Redacción Internacional.- Tres años después del enorme éxito de "Noche en el museo", el mismo equipo, con Ben Stiller como protagonista al frente, vuelve con la misma fórmula, el mismo efectismo visual y una historia sin complicaciones para ofrecer un producto de puro entretenimiento.
Si en la primera película el museo en cuestión era el de Ciencias Naturales de Nueva York, en esta segunda parte la historia se traslada al Smithsonian de Washington, aunque el cambio ni mejora ni desmerece la anterior ubicación.
En "Noche en el museo 2" ("Night at the Museum: Battle of the Smithsonian"), Stiller repite como Larry Daley que, harto de su nueva vida de rico empresario, regresa a ver a su viejos amigos del museo, las estatuas que cobran vida por un antiguo hechizo egipcio y junto a quienes protagonizó el primer film.
Todas esas reliquias disecadas están siendo relegadas y destinadas a un almacén del Smithsonian ante la llegada de las nuevas exposiciones tecnológicas y eso hace que Daley regrese para ayudarlos a escapar de ese destino almacenado y a enfrentarse al malvado Kahmunrah, que quiere resucitar a un ejército de guerreros egipcios,
Un desfile de personajes históricos, desde el General Custer a Teddy Roosevelt (de nuevo Robin Williams) pasando por Amelia Earhart (Amy Adams), Iván el Terrible, Al Capone, Atila o Napoleón, dan un divertido toque de confusión al filme entre épocas, acentos y estrategias militares.
Porque a fin de cuentas el filme es una batalla entre personajes históricos pero sobre todo entre las tradiciones y la llegada arrolladora de los avances tecnológicos.
En medio de las frenéticas carreras, huidas, enfrentamientos, luchas físicas y dialécticas, lo que queda claro es que el arma más potente es el cerebro de Einstein, eso sí, convertido en un muñeco al que le baila la cabeza.
Con una planificación diseñada al milímetro y un montaje que recorta las secuencias hasta el límite y acelera el desarrollo de la historia, el director Shawn Levy (también responsable de la primera) consigue un filme que es un perfecto ejercicio de entretenimiento que disfrutarán enormemente los más pequeños y que sorprenderá a más de un adulto.
Y gracias sobre todo al reparto del peso de los personajes en la historia, a la incansable introducción de nuevos elementos a lo largo de toda la película y a un preciosismo visual que esconde las evidentes debilidades de un guión que está al servicio de un espectáculo que por momentos parece circense.
Todo un derroche de fantasía en la puesta en escena, que se beneficia del hecho de que el Smithsonian sea en realidad un conjunto de museos de lo más diverso, lo que permitió mezclar sin riesgo a resultar anacrónico cohetes del espacio, los primeros aviones construidos, criaturas prehistóricas o arte medieval.
"Noche en el museo 2" llega esta semana a las pantallas de todo el mundo y tratará de superar los 574 millones de dólares de recaudación que consiguió la primera parte y que la convirtió en la quinta película más taquillera de 2006.
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