Esta es la historia de una casa rural, en San Ambrosio, entre Caños de Meca y Barbate, levantada a partir de una Hacienda del siglo XVIII. Federico Volpini nos propone un juego con un objetivo: ubicar la Torre Perdida y hacernos una idea de cómo funcionaba su sistema de señales.
El Palomar de la Breña está situado en el Parque de San Ambrosio, entre Caños de Meca, Barbate y Vejer de la Frontera. Es una hacienda del Siglo XVIII, hoy acondicionada como hotel. Cuenta entre sus construcciones el impresionante Palomar que le da nombre —registrado en el Libro Guinness de los Récords—, cuya explotación dependió desde un principio del Estado. La hacienda, concebida como centro de aprovisionamiento para los barcos que partían hacia América, comprendía, además del Palomar (carne de paloma, palomas mensajeras y guano para la fabricación de pólvora), colmenas (cera y miel) y porquerizas: como La Porquera fue conocida también en su momento. Un centro de producción sujeto a criterios científicos (pionero en este aspecto), con la ventaja añadida de que no era visible desde el mar, lo que lo ponía a salvo de incursiones piratas, ya fuesen berberiscos o europeos. Por el contrario, su comunicación con la ciudad de Vejer y con la costa estaba asegurada por excelentes caminos, asimismo ocultos a quien mirase desde el agua.
Precisamente, son las peculiaridades de la orografía, que han determinado los poblamientos ya en épocas remotas, las que van a servirnos para un juego detectivesco: encontrar lo que en el tiempo se ha perdido.
Mucho antes de que la hacienda se ideara, el lugar en el que iba a levantarse desempeñaba ya un papel crucial.
Todos los pueblos que se han asentado en torno al Estrecho han intentado controlarlo y, desde luego, todos se han visto en la necesidad de urdir sistemas de vigilancia a fin de prevenir los peligros que del Estrecho les podían llegar. Y les llegaban.
Entre los Siglos IX y X los vikingos asolan la costa atlántica. Saquean y destruyen Cádiz, por dos veces Sevilla, Niebla, la ciudad de Medina. La vida en la costa, azarosa de por sí, se vuelve continuo sobresalto, aunque sus habitantes no pueden abandonarla, pues el sustento depende en gran medida de la pesca. La necesidad de divisar al enemigo cuanto antes y de correr la voz en el menor tiempo y con la mayor eficacia posible es imperiosa. Como de la mayor importancia dar aviso a los centros poblados del interior, de donde debe llegar la ayuda, y esto hacerlo de forma que las señales no se vean tampoco desde el mar, revelando el emplazamiento de aquéllos.
Con los años, los vikingos, rechazados finalmente por los árabes, desaparecen del Estrecho. Pero eso no va a traer seguridad a la zona. En 1264 Vejer pasa a manos cristianas. A lo largo de los Siglos XIV y XV se levantan torres y castillos: castillo de Guzmán en Conil, castillo de Santiago en Barbate, castillo de Zahara, Torre de Castilnovo, Torre de Roche… y en 1515 los piratas moriscos saquean Conil. En 1612 los turcos atacan Zahara. Las poblaciones siguen dependiendo del sistema de aviso y vigilancia.
¿Qué sistema?
Por la costa, una línea de torres desde la de Trafalgar (hay noticias de su construcción desde el Siglo X), lo suficientemente próximas unas de las otras como para que puedan verse las señales entre ellas incluso en días de niebla, muy frecuentes por el Estrecho. Hacia el interior un conjunto de plataformas visualmente comunicadas entre sí, de las que queda rastro en la toponimia: 'almenara' es donde se hace fuego, no necesariamente ha de ser una torre. Lo importante es que se vea desde donde tiene que verse y que no se vea desde donde no conviene.
El paisaje ha cambiado. Algunas construcciones, donde las hubo, han desaparecido o se han destinado a otros usos. ¿Dónde se encuentran esas plataformas? ¿Dónde esos caminos que permitían el tránsito o cuando menos la penetración? De las torres hallamos mencionada una, la 'Torre de Buenavista', catalogada y protegida como bien cultural y de la que nadie sabe dónde puede ubicarse. Para que el sistema de torres sea realmente eficaz, esa torre nos falta. ¿Dónde está?
Entre pinares umbrosos, a través de extensiones de dunas, desde los farallones cortados a pico sobre las olas, por caminos abiertos en la breña, impenetrable: una torre perdida, plataformas, las trochas y caminos, vamos a remontarnos en la Historia.
PREGUNTA: Cuéntanos algo sobre la vida en esa parte de Cádiz: gastronomía, playas, paisajes.
RESPUESTA: Aquí la gente vive de la pesca, la ganadería extensiva y la huerta, aunque en los últimos años el turismo se ha convertido en sector emergente. Kilómetros de playas de fina arena, muchas de ellas vírgenes. Buen clima. El parque natural. Vejer, que es un enclave medieval impresionante, un monumento histórico. Hay marismas, hay dunas, hay pinares. De la gastronomía, el atún (el morrillo a la sal: un plato delicioso), la ternera retinta de Vejer, los productos de la huerta de Conil…
P.- ¿Cómo es el carácter de los naturales? ¿Cuál es su relación con el turismo? ¿Qué relación tienen con su Historia?
Al visitante se le recibe bien. Se procura que esté a gusto. El carácter marinero es generalmente hospitalario, pero es que ésta es, además, la puerta del Mediterráneo. Y un lugar en el que históricamente se han producido innumerables naufragios. Son siglos de contacto, de familiaridad, con gente que viene a veces de muy lejos. Por esta zona, la gente se tropieza con su historia a cada paso. Las ruinas romanas de Bolonia. La Torre de Guzmán en Conil. Zahara de los Atunes, glosada en su almadraba por Miguel de Cervantes. Vejer de la Frontera, de la que ya hemos hablado. Medina Sidonia, con sus galerías subterráneas del Siglo I y sus reductos defensivos.
P.- ¿Qué vestigios hay del sistema de torres de vigilancia y plataformas?
R.- De época musulmana hay una torre en Trafalgar, dos plataformas almenaras y el propio castillo de Vejer. De época cristiana tenemos la elevación de una de las plataformas y torres o castillos cada 5 km a lo largo de la costa. Del sistema nos falta el desaparecido castillo de Santiago y la torre de Buenavista, según inventario del S. XIX
P.- ¿Dónde crees tú que está ubicada esa torre que falta? ¿Qué pruebas podría haber al respecto?
La plataforma de Buenavista está situada a 100 mt de El Palomar de la Breña y junto a ella hay un molino que, en mi opinión, era originalmente una torre. Lo primero que me llamó la atención fueron una serie de elementos constructivos que no se corresponden con un molino y sí con una torre. Continué con un estudio de correspondencia visual con las torres del entorno, que resultó perfecta. Así que la hipótesis de que se encontrara allí parece más que razonable.
P.- Caminos escondidos, plataformas, torres. De todo ello, ¿qué puede visitarse desde El Palomar de la Breña?
Los griegos llamaban a esta zona Herma, que en griego antiguo significa fortaleza o lugar que defiende (tanto a tierra como al mar). La orografía ofrece vaguadas con vegetación exuberante, cuyos barrancos de cauce seco se utilizan como hijuelas de acceso a zonas recónditas, lomas cuyas panorámicas llegan hasta donde alcanza la vista, diferentes ecosistemas como marismas, pinares, acantilados, playas, dehesas, huertas o campiña y en cuanto a historia existen restos desde la época tartésica hasta nuestros días de forma continuada y de acceso libre.
P.- El Palomar. La Hacienda. ¿Cuánto se ha restaurado? ¿Qué puede visitarse?
Se ha restaurado un 60% de la casa, el palomar se ha limpiado pero no hemos intervenido y su visita es libre y gratuita. Ofrecemos información histórica en el propio palomar y hay servicios de cafetería y restaurante. El criterio de rehabilitación que se ha seguido es de mínima intervención. Habría que aclarar que la construcción de la casa es absolutamente racionalista y esto nos ha permitido dejarnos llevar por ella y al final te lo agradece, ya que todas las sorpresas surgidas en el transcurso de la rehabilitación favorecían el proyecto.
P.- Haznos un plan completo para alguien que vaya a pasar unos días en tu casa.
R.- Dedicaría el primer día al descanso y a conocer el sitio. Un paseo hasta el Molino; una visita al Palomar; un chapuzón en la piscina; una comida tranquila y tal vez un paseo a los pinares por la tarde. De noche, bajar a Barbate o a Conil, para cenar y tomar unas copas. A partir de ese momento, pues depende del tipo de persona. A los andariegos los invitaría a cruzar el pinar y las dunas hasta los acantilados para después bajar a Caños, a la playa. A los que no les importa coger el coche, a menos de una hora tenemos Cádiz, Jerez, los pueblos blancos, el parque de los Alcornocales, Tarifa, Bolonia; y a un cuarto de hora Vejer, Zahara de los Atunes, Trafalgar, Barbate y Conil, claro. Para los deportistas, en la zona se ofrecen caballos, piraguas, excursiones al mar con avistamiento de ballenas, bicicleta, senderismo. Y a los aventureros, internarse en las trochas por la breña, de las que muy probablemente se sirvieron los árabes, localizar las plataformas de señales, planificar un recorrido por las torres. Puede hacerse una cosa cada día. Y puede no hacerse nada en absoluto. Llevo 22 años viviendo en esta casa y sigue siendo una placer mirar por la ventana en cualquier época del año y haga el tiempo que haga.
El Molino es la opción de José Luis Larramendi. Él aporta mapas sobre el terreno. Estudios orográficos. A disposición de quien desee consultarlos. Tiene que estar ahí. En algún sitio. La Torre perdida por la Historia. La que cerraba un sistema eficaz, que todavía hoy envía sus señales para quien logre verla.
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