CANNES.- Los primeros 60 minutos de 'Vincere', la última película del italiano Marco Bellocchio (Piacenza, 1939), son, con diferencia, lo mejor que se ha proyectado en el festival de Cannes. Lo único que impide que esta película se lleve de calle a otros aspirantes a la Palma de Oro es que ese frenético ritmo del cine más épico y maravilloso que recuerda a los padres del neorrealismo italiano es insostenible en sus 128 minutos.
Basada en hechos reales, la película comienza con un joven sindicalista de izquierdas que sostiene ante un religioso la inexistencia de Dios. El hombre (Filippo Timi) se llama Benito Mussolini. Los prometedores minutos iniciales de la película están situados entre el Trento de 1907 y el Milán de 14 años después y atestiguan el tórrido romance de Mussolini e Ida Dalser, que tiene como fruto el nacimiento de un hijo ilegítimo. Bellocchio propone que la lucha de Dalser, interpretada por Giovanna Mezzogiorno ('El amor en los tiempos del cólera'), por el reconocimiento de su hijo fue aplastada y coartada por las huestes del líder fascista.
A pesar de sus 70 años Bellocchio ('Buenos días, noche', 'La sonrisa de mi madre') parece haberse contagiado del estético pulso con el que Paolo Sorrentino dirigió 'Il Divo' (2008), un biopic del primer ministro Giulio Andreotti con narrativa de vídeoclip. La película se exhibió en el festival del año pasado y se llevó el Premio del Jurado. 'Vincere' continúa la estela de películas italianas que exorcizan sus demonios políticos a través del cine. Curiosamente, esa tendencia del retrato de personajes políticos fascinantes comenzó aquí mismo en 2006, cuando Nanni Moretti trajo a competición 'El Caimán', un relato sobre Silvio Berlusconi. En 1963, Luchino Visconti ganó el galardón principal con la adaptación de 'El Gatopardo', la novela de Lampedusa sobre el esfuerzo de un aristócrata por mantener el estado de las cosas durante las revueltas sicilianas de finales del siglo XIX.
Además de las interpretaciones de Timi y Mezzogiorno, hay un tercer actor que no tiene comparación. Se trata de la partitura firmada por Carlo Crivelli, un compositor de música clásica que redondea una de las mejores bandas sonoras que he escuchado en los últimos años.
Bellocchio, que ha estado en Cannes seis veces, se estrena en 'Vincere' como un director 2.0 y se actualiza con elementos que calzan muy bien con la narrativa clásica. Quitándose de la cabeza varios complejos, utiliza a lo largo de la película imágenes de archivo tipo No-Do, tipografías estilizadas sobre las imágenes y fragmentos de películas ('El chico', de Chaplin, por ejemplo). Aunque la promesa de avasallante impacto dramático se va diluyendo hacia el tercer acto, el resultado de la película es un bello homenaje a la grandeza del cine del pasado.
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