EREVÁN.- Se espera que más de un millón de armenios asistan, a lo largo del día de hoy, al acto que se celebra en el parque Tstsernaka, en Ereván, para recordar a los cientos de miles de víctimas del conflicto con el Imperio Otomano entre 1915 y 1917. Considerado como un genocidio sistemático, es conocido como la Gran Calamidad por las autoridades armenias, y hoy en día sigue siendo uno de los principales puntos de conflicto con Turquía.
La conmemoración no podría suceder en un momento más esperanzador para la economía armenia: el acuerdo para la "normalización" de las relaciones con Turquía podría concluir con la reapertura de la frontera entre ambos países, cerrada desde 1993, lo que repercutiría en un beneficio comercial inmediato.
Armenia, un país con unos tres millones de habitantes y situado en un lugar estratégicamente esencial -vecino de Rusia e Irán; puente entre Europa del Este y O. Próximo--, está inmersa en un proceso de transición en el que el Gobierno de coalición intenta cumplir con las expectativas fijadas para en la relación con la Unión Europea, el sueño de la gran mayoría de sus habitantes y reflejo del cambio de mentalidad que acompaña a las nuevas generaciones de esta ex república soviética.
Sin embargo, la UE insiste en que Armenia lleve a cabo importantes reformas. Valga como ejemplo el informe emitido ayer por la Comisión Europea sobre las reformas del país, en el que se recomiendan "mejoras" en la situación de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales: la protección de los derechos del menor todavía no está garantizada, las mujeres gozan de amplias libertades pero se encuentran virtualmente desprotegidas en los casos de violencia doméstica, y decenas de personas permanecen encarceladas, según informes de ONG recogidos por la CE, por oponerse pacíficamente al Gobierno de Ereván durante las trágicas elecciones del pasado año, que se saldaron con 10 muertos, centenares de arrestados, y la declaración temporal del Estado de Excepción.
UN NOMBRE, UNA FAMILIA, UNA HISTORIA
La silenciosa concentración en el Acto por el Genocidio, que contó con la presencia de las principales autoridades armenias, incluyendo al presidente Serj Sarkisian, se produjo sin el menor atisbo de tensión. Decenas de miles de armenios presentaban sus respetos con una rosa en la mano ante una llama perenne, en recuerdo del millón y medio de fallecidos, según Armenia (300.000, según Turquía) y otros tantos desplazados durante el enfrentamiento contra el Imperio Otomano.
En la ceremonia ortodoxa que culminó el acto, Sajarian recordó que cada muerto va acompañado "de un nombre, de una familia y de una historia", y terminó entregando su propia rosa no sin antes asegurar que "el proceso de reconocimiento del Genocidio Armenio no va dirigido contra el pueblo turco".
Turquía se ha negado siempre a definir las masacres como "genocidio", algo que sin embargo respalda casi dos docenas de países, aunque es el deseo de algunos grupos políticos armenios que comparten el poder con el Partido Republicano --que no obstante cuenta con mayoría parlamentaria--.
Sin ir más lejos, el secretario de Política Internacional de la Federación Armenia Revolucionaria (FAR), Giro Manolian, condenaba la declaración de entendimiento por haber sido redactada "sin su consentimiento" y por demostrar que "el Gobierno parece haberse plegado a los deseos de Turquía", según declaró a Europa Press.
En cualquier caso, se trata de un episodio absolutamente decisivo en la historia reciente de ambos países, que terminó generando una diáspora armenia en el extranjero que sirve de pilar imprescindible para la economía del país, y que supuso un factor esencial en el actual conflicto de la localidad del Alto Karabaj, donde Turquía respalda a los efectivos azeríes que intentan arrebatar el control de la región al Gobierno no reconocido de la región, dependiente de Ereván.
La renuncia a la posesión de este enclave es una de las precondiciones impuestas por Ankara para el desarrollo de las negociaciones, como lo es también el rechazo al reconocimiento del Genocidio Armenio. Ambas precondiciones son consideradas inaceptables por el Ejecutivo de Ereván. "No podemos negociar un acuerdo basado en condiciones previas. Es así de sencillo", explicó el Ministro armenio para Situaciones Excepcionales, Mger Shahgaldyan.
SIN BUSCAR VENGANZA
En medio de esta situación, Armenia trata de asumir un cambio de mentalidad, cada vez más evidente, próximo a la Unión Europea. "La idea es comenzar a asumir cierto cambio en los valores, porque creemos que una mentalidad europea favorece a nuestros intereses", añadió Manolian. Armenia es parte integrante de la llamada Política de Vecindad de Europea, un esfuerzo de colaboración para conseguir una "relación privilegiada en el ámbito político y económico" entre la UE y los países adscritos a la iniciativa.
En este nuevo ámbito, Mijail, parte de cuya familia fue asesinada en 1916, considera que la UE ejerce un efecto beneficioso en las relaciones turco-armenias. "Ahora podemos mantener una relación correcta con Turquía: han cambiado, miran más hacia Europa. Pronto, Armenia también estará en la Unión Europea, y todos estaremos unidos en la misma tierra", comentó a Europa Press.
Mijail entiende que parte de la negativa de Turquía a reconocer el genocidio armenio obedece a cuestiones económicas, ya que muchos armenios solicitan que el reconocimiento vaya acompañado de retribuciones y de la devolución de las tierras que se les arrebató a sus ancestros durante el enfrentamiento.
Por su parte, el director del Museo del Genocidio Armenio, Hayk Demoyan, asegura que el deseo de Armenia no es conseguir una compensación. "No buscamos venganzas, simplemente queremos el mero reconocimiento de que se emprendió una política de genocidio contra los armenios", explicó, porque "el genocidio, en sí mismo, va más allá del mero asesinato: es un intento de destruir a una civilización entera, y no hay poder en el mundo que pueda evitarlo". "Los seres humanos se matan entre ellos simplemente por sus diferencias: ese es el mensaje que este museo quiere transmitir", concluyó.
Con el acuerdo de entendimiento, Armenia ha mejorado ostensiblemente su imagen ante la Unión Europea, y el ministro calificó como "favorables" estos avances, tras la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, a Turquía el pasado 6 de abril. "Ha sido él quien ha hablado con (el primer ministro turco) Recep Tayip Erdogan. "No digo que (la visita) haya tenido algo que ver... pero ahí está la cuestión", concluyó Manolian.
PENDIENTE DE MEJORAR
De cara a sus relaciones con la Unión Europea, Armenia tiene muchos puntos que mejorar, sobre todo en el ámbito de Derechos Humanos, según el informe de la PEV, que apunta que el país no ha adoptado un plan nacional de acción sobre DDHH. Particularmente, la CE expresa su preocupación por el estado de, según informes citados, "aquellos detenidos bajo cargos presuntamente artificiales y políticamente motivados" durante las protestas tras las elecciones.
Además, la Comisión Europea también ha advertido de deficiencias en la libertad de expresión, denunciando siete casos de violencia contra periodistas; y en el desarrollo de la situación de la mujer en el país "que carece todavía de la capacidad para evitar o sancionar los casos de violencia doméstica", o la de los niños. "La labor de las instituciones para la protección infantil "necesita desarrollarse más", según la CE.
Junto con el importante nivel de corrupción pública, son los aspectos que Armenia debe abordar rápidamente, como parte de un esfuerzo para reconciliarse con su pasado, con la mirada puesta en un futuro europeo.
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