Las librerías Crisol, fundadas en 1987, eran todo un clásico en el paisaje madrileño y sus sucursales se extendieron a otras ciudades españolas (Barcelona, Valencia, Sevilla...) y a algunos países sudamericanos (como Argentina o Perú). Sin embargo, poco a poco, sus carteles azules fueron desapareciendo del panorama urbano hasta quedar reducido a tres el número de comercios. Hoy se ha decidido el cierre definitivo de estos tres establecimientos, todos ellos situados en Madrid.
Así, estos espacios, en los que se vendían libros, discos y artículos de papelería, entre otros útiles, no han podido resistir a la crisis. La feroz competencia con otras grandes superficies o la bajada en las ventas de discos pueden explicar parte de su declive, si bien la puntilla procede de su pertenencia al Grupo Prisa, propietaria de la cadena, que se ha visto obligada a soltar lastre para combatir la severa crisis que atraviesa.
Crisol era, desde luego, una librería bastante clásica en cuanto a su inventario. Nos hemos acercado a la tienda situada en el madrileño Paseo de la Castellana, y un vistazo al escaparate sirve para dar cuenta de ello. Los libros situados en primera fila constituyen una recopilación de los 'best sellers' del momento: 'El frío modifica la trayectoria de los peces', 'Siete casas en Francia', 'El mundo después de USA', 'La bastarda de Estambul', 'La huesped'... En cuestión de discos ocurre algo similar: Miguel Bosé, Rosana, Melocos, Neil Young, Mónica Naranjo, U2, Pet Shop Boys, Melendi, Bruce Springteen...
Igualmente, los precios de los productos tampoco eran precisamente económicos, sino que se encontraban en la línea de otras grandes superficies como 'El Corte Inglés'. Entre los artículos de papelería también hemos podido encontrar una buena nómina con los artículos de moda: moleskines, libretas de Jordi Labanda, de Agatha Ruiz de la Prada o bolígrafos de la colección de Paola Dominguín. En resumen, por algunos aspectos podría decirse que Crisol se había acabado convirtiendo en un lugar para acudir a última hora si uno se había olvidado de comprar el regalo del Día del Padre o cualquier otro día en el que priman los compromisos.
Sin embargo, siempre es difícil asumir el cierre de una librería, como si este tipo de establecimientos debieran permanecer al margen de cualquier crisis. Es la conclusión a la que uno llega (y que desea) después de haber conversado unos minutos con Olga, la gerente del establecimiento, que habla de libros con absoluta entrega. "Hombre, llevábamos tiempo escuchando rumores sobre ello. Pero, ¿cómo te has enterado tú del posible cierre? ¿Es fiable?", nos pregunta Olga, como tratando de aferrarse a cada uno de los volúmenes que pueblan las estanterías de las dos plantas que componen la tienda. Tan fiable como que mañana se hará público el cierre, según nos confirman fuentes de la empresa.
A pesar de los grandes títulos que adornan los escaparates, también era posible encontrar libros más específicos o para aquellos lectores con gustos más variopintos (no puede decirse lo mismo en cuestión de discos, ya que la oferta sigue siendo bastante limitada). Por ejemplo, si uno rebusca pacientemente entre los libros puede hallar títulos que van desde las obras de César Vidal y Jiménez Losantos hasta algunos tomos editados por 'El viejo topo'.
¿Y qué libro recomendarías?, le preguntamos a Olga. "Bueno, es una pregunta difícil, pero ahora estoy leyendo '2666', de Roberto Bolaño, y me está gustando mucho", nos responde. Otra prueba de la buena atención que uno podía encontrar si se adentraba en la librería es un servicio de mensajes a móvil a través del cual informaban a los clientes sobre la recepción de aquellos pedidos realizados.
Quizás el mejor homenaje a esta histórica librería madrileña sea hacer una última compra antes de su cierre. En mi caso, mi visita a la librería del Paseo de la Castellana se ha saldado con la adquisición de 'Cosmos', una obra de Witold Gombrowicz: "Una investigación sobre los orígenes de la realidad, una búsqueda de vínculos entre acontecimientos separados entre sí", según la definió su propio autor. Es difícil, pero ojalá el escritor polaco supiera explicar en sus páginas cómo la feroz competencia, la caída de la industria de los discos, las incertidumbres en torno a la venta de libros, y, sobre todo, la dudosa gestión que ha llevado a cabo el Grupo Prisa en algunos de sus frentes, haya desembocado en un expediente de regulación de empleo que incluye a 65 personas y en el cierre de un comercio emblemático como Crisol.
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