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Benedetti deja a los uruguayos huérfanos, pero cargados de su esperanza

EFE
Actualizado 19-05-2009 22:35 CET

Montevideo.-  El escritor uruguayo Mario Benedetti fue enterrado hoy en Montevideo, amparado por el calor de miles de compatriotas que convirtieron en un abrazo colectivo su último adiós al maestro.

Bajo un intenso sol, el autor recibió sepultura en el Cementerio Central de Montevideo, donde amigos, familiares y ciudadanos anónimos se declararon al unísono huérfanos de Mario y deudores de una esperanza instalada para siempre en su literatura.

Pasadas las diez de la mañana, los restos mortales del escritor salieron del Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo (parlamento) de la capital uruguaya, donde fueron velados el lunes.

El escritor Eduardo Galeano y el músico Daniel Viglietti encabezaron la comitiva fúnebre, cargando entre sus brazos el peso de una ausencia compartida por todos los presentes, que rompieron en aplausos cuando el féretro atravesó las puertas del parlamento.

A los pies de la escalinata del parlamento, decenas de niños y adolescentes procedentes de colegios e institutos de la zona se sumaron también a esta jornada de despedida.

"Hemos leído poemas de Benedetti en clase. Él se merece este homenaje", dijo a Efe Ana Fernández, profesora del liceo Miranda de la capital, que acompañaba a un grupo de sus alumnos.

En su salida rumbo al cementerio, decenas de personas rodearon con las manos entrelazadas el coche fúnebre que portaba los restos de Benedetti, como si se negaran a dejarlo marchar.

Una hora después el cortejo llegaba a la necrópolis y los aplausos volvían a ser el gesto colectivo de emociones como la expresada por Berta, una montevideana de 90 años.

"Es muy grande el afecto que le tenía. Su literatura me ha acompañado siempre", afirmó.

El rostro arrugado de sus lectores de siempre compartió escenario con los piercings y la ropa holgada de los más recientes, como Julia y Sofía, dos montevideanas de 16 años.

"Los jóvenes de hace cuarenta años lo quieren tanto como los de ahora, aunque nuestra generación ande medio perdida", comentaron.

Contaron que la noticia del fallecimiento del autor uruguayo se convirtió ayer en asunto de los mensajes de texto que enviaron a través del móvil, entre los que circularon frases como "Benedetti, el mundo te lleva".

Junto a ellas, una pareja de treintañeros se deshacía en gestos de cariño hacia su hija de dos meses.

"Nuestra relación, e incluso el nacimiento de nuestra hija, está muy marcada por la poesía de Benedetti. Teníamos que venir a despedirnos de él, aunque esto solo sea un 'hasta luego'", dijo a Efe Víctor.

El canto de los pájaros puso música al último paseo del poeta, ya en el interior del cementerio, donde las majestuosas coronas de flores dejaron paso a los claveles rojos y las margaritas, dando fe de la sencillez que tantos elogiaron en Benedetti.

No hubo oraciones ni símbolos religiosos en una ceremonia en la que varios amigos del poeta tomaron la palabra antes de que fuese sepultado en el Panteón Nacional.

Uno de los oradores fue el músico uruguayo Daniel Viglietti, que en declaraciones a Efe destacó que Benedetti "desbordó fronteras con su ejemplo y con su obra".

"Su pensamiento abarca sentimientos por los que se ha luchado, con los que se ha soñado", afirmó el músico, que se definió como "uno de los discípulos de Mario", con el que compartió escenarios en varios países entrelazando poesía y música.

En su discurso frente a la multitud silenciosa, Viglietti subrayó el "rigor ético" del autor, "equilibrado con la belleza de la estética", y aseguró que "no necesita que lo idealicen, porque es un ideal en sí mismo".

"Hoy enterramos al oficinista, al enamorado, al militante, al actor de cine que hablaba alemán, al compañero de Luz (su esposa durante cinco décadas y fallecida en 2006), al uruguayo que rompió fronteras, hoy enterramos parte de nuestra historia", dijo el director nacional de Cultura, Hugo Achugar, otro de los oradores.

Achugar se refirió a la "orfandad cargada de futuros" que sucede a su muerte y agregó: "si fracasamos no será su culpa, pero los éxitos de mañana no podrán desconocerlo".

Como un símbolo de esperanza y de mañanas posibles se fue Benedetti, dejando tras de sí un pelotón de hijos de sus versos.

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