Cuando no hay recursos ni tiempo suficiente, los biólogos se enfrentan a un gran dilema: ¿es mejor esforzarse en conservar el mayor número de especies o aquellas únicas que sólo se encuentren en ecosistemas muy reducidos? Un equipo de científicos estadounidenses y alemanes ha cuantificado la riqueza en especies únicas (endemismos) en diferentes regiones del planeta y ha llegado a una conclusión: resulta prioritario proteger las islas oceánicas.
Las islas tienden a albergar una menor cantidad de especies en número que las tierras continentales. Sin embargo, cuentan con hábitats aislados donde se esconden especies únicas. Según este estudio realizado conjuntamente por la Universidad de California (en San Diego, EEUU) y la Universidad de Bonn (Alemania), y publicado recientemente en 'Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA' (PNAS), aunque las islas apenas suponen el 4% de la superficie terrestre, sus ecosistemas dan cobijo a una cuarta parte de todas las plantas del mundo, de las que más de 70.000 especies son exclusivas de ese lugar. Los animales vertebrados siguen, en términos generales, este mismo patrón.
Como cuenta el biólogo Holger Kreft, de la Universidad de California y uno de los autores del estudio, "lo habitual es que las estrategias de conservación vayan dirigidas a regiones con una mayor biodiversidad en cuanto a número de plantas y animales diferentes, pero no hay que olvidar aquellas especies que sólo existen en una región determinada". Los investigadores advierten que las islas oceánicas son refugio de todo un tesoro de biodiversidad, y su deterioro podría hacer desaparecer comunidades únicas en el mundo. "Ninguna estrategia de conservación tiene sentido si no se incluyen las islas", señala.
Con los resultados en la mano, los científicos dibujaron un mapa mundial para destacar las áreas con mayor presencia de especies exclusivas. Esta representación puede llamar la atención, pues a simple vista los colores atribuyen a España un mayor valor en especies únicas que áreas como Brasil. "De España destacan especialmente la región mediterránea y los Pirineos, que según nuestro índice son ciertamente más valiosas para la conservación de la especie que muchas partes del Amazonas, por tener ejemplares que no se encuentran en otros lugares. Pero hay también regiones excepcionales en Brasil, como los bosques costeros atlánticos, que son más valiosos que cualquier parte de España", cuenta Gerold Kier, de la Universidad alemana de Bonn y otro de los autores de este estudio. Y es que no depende tanto del número de especies diferentes que existen en un lugar, sino lo exclusivas y raras que pueden llegar ser.
Kreft y su equipo han analizado hasta 90 regiones biogeográficas en busca de las especies más singulares y menos extendidas en el globo terráqueo. Y una de sus conclusiones es que las poblaciones de plantas y animales vertebrados en las islas son ocho, e incluso nueve veces, más ricas que en los continentes". Como cuenta este biólogo, los valores que muestra el mapa son una media calculada por cada región de 10.000 km2. Por ejemplo, las islas del Pacífico del sudoeste de Nueva Caladonia (Oceanía) sobresalen por tener animales únicos como el kagu, un pájaro que sólo se ha localizado en las montañas boscosas de este archipiélago y que en la actualidad está en peligro de extinción; o por tener la especie vegetal Amborella, un pequeño arbusto con flor endémico de estas islas y probablemente el último sobreviviente de un antiguo linaje.
Para el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Jose Luis Tellería "un impacto que destruyese 1.000 hectáreas de un continente mataría a todas las especies que se encontrasen en ese límite, pero en los bordes o alrededores de esa distancia aún quedarían individuos; sin embargo un impacto de iguales características puede terminar con una isla entera y con todas sus especies". Tampoco se puede concentrar todo el trabajo en las islas. Como añade este zoólogo, "hay que buscar un equilibrio en la conservación: hay especies clave en los ecosistemas continentales cuya desaparición en este entorno puede afectar gravemente a la vida".
La biodiversidad es diferente en los archipiélagos más jóvenes que fueron formados a partir de volcanes, como ocurre con las Islas Canarias, las Galápagos o Hawai, que ofrecieron ambientes prístinos donde las especies colonizadoras ramificaron y evolucionaron. Según los investigadores, la formación de las islas define el tipo de biodiversidad de cada una de ellas. Por ejemplo, Madagascar o las islas de Nueva Caledonia se han formado a partir de la fragmentación de los continentes para convertirse en refugios de los últimos vestigios evolutivos. En el caso de las islas españolas, una de las especies vegetales endémicas más amenaza es la Kunkeliella subsucculenta.
Los investigadores alertan en su estudio que las amenazas para la biodiversidad pueden aumentar más rápidamente en las islas que en los continentes. Para ello, calcularon el escenario para el año 2100 y concluyeron que la vida en los islotes se vería drásticamente mucho más afectada por el impacto humano que otras poblaciones continentales, sobre todo en aquellas islas más accesibles para el hombre. "La extensión de tierras de labranza, la tala de árboles y el uso de la tierra son las alteraciones que más daño causan a estos ecosistemas", detalla Kier. Los investigadores también consideraron los desafíos futuros que plantea el cambio climático, como por ejemplo el aumento del nivel mar que afectará directamente a las tierras más bajas y pequeñas.
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