 47 años, en mitad de la crisis de los misiles, se convocó una reunión de consulta de cancilleres en Punta del Este (Uruguay) en la que se suspendió a Cuba en el Sistema Interamericano por sus vínculos con el bloque chino-soviético, considerados "incompatibles" con los valores interamericanos.
Los 34 países miembros de la OEA coinciden en que esa resolución es un residuo de la Guerra Fría y en que las condiciones que se dieron entonces han cambiado y que el texto debe ser revocado.
Pero las diferencias sobre el lenguaje y el proceso a seguir, tanto antes como después del levantamiento de la suspensión, son enormes.
Algunos países, como Nicaragua, con el apoyo de Venezuela, quieren derogar la resolución como un acto de justicia y de rectificación histórica hacia La Habana, lo que supondría asumir un "mea culpa". Otros, como Honduras, quieren revocarla sin más.
Unos terceros, entre ellos EEUU, opinan que se requiere un diálogo con Cuba, que ha dicho en repetidas ocasiones, y con más insistencia en los últimos días, que no tiene ningún interés en reincorporarse a un organismo que considera debe desaparecer.
En principio, según fuentes diplomáticas, EEUU ha logrado dos importantes concesiones a sus exigencias, porque los países han accedido a iniciar un diálogo con La Habana y coinciden en que un eventual regreso de Cuba no puede ser automático.
El Gobierno de EEUU, ha dejado claro que no apoyará ninguna resolución que no incluya un claro compromiso por parte de Cuba a acatar los principios y valores democráticos y de derechos humanos por los que se rige la OEA.
Ese punto es el escollo de las negociaciones, según las fuentes.
Mucho está en juego para la OEA, que afronta además una Asamblea acosada por crecientes críticas procedentes de sus propias filas sobre su eficacia y con amenazas de algunos países, como Venezuela, de abandonarla si no se transforma.
Derogar la resolución del 62 es asimismo una apuesta personal de su secretario general, José Miguel Insulza, que lleva 4 años al frente del organismo hemisférico y que el año próximo tendrá que presentarse a la reelección.
Para Honduras es también una Asamblea importante porque, si se levanta la suspensión a Cuba, se convertirá en "el país donde se abrió" la puerta a la isla para su eventual regreso a la OEA.
Por todas estas razones, y por el peso que le da la asistencia de los presidentes Rafael Correa, de Ecuador; Fernando Lugo, de Paraguay, y Daniel Ortega, de Nicaragua, a la inauguración, la Asamblea de la OEA será este año especial.
Pero Cuba no será el único asunto que aborde la Asamblea, dado que prevé aprobar una declaración ya consensuada sobre el tema "hacia una cultura de la no violencia", y debatir otros temas, como la prosperidad humana, la seguridad energética y la sostenibilidad ambiental, así como el apoyo a Haití que corresponden a los mandatos que le dio a la OEA la V Cumbre de las Américas.
En la agenda de la Asamblea General también figuran, como todos los años, viejas demandas y litigios bilaterales como la cuestión de las islas Malvinas o el problema marítimo de Bolivia.
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