Houston (EE.UU.).- Hacía mucho tiempo en los deportes profesionales de Estados Unidos que no se vivía una jornada en la que varias disciplinas tan opuestas como el boxeo y el baloncesto de la NBA hicieron revivir a los clásicos.
Eso fue lo que sucedió, primero con los Celtics de Boston, los actuales campeones de liga, que culminaron una primera serie de la fase final ante los Bulls de Chicago que pasara a la historia de la NBA, no sólo por lo competida e igualada, se tuvo que decir en el séptimo partido, sino por la calidad de ambos equipos.
Nada que ver de la "pachanga" que protagonizaron los Cavaliers de Cleveland contra los Pistons de Detroit dentro de la propia Conferencia Este y la pesadilla que todavía permanece entre los Hawks de Atlanta y los Heat de Miami.
Tanto a los Celtics, que ganaron el séptimo partido por 109-99 para clasificar a la segunda ronda, como los Bulls, que se van de vacaciones, pero con la demostración que el próximo año serán, sin discusión un equipo a luchar por el título, convirtieron la serie en un simposio del más puro baloncesto clásico, que tanto se añoraba.
Una serie de siete partidos, que cuatro se definen en el tiempo de prórroga, incluido el sexto que necesitó tres, simplemente, es algo que se debe enmarcar como excepcional en medio de tanta superficialidad y poca clase que hay actualmente en la competición de la NBA.
Los Celtics no son el mejor equipo de la liga, la baja del alero Kevin Garnett, su jugador estrella, se lo impide, pero si son unos dignos campeones defensores que mostraron el gran poder mental que tienen a la hora de luchar por la victoria ante unos jóvenes, como son los jugadores de los Bulls, que ya han madurado.
La presencia del entrenador Vinny Del Negro, en sólo una temporada al frente del equipo, también ha servido para encontrar al profesional que necesitaban en la reconstrucción verdadera de la franquicia que logró seis títulos de liga con el legendario Michael Jordan.
El base novato Derrick Rose no es uno más que ha llegado con el cartel de posible sustituto del espacio que ocupo Jordan, es el jugador con mayor proyección que hay actualmente en la NBA, su serie ante los Celtics ha sido para descubrirse.
Lo mismo sucedió horas después en Las Vegas, donde el púgil filipino Manny Pacquiao dio toda una exhibición y cátedra de boxeo para destrozar en sólo dos asaltos al ex campeón inglés Ricky Hatton.
Pacquiao se ha convertido en el mejor púgil del mundo sin discusión, su fuerza, rapidez, pegada y movilidad le han convertido en el verdugo que acaba con leyendas como la de Oscar De La Hoya y la pasada noche hizo lo propio con el "ídolo" inglés, el hasta hace poco intocable Hatton.
El ex campeón inglés se mostró indefenso ante la abrumadora superioridad de Pacquiao, que en el primer asalto ya lo había tirado dos veces a la lona del cuadrilátero montado en el MGM Grand Arena, de Las Vegas, y con un segundo para concluir el segundo asalto, le conectó una izquierda demoledora a la cara para dejarlo nocáut y sin opción a recuperarse.
Pacquiao, que ya es un héroe en su país y algún día si lo decide puede aspirar a ser presidente, ya no tiene rivales a quien enfrentarse y de ahí que el siempre hábil mundo del negocio del boxeo, horas antes de su pelea con Hatton, el invicto estadounidense Floyd Mayweather Jr., anunciaba su vuelta a los cuadriláteros.
Su misión no es otra que protagonizar la gran pelea del año cuando se enfrente a Pacquiao después que primero lo haga con el campeón mexicano Juan Manuel Márquez, el próximo 18 de julio.
Tanto Pacquiao, que se llevo una bolsa garantizada de 12 millones de dólares, como Mayweather Jr., harán historia con lo que vayan a ganar y también las marcas que van a superar, porque de su duelo si saldrá mejor boxeador del mundo libra por libra.
La jornada sabatina estadounidense también permitió al corredor Kyle Busch celebrar por partida triple su participación en la prueba NASCAR disputada en Richmond (Virginia).
Busch, cumplió 24 años, ganó la carrera de la Nationwide y le puso cereza al pastel con la victoria también en la modalidad de la Sprint Cup
La victoria dio por terminado un mes sin victorias, una eternidad para la costumbre de Busch, y lo convirtió en el segundo piloto en la historia de NASCAR en ganar en el día de su cumpleaños.
Cale Yarborough lo había hecho dos veces al celebrar dos victorias un 27 de marzo: una en North Wilkesboro, en 1977, y la otra en Atlanta, en 1983.
Busch celebró la victoria con su ya característico y sarcástico saludo a la multitud, y luego se arrojó hacia atrás a los brazos de sus mecánicos de Joe Gibbs Racing en el Círculo de la Victoria.
El colombiano Juan Pablo Montoya, que también participó en la carrera, se tuvo que conformar con el décimo puesto en la clasificación.
Mientras que la gran sorpresa de la jornada se dio en el legendario hipódromo Churchill Downs, Louisville, donde se corrió la 135 edición del Kentucky Derby, con triunfo inesperado del caballo "Mine That Bird", montado por el jinete Calvin Borel.
Hijo de ganador 2004 del Belmont Stakes, Birdstone y nieto de Grindstone, ganador del Derby edición 1996, "Mine That Bird" se llevó el Derby de Kentucky del 2009, a pesar que en las apuestas estaba 51-1.
Pero la excelente conducción y monta de Borel, hizo posible la victoria ante la sorpresa generalizada de los 153.563 espectadores que se dieron cita en el majestuoso Churchill Downs.
"Pioneerof the Nile", montado por Garret Gómez obtuvo el segundo lugar y tercero fue "Musket Man", que tuvo como jinete al venezolano Eibar Coa.
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