Jerusalén.- Benedicto XVI aseguró hoy ante los Grandes Rabinos de Jerusalén que la Iglesia Católica está comprometida "de forma irrevocable" en el camino marcado por el Concilio Vaticano II para una "auténtica y duradera reconciliación entre cristianos y judíos.
"Como la declaración Nostra Aetate ha clarificado, la Iglesia continúa a valorar el patrimonio espiritual común entre cristianos y judíos y desea siempre una mayor comprensión y estima a través de los estudios bíblicos y teológicos y de los diálogos fraternos", dijo el Papa ante los dos grandes rabinos de Jerusalén, el ashkenazí Iona Metzger y el sefardí Shlomo Amar.
La declaración "Nostra Aetate", emanada por el Concilio Vaticano, condena el antisemitismo y reconoce las raíces judías del cristianismo.
El Obispo de Roma manifestó que la "confianza" es de manera innegable "un elemento esencial" para un "diálogo efectivo" entre judíos y cristianos y se mostró convencido de que la amistad entre las dos religiones permitirá cada vez más una mayor cooperación entre las dos comunidades "para condenar el odio y la persecución en todo el mundo".
En Papa resaltó que los siete encuentros mantenidos hasta ahora por la comisión bilateral entre la Santa Sede y el Gran Rabinato son "una prueba" de que la amistad entre las dos religiones "continuará".
Benedicto XVI manifestó que los judíos y cristianos defienden la sacralidad de la vida humana, la importancia de la familia, la buena educación de los jóvenes y la libertad de religión y de conciencia para una sociedad sana y agregó que esos temas de diálogo representan "sólo la fase inicial de los que esperamos sean un sólido y progresivo camino hacia una mejor recíproca comprensión".
El Papa Ratzinger señaló también en su discurso en la sede del Gran Rabinato, que en su imponente estructura recuerda el Templo de Salomón, que los judíos y cristianos están preocupados "ante el relativismo moral y las ofensas que genera contra la dignidad del ser humano".
Con las palabras de que la Iglesia continúa por la senda del Vaticano II, el Papa ha querido dar seguridades a los judíos, preocupados por su decisión de liberalizar de nuevo la misa en latín, según el rito existente antes del Concilio Vaticano II.
En ese misal, el "Missale Romanum", se calificaba a los judíos de "pérfidos" y se incluía la conocida como "plegaría del Viernes Santo" en la que los católicos pedían que los judíos se convirtieran al cristianismo.
Benedicto XVI dispuso que la plegaria del Viernes Santo, que se reza en latín, fuera cambiada y eliminó la frase en la que se pedía por la conversión del pueblo judío.
Aunque en el texto sólo se dice ahora "recemos por los judíos", éstos siguen en desacuerdo.
El Vaticano en numerosas ocasiones ha reiterado que el Vaticano II y la declaración "Nostra Aetate" marcan el camino, que no tiene vuelta atrás.
El Papa llegó al Rabinato procedente del Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado de los judíos, donde rezó durante unos minutos y colocó una petición, como acostumbran a hacer los judíos, entre las rajas de sus antiguas piedras, en la que pidió por la paz en Tierra Santa y Oriente Medio.
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