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El festival de Glyndebourne comienza con "Falstaff" de Verdi

EFE
Actualizado 22-05-2009 13:59 CET

Glyndebourne (Inglaterra).-  Con "Falstaff", la ópera cómica, y última, de Giuseppe Verdi, tan diferente en cierto modo de todas sus anteriores, ha comenzado Glyndebourne su edición conmemorativa del 75 aniversario.

Glyndebourne es un festival que se distingue tanto por la calidad de sus producciones - el largo tiempo dedicado a los ensayos que permiten compenetrarse muy bien a todo el equipo- como por la belleza del paisaje en el que se ubica su auditorio.

Por él pasaron al comienzo de sus carreras estrellas del mundo operístico como Luciano Pavarotti, Roberto Alagna, Rolando Villazón, Montserrat Caballé, Mirella Freni y tantos otros, que le han dado renombre.

Situado cerca de la pintoresca localidad de Lewes, con su castillo normando y las casas del filósofo Thomas Paine y Ana de Cleves, una de las esposas de Enrique VIII, Glyndebourne es uno de los festivales de ópera británicos más originales.

Lo que convierte a Glyndebourne en una experiencia singular son los picnics que montan los asistentes, todos vestidos de esmoquin y traje de noche, siempre que el tiempo lo permita, en las praderas que rodean tanto la bella mansión original, que data del siglo XVII, como el moderno auditorio, dotado de una excelente acústica.

Caballeros y damas de todas las edades se sientan sobre el césped al estilo del célebre cuadro de Manet, aunque sin el desnudo femenino, o, si quieren estar más cómodos, alquilan una mesa y unas sillas sobre las que poner sus botellas de champán, su paté, sus quesos y tal vez su caviar.

Pero el clima de esta isla engaña y, a menos que uno sea inglés, conviene siempre llevarse una gabardina o una manta, sobre todo hacia el comienzo del festival, para prevenir el riesgo de algún desagradable resfriado.

Si Glyndebourne estuvo en sus comienzos asociado sobre todo a las óperas de Mozart, debido a que sus primeros responsables fueron dos alemanes que emigraron de su país tras la llegada de los nazis al poder - Carl Ebert y Fritz Busch- hoy el repertorio es muy variado.

Así este año, junto a "Falstaff", Glyndebourne ofrece hasta el 30 de agosto, cuando acaba el festival, dos óperas barrocas: "Giulio Cesare", de Händel "The Fairy Queen", de Henry Purcell, además de "Rusalka", de Antonin Dvoräk, "L' Elisir d'Amore", de Gaetano Donizetti, y "Tristán e Isolda", de Richard Wagner.

El "Falstaff" que inauguró el vienes por la noche el festival es una nueva producción del británico Richard Jones y con el joven maestro ruso Vladimir Jurowski al frente de la London Philharmonic Orchestra (LPO) y el coro de Glyndebourne.

Se trata de un montaje tradicional y divertido, sin estridencias: Jones sitúa la acción en la Inglaterra de los años veinte del siglo XX, con un huerto de coles gigantes, jóvenes que desfilan por el escenario portando piraguas - estamos junto al Támesis- y unas niñas con uniforme y sombrerito que marchan de un lado para otro o, de espaldas al público, hacen como que bordan el inmenso telón en el entreacto.

Jurowski dirige con pulso a la LPO y extrae todas las sutilezas de una partitura caracterizada por la perfecta simbiosis de la palabra y la música en un estilo que si por un lado entronca hacia atrás con Monteverdi lo hace hacia adelante con el verismo aunque sin el realismo o la hiperexpresividad de un Puccini.

De los intérpretes cabe destacar al Christopher Purves, que debuta como Falstaff, después de haber hecho el papel de Ford en esa misma ópera frente al Falstaff de Bryn Terfel en Cardiff el año pasado.

Embutido en un traje especial del color de la carne hecho para aparentar gordura, Purves encarna con convicción a ese multifacético personaje, venal y engreído, a quien redime, sin embargo, el hecho de ser finalmente consciente de su ridícula condición.

La contralto canadiense Marie-Nicole Lemieuw, de una comicidad excelente como mistress Quickly, la soprano eslovaca Adriana Kucerova como Nannetta, la rusa Dina Kuznetsova como Alice Ford y el barítono griego Tassis Christoyannis (Ford) o la mezzosoprano Meg Page, recibieron los aplausos de un público que se divirtió visiblemente la noche del estreno.

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