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Diario cerebral de Charlie Kaufman

  • 'Synecdoche, New York', sin fecha de estreno en España, fue mal recibida en Sitges'08
  • Aún así, la revista Time la consideró la segunda mejor película del año pasado
Actualizado 06-04-2009 20:32 CET

Escribir sobre quien escribe siempre te deja en mal lugar contigo mismo. Probablemente porque la única forma de hacerlo sea abrir una pequeña puerta a su cabeza en busca de esa genialidad recóndita y esquiva que te llena de admiración y te tortura. Como un ladrón en una calle sin salida ansías ese genio. Robarlo. Aprenderlo. Usarlo. Aunque seguro que al final... escribir sobre Charlie Kaufman me dejará en mal lugar conmigo mismo.

El neoyorquino ha escrito tanto para televisión (algunos capítulos de 'Búscate la vida' o 'El Show de Dana Carvey', entre otras series) como para cine, erigiéndose como parte fundamental del proceso creativo que sufrirían sus guiones (exceptuando las desavenencias que tuvo con George Clooney en la más que atractiva 'Confesiones de una mente peligrosa'). Con indudable genio, todo en él conmueve, extraña, hipnotiza y aterra. Como si delante de un espejo observáramos el reflejo detallado y vivo de algo escondido en nosotros. Una caricatura dramática, profundamente sincera y triste. Charlie Kaufman es un pintor de tristezas, el escritor contemporáneo que ha conseguido herirme con mayor justicia. Sobre una legalidad inventada entre nosotros, claro está.

En sus películas predomina la melancolía revestida de extravagancia, lo que otros advierten como sentido del humor para mí es todo lo contrario. Como aquel que se avergüenza de mostrar el alma y se ríe —tímidamente— de sí mismo cuando habla. Esto ha sido Charlie Kaufman desde 'Human nature' hasta '¡Olvídate de mí!', con la que obtuvo el Óscar a mejor guión original. Y de ahí a la aristotélica aspiración de cerrar el círculo: dirigir su propio guión.

'Synecdoche, New York' es el resultado de ese deseo. En ella, Philip Seymour Hoffman interpreta hábilmente a Caden Cotard, un hombre perdido inmerso en la búsqueda incansable de la verdad. De la obra fundamental del ser humano: su vida. La película desarrolla, como viene siendo habitual en Kaufman, la dificultad del proceso creativo en conjugación con la vida, como si tuviéramos que elegir entre ambas. Nueva York es, a veces, una excusa donde flotan amor, incertidumbre, ficción y verdad. Y otras perlas: la vida misma descuartizada. Todo se complica hacia la parte final cuando el protagonista decide que su vida y su obra sean una. Personalísima, repleta de símbolos y de difícil visión, 'Synecdoche, New York' es la historia del hombre obsesionado por esclarecer y discernir la verdad universal entre las verdades individuales. Y encontrar así la única que se muestra cierta: todo acaba sin respuesta alguna. A todos los que buscan les sobrecogerá la muerte sin haber logrado gran cosa.

La película busca distribuidora en nuestro país. Así que, sin fecha determinada de estreno, esperemos que la última obra de Kaufman no cuente su propia historia y muera en el intento. De cualquier manera yo sigo preguntándome: "Cómo ser Charlie Kaufman".

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