Montecarlo.- El conflicto que mantienen la Asociación de Equipos de Fórmula Uno (FOTA) y el presidente de la Federación Internacional del Automóvil, Max Mosley, ha escrito un nuevo capítulo el pasado fin de semana en Mónaco, que ha terminado con buenas palabras, pero nada, mas ya que el proceso permanece enquistado.
El pasado viernes, día que se abrió el plazo de inscripción para el mundial del próximo año, se reunió la FOTA y allí acordaron presentar "una propuesta concreta y constructiva para presentar al presidente Mosley y reiteramos que si no se cambia el reglamento no nos inscribiremos en el mundial de 2010", según manifestaciones de su presidente, el italiano Luca Montezemolo.
Al finalizar la posterior reunión con el presidente de la FIA, este dijo a la prensa que había sido "una reunión buena y constructiva".
Pero lo cierto es que ni FOTA, ni Mosley, cedieron un ápice en sus posturas, aunque las partes anunciaban que el acuerdo estaba muy próximo, pero el sábado no se produjo ninguna reunión conjunta y el presidente de la FOM (Formula One Management), el británico Bernie Ecclestone, echaba un jarro de agua fría, y decía que no se había avanzado nada y que las partes se mantenían en sus posiciones.
El domingo FOTA se volvía a reunir y por fin uno de sus miembros se decidía a hablar y lo hacía como es habitual en el con una claridad contundente: "hemos enviado una carta al presidente Mosley en la que le señalamos los puntos que todavía se tienen que aclarar y lo importante es que ha sido firmada por los representantes de todos los equipos, espero que Max Mosley se dé cuenta de esto, de la unidad, y veremos que sucede".
Esto quiere decir que la situación sigue sin cambios y al no haber prevista ninguna nueva reunión para la semana que ahora empieza, ningún equipo se inscribirá cuando finalice el plazo el viernes 29.
El que la FOTA organice un campeonato es algo poco probable, porque tendrían que encontrar un suministrador de neumáticos y sobre todo porque algunos constructores agradecerían esta situación para salir de la Fórmula Uno, en un periodo de grave crisis en el sector del automóvil en el que es difícil explicar a los sindicatos la inversión de millones de euros, mientras se echa gente al paro.
Otra solución para algunos de los actuales equipos sería dedicarse, de momento a otras competiciones como la IRL estadounidense, con las 500 millas de Indianápolis, o los prototipos para participar en las 24 horas de Le Mans, con presupuestos infinitamente inferiores y con gran repercusión mediática.
La incertidumbre de lo que puede pasar con el mundial de Fórmula Uno del año próximo llega también a los patrocinadores que no saben a qué atenerse, en qué serie correrán los coches o en qué circuito lo harán, si van a patrocinar a la Fórmula Uno actual o a la futura de dos niveles con reglamento liberal para los que acepten el tope salarial de 45 millones de euros.
Max Mosley parece haberse metido en un callejón sin salida con sus constantes cambios en los reglamentos, no sólo en la Fórmula Uno, sino en el mundial de Turismos, una vez comenzado el mismo.
Su mandato expira el próximo mes de octubre y su intención es la de presentarse a un nuevo periodo de cuatro años y casi con toda seguridad lo logrará, y puede pasar a la historia como el hombre que obligó a Ferrari a marcharse de la Fórmula Uno tras sesenta años ininterrumpidos de participar en la misma.
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