Puno (Perú).- Nunca antes la ciudad peruana de Puno, a orillas del gigantesco lago Titicaca, había presenciado tal cantidad de atuendos, lenguas y tradiciones como en estos días, en que acoge la IV Cumbre Continental de los Pueblos Indígenas.
Hasta esta semana, la pequeña ciudad del altiplano peruano era conocida por estar ubicada a orillas del "lago sagrado" de los Incas y como punto de encuentro de las culturas quechua y aymara.
Para la mayoría no era más que un sitio de paso por su cercanía con la frontera con Bolivia.
Este viernes, sin embargo, la Plaza de Armas de la ciudad amaneció con cerca de un centenar de guías espirituales concentrados en hacer ofrendas a los cuatro vientos, al sol y a la madre tierra ante delegaciones de pueblos que iban desde mapuches a conics, mayas o guaranís.
Y es que la "Pachamama", nombre de la madre tierra en quechua, es el elemento común de las casi 400 etnias que se reúnen en Puno hasta el domingo próximo, separadas muchas de ellas por miles de kilómetros, pero con una forma común de entender la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Precisamente, el medio ambiente, junto a la propiedad de la tierra, caracterizaron los cánticos más entonados durante el pasacalles que precedió a la inauguración de la cumbre, y que tiñó de centenares de colores el centro de la ciudad.
Abriendo la comitiva iban los "pututos", caracolas marinas gigantes o cuernos de res, utilizados por las culturas americanas para convocar al pueblo o llamar a la guerra, y que todos los presentes entendían, desde kichwas a yanacunas.
Paradójicamente, ante la eventual torre de Babel en que podía convertirse esta celebración, fue el castellano, una lengua llegada con la conquista española, el que apareció como idioma común.
Por lo menos así fue para Juana, una puneña de la provincia de Melgar, que bromeaba en la plaza de armas con una compañera boliviana a la que acababa de conocer y a la que aseguraba que "algo bueno sí dejaron los españoles".
"Yo estaba sola, no conocía a nadie, y ahora ella me hace compañía", comentaba la joven boliviana, vestida con sus polleras y en cuya bolsa a la espalda en vez del típico niño portaba la funda de un charango, el pequeño instrumento de cuerda de Los Andes.
Tras las festivas ceremonias comenzaron los debates en la Universidad del Altiplano, sede de la cumbre, donde se han instalado 68 mesas temáticas que no se dan abasto y son ampliadas por improvisados círculos de discusión en los que se defienden con ardor posiciones encontradas.
Y es que no se puede olvidar que se trata de una cumbre política, en la que se discuten temas tan especializados como el estado plurinacional comunitario, la crisis del desarrollo capitalista y el desplazamiento forzoso de las comunidades.
Como cualquier cumbre internacional, también aquí surgen imprevistos y descoordinaciones que crean más de un dolor de cabeza a unos organizadores que cada día tienen que recurrir al ingenio para coordinar y dar de comer a 7.000 delegados y 250 periodistas.
No es raro encontrar a un grupo de hombres o mujeres que discuten alrededor de un plano de la universidad cómo llegar a tal o cual mesa temática, o sorprenderse ante la fuerza del viento andino que de pronto arrecia y se lleva por los aires carpas enteras.
A parte de estos pequeños imprevistos, y más allá de las conclusiones que se conocerán el domingo, lo cierto es que Puno no olvidará los días en que un amish estadounidense y un masai keniano, que ha llegado como observador, admiraron juntos la inmensidad del Titicaca, el lago navegable más alto del mundo.
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.