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Apoteósico fin de fiesta en el Camp Nou

EFE
Actualizado 28-05-2009 23:55 CET

Barcelona.-  La plantilla del Barcelona se fundió en un emotivo y gigantesco abrazo con su afición, en un apoteósico final de fiesta en el Camp Nou, después de recorrer las calles de la ciudad en una caravana para celebrar los tres títulos conseguidos por el conjunto de Pep Guardiola; la Copa del Rey, la Liga española y la Liga de campeones.

Después de una caravana de ocho kilómetros y tres horas ante 750.000 personas por las calles de Barcelona en un autobús descapotable, los jugadores se saltaron el protocolo para irrumpir por sorpresa en el césped del Camp Nou a las diez y media de la noche. Por uno de los córners del gol sur aparecieron Valdés, Xavi, Bojan, Jorquera y Víctor Sánchez, con la Copa de Europa en las manos, eufóricos, protagonistas de un Camp Nou entregado.

La magia se multiplicó cuando todos sus compañeros llegaron al campo: Henry, con el trofeo de la Liga. Piqué, con la Copa del Rey y una camiseta de la selección de Camerún. Messi, subido a hombros de Gudjohnsen. Keita, con un gorro de la Guardia Urbana, disfraces para un día festivo y multicolor. Y mientras, Guardiola entró al Camp Nou asombrado y sin palabras. Se echó las manos a la cabeza y se quedó boquiabierto antes de conducir a su equipo al vestuario. La fiesta todavía no había terminado.

Las luces se apagaron. Saltaron miles de flashes fotográficos. Los videomarcadores emitieron las mejores imágenes de la temporada. "Pueden pasar días, meses y años. Incluso siglos, pero al equipo del triplete nunca le olvidaremos. Gracias tricampeones", se leyó en las pantallas.

Uno a uno, todos los miembros de la plantilla desfilaron en solitario. Primero, los auxiliares, recuperadores, preparadores físicos, fisioterapeutas, utilleros y ayudantes del cuerpo técnico. Después, los jugadores. Sylvinho, aires de despedida, apareció con una trompeta. Eto'o, con una bufanda del Barça. Henry, sobrio, señalando con los dedos los tres títulos. Gudjohnsen dio una voltereta y Messi apareció con una barretina 'sui generis'.

Quedaron para el final del desfile los tres trofeos, escoltados por los capitanes. Iniesta y Valdés sostuvieron la Copa del Rey. Xavi y Puyol, la Liga. Y Guardiola y su escudero, Tito Vilanova, ofrecieron la Champions cuando estallaban los acordes del 'We are the Champions'.

Después de la tradicional vuelta de honor al estadio llegó el turno para los parlamentos. Primero fue Puyol, el capitán, serio y formal para ofrecer la Champions a la afición. "Esta temporada es un sueño hecho realidad", gritó.

Su entrenador, Pep Guardiola, atrapó el micrófono. Nervioso, sin dejar de caminar, agradeció el apoyo de "los 20.000 culés que enmudecieron al Manchester en Roma". También pidió un aplauso para "los hombres de marrón", todos los auxiliares y ayudantes, "los que cuidan de sus jugadores como si fuesen sus hijos".

El desfile de parlamentos ofreció discursos para todos los gustos. Piqué recordó con sarcasmo que "ningún equipo español había hecho el triplete, somos los primeros", y luego se dedicó a repartir el micrófono en el papel de maestro de ceremonias. Xavi proclamó su "orgullo de ser culé y catalán".

Iniesta se arrancó en catalán: "Gracias a vosotros, soy el hombre más feliz del mundo". Y acabó manteado por sus compañeros. También Messi, eufórico. Alves destacó la unidad de la plantilla y el trabajo "para que todos podáis disfrutar de esto".

"A mí no me quedan fuerzas ni para hablar. Durante toda la temporada, mi única preocupación ha sido era sacaros una sonrisa. Me alegro de haberlo conseguido", gritó Eto'o a la afición. Henry celebró haber conseguido "la Copa que me faltaba", la Champions. "Después de un año muy malo, ahora puedo decir que soy culé", dijo el francés. Su compatriota Abidal, uno de los grandes bromistas del vestuario, presumió del éxito del equipo: "¡Hemos hecho una temporada de puta madre!". Gudjohnsen, "un chico de pocas palabras de Islandia, que nadie sabe dónde está", simplemente se llevó la mano al corazón.

Las puertas del estadio se habían abierto poco antes de las ocho de la tarde, con acceso libre sin atender a la condición de abonado, socio, aficionado o turista. Apenas una hora después, las gradas lucían un aspecto impresionante. Sólo los partidos del Real Madrid y el Chelsea habían reunido a tanta gente en el Camp Nou. A falta de aproximadamente una hora para la llegada de los jugadores, los operarios del club cerraron las puertas del estadio. No había sitio para nadie más.

Para entretener la espera -casi tres horas para los más madrugadores-, los aficionados, jóvenes en su mayoría, decenas de miles de camisetas en la grada, escucharon en directo a varios grupos catalanes -Teràpia de Xoc, Miquel Abras, Gossos, Pep Poblet, Roser y Lax'n'Busto-, hicieron la ola y entonaron todos los cánticos del repertorio culé. Algunos, con recuerdo para el Real Madrid ('Boti, boti; boti madridista el que no boti'). Otros, simplemente para aclamar a los jugadores (especial atención para Iniesta y Messi), a Guardiola y también a héroes no tan lejanos, como Belletti, autor del gol de la victoria en la final de 2006.

Nunca el barcelonismo se había entregado a una fiesta tan emotiva y completa. La ocasión lo merecía: en el ambiente flotó la sensación de vivir un hecho histórico. Por primera vez, el Barça ha logrado los tres grandes títulos en una sola temporada. Lo celebró a lo grande: 'Viva la vida', traca final y fuegos artificiales para el mejor Barça de la historia.

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