Secciones bajar

Obama se gana la simpatía de los turcos con su respeto a las costumbres del país

EFE
Actualizado 07-04-2009 16:03 CET

Estambul.-  Con cuidados gestos como no tomar vino o saludar con un beso al primer ministro de Turquía, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha logrado ganarse durante su visita al país la simpatía de los turcos y calmar el fuerte sentimiento antiestadounidense de la era Bush.

Incluso su nombre completo, Barack Hussein Obama, como insistió en precisar el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha servido como puente para acercar al mandatario estadounidense a una población que mayoritariamente profesa el islám.

Pero no únicamente sus raíces familiares musulmanas explican la popularidad del actual inquilino de la Casa Blanca, que ha logrado que "sólo" un 50 por ciento de los turcos mantenga posturas antiestadounidenses, frente al abrumador 80 por ciento bajo el mandato de George W. Bush.

La de Obama es la quinta visita de un presidente de EEUU a Turquía y está siendo comparada con la que realizó Bill Clinton en 1999, también marcada por una buena acogida del pueblo turco.

De hecho, se ha abierto un debate público sobre cuál de los dos mandatarios cosechó más aplausos durante sus respectivas intervenciones ante el Parlamento turco.

Quienes las han contado afirman que Clinton fue ovacionado en once ocasiones, frente a las ocho que logró ayer Obama.

Eso sí, los del primer presidente afroamericano fueron más intensos y, además, ganó muchos puntos de cara a la opinión pública cuando saludó a Erdogan con un beso en la mejilla al estilo turco.

La "obamanía" ha sido tan intensa que incluso los militares, que habían dejado de acudir al Parlamento en protesta por que un partido pro kurdo formó grupo propio, olvidaron su boicot y no quisieron perderse el discurso del presidente estadounidense.

Los medios turcos han seguido casi al detalle todos los gestos de Obama: desde su leve susto tras una salva de artillería en su honor hasta el hecho de que no bebiera vino durante una cena oficial, un nuevo guiño hacia la religión predominante en el país.

Que Obama y el presidente turco, Abdullah Gul, se llamaran por su nombre de pila y que el estadounidense se saltara el protocolo y acudiera a la oficina de Erdogan, en lugar de esperarlo en el hotel, han sido otros detalles bien recibidos por muchos ciudadanos.

Con todo, ni siquiera las críticas de Obama a varios aspectos delicados de la realidad turca han generado antipatía contra él.

Y eso que el presidente de EEUU exigió más democracia para el país, pidió la solución del conflicto kurdo e incluso se refirió, sin usar esa palabra, al genocidio armenio de 1915 a manos de las tropas turcas.

Críticas que los medios han asimilado como un cumplido. Tanto, que varios columnistas escribieron hoy que Obama ha dejado un par de "patatas calientes" en las manos de las autoridades turcas.

Pese a todo, popular o no, el término de la visita de Estado ha supuesto un gran alivio para los habitantes de las principales ciudades, Ankara y Estambul.

Calles bloqueadas, cientos de policías desplegados, cierres del espacio aéreo de las ciudades, aeropuertos en alerta amarilla... Las grandes medidas de seguridad establecidas en las dos capitales que han acogido a Obama han complicado la vida de sus habitantes.

"Tengo que ir al doctor, pero no me dejan pasar. ¿Es esto democracia", preguntaba una estambulí frente a las cámaras, mientras discutía con los agentes que le cerraban el paso.

"Cuando el patrón de la granja llega, se exige a los esclavos que se escondan", planteó de forma más dura Melih Asik, columnista del diario Milliyet.

Pero no sólo los ciudadanos de a pie han visto su vida diaria alterada. Tampoco lo han tenido fácil los policías, que han tenido que cumplir servicios de hasta veinte horas y pasar largos periodos bajo la lluvia que ha azotado Estambul.

Por suerte, la simpatía por Obama ha reducido al mínimo las protestas que las visitas de los mandatarios estadounidenses suelen desatar en Turquía.

Una manifestación de 1.500 personas en Ankara, una protesta de Greenpeace en el puente del Bósforo y un par de docenas de activistas antibélicos en Estambul y otras ciudades han dado poco trabajo a los agentes, aunque sí se practicaron 50 detenciones.

De hecho, la protesta más llamativa vino esta vez de la mano de Orhan Kural, un profesor universitario que se encerró en un ataúd con su gata ciega "Noche", para quejarse por la chaqueta de piel de cordero que los empresarios del cuero han regalado a Obama.

Di lo que quieras

Aceptar

Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »

En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.

Di lo que quieras

Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.

Volver a actualidad Volver a portada
subir Subir al principio de la página