Mahón (Menorca).- La diócesis de Menorca ha celebrado hoy, con motivo de la solemnidad de la Ascensión del Señor, la fiesta de la bendición de los vientos, también llamada "bendición de los términos", a cargo del obispo auxiliar de Valencia y administrador apostólico, Salvador Giménez Valls.
La bendición de los vientos es un antiguo ritual litúrgico, que ha tenido lugar en Monte Toro -centro geográfico y espiritual de Menorca-, a través del cual el obispo de la diócesis, al llegar la primavera, efectúa la solemne bendición de la tierra desde los cuatro puntos cardinales.
Tiene su origen en una antigua tradición cristiana y popular. Algunos folcloristas la remontan a la Edad Media.
Entonces, la Iglesia Católica en Baleares introdujo la costumbre de bendecir los vientos lo que, al mismo tiempo, representa la bendición de la tierra y los frutos que da al hombre, lo que se lleva a cabo en plena primavera, cuando los campos se preparan para dar la cosecha del año agrícola.
Esta fiesta se celebraba tradicionalmente el 3 de mayo en las principales parroquias de Menorca, coincidiendo con la conmemoración de la fiesta de la Veracruz, según la cual, Santa Elena, en el siglo IV, descubrió en Palestina la verdadera cruz en la que Jesucristo había sido crucificado.
Durante el mandato del obispo Bartolomé Pascual al frente de la diócesis de Menorca -entre 1939 y 1967- la costumbre parroquial de bendecir los cuatro puntos cardinales, o cuatro vientos, se intensificó con la introducción de un ritual propio, no sólo para las parroquias, sino para toda la isla-diócesis en su conjunto.
La fiesta era una imitación de la que ya se celebraba en Mallorca, donde había nacido el obispo Pascual Marroig, con la bendición de los cuatro puntos cardinales desde el santuario de Cura. La implantación de la solemnidad con carácter insular en Menorca se transformó en una fiesta religiosa con una gran participación popular.
El día de la bendición, que se pasó al domingo inmediatamente anterior a la festividad de la Virgen de Monte Toro, patrona de Menorca (8 de mayo), consistía en la concentración de todas las parroquias de los municipios al pie de la montaña. Los fieles participaban en una procesión, en la que cada parroquia exhibía una cruz adornada con flores y el escudo parroquial.
La subida a la montaña, de 357 metros de altura, se efectuaba con el canto de letanías. Una vez llegados a la cima, en el santuario el obispo presidía la Eucaristía, con la asistencia de centenares de menorquines.
Después efectuaba la bendición de los vientos y los cuatro puntos cardinales, con la lectura de un pasaje de cada uno de los cuatro Evangelios. La bendición se realizaba con la Veracruz que presidía la ceremonia.
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