Casas de bajo coste (y ecológicas) para los 'guetos' sudafricanos

CIUDAD DEL CABO (SUDÁFRICA).-  Si algo hay en los Cape Flats, la enorme planicie en la periferia de Ciudad del Cabo donde los diseñadores del 'apartheid' expulsaron a las poblaciones negras y de raza mixta de la ciudad (reservada a blancos), es arena. No en vano Ciudad del Cabo se asienta en una península, rodeada por mar, que tiende a formar, eso, arena, en la que ahora se acumulan miles de barracas y chozas de condiciones indignas.

El nuevo Gobierno democrático prometió en 1994 casas para todos, pero el flujo migratorio del campo a la ciudad acaba siempre superando el ritmo de construcción del Ministerio de la Vivienda: sería necesaria la cifra imposible de 350.000 unidades al año. De ahí que la propuesta del arquitecto Luyanda Mpahlwa, de la firma local MMA architects, haya recibido tanta atención: casas sin necesidad de ladrillos o escaso cemento, sin apenas agua (y sin necesidad de transporte, por lo tanto, de materiales) y con el uso de un producto del que los pobres tienen de sobra, como es la arena, que, una vez en sacos y apilada, forma paredes. Ecotermales, previenen del calor y del frío, insonorizan, son resistentes a vientos y lluvia y pueden ser construidas por la comunidad sin conocimientos técnicos en una semana.

La iniciativa del arquitecto surgió a propuesta de Design Indaba, una feria de diseño anual cada vez más popular que emparejó a arquitectos con diseñadores internacionales para la creación de casas a bajo coste. Mpahlwa decidió recurrir a la idea de la empresa Ecobuild, propulsora del método de construcción con sacos de arena y vigas de madera. "Vimos que tenía potencial y decidimos probarlo", dice Mpahlwa, que recuerda que se les planteaba un reto, dado que, para optimizar el espacio, la casa diseñada por MMA tiene dos plantas. Y eso es importante, porque el espacio en los guetos es un lujo inexistente, donde los bomberos encuentran difícil acceso porque las chabolas se amontonan sin dejar espacio para calles por donde entrar.

En este sentido, las casas de arena también son una ventaja, no arden como las chabolas de tablones de madera y cartón y también son antibalas, algo no baladí en la violenta Suráfrica. Así se tuvieron que resignar al uso de cemento para soporte de la segunda planta y de los techos. Pero sólo eso. "Buscábamos una solución también ecológica, que nos librara del tradicional ladrillo y cemento, costoso y contaminante", argumenta el arquitecto sudafricano, que apunta que el diseño posibilita la creación de espacios para un pequeño jardín y área exterior.

La arena, muy pesada, hace que la casa apenas requiera de fundaciones. La estructura de vigas de madera (por donde también discurren los cables de electricidad y cañerías) se construye en un plis-plás y la comunidad participa en el relleno de las bolsas, que se transportan en el maletero de un coche (cuando en una casa normal requeriría el uso de camiones para llevar ladrillos), en apilarlas en las estructuras de madera y compactar la arena. "La participación de la comunidad es importante, introducimos sentimientos de propiedad, autosuficiencia y orgullo", dice Mpahlwa. Aunque en un principio el presupuesto con el que contaban era de 50.000 rands (unos 3.900 euros), la construcción de la casa se fue a los 70.000 (5.500 euros), "que fue aceptado teniendo en cuenta que construíamos una casa piloto y que los costes hubieran resultado mucho más reducidos si se aplicara el proceso a gran escala". El diseño en dos plantas permitió asimismo aumentar el espacio: de 40 metros cuadrados, los habituales para las viviendas del gobierno, a 54 metros cuadrados, 27 en cada planta. La casa fue bautizada como 'Jonker House', por la familia de ocho miembros que iba a ocuparla. "Sólo tiene dos habitaciones y por lo tanto no es ideal para la familia, pero hemos dejado las bases para que se pueda ampliar", explica el arquitecto, que razona que el espacio designado como terraza puede ser fácilmente cubierto para añadir una habitación más.

Ya se han construido diez unidades en el barrio de Freedom Park y ha despertado el interés del comité parlamentario de vivienda, que estudia soluciones para el terrible problema del chabolismo en las ciudades, "que hasta ahora se ha dejado en manos de constructores, no de planificadores urbanos. Este proyecto nos ha dado la oportunidad para investigar, simplificar, buscar soluciones diferentes del ladrillo". La iniciativa, además, recibió el premio Curry Stone Design de la Universidad de Kentucky (de 62.000 euros), que la firma MMA se ha comprometido a utilizar para seguir investigando en materiales alternativos (lo están haciendo en adobe) y enviar a estudiantes pobres a la universidad. Algo que Mpahlwa, de 50 años, tuvo difícil en la Sudáfrica del Apartheid: tuvo que pedir permiso especial para poder ingresar en la facultad de Arquitectura, reservada sólo para blancos. Su carrera fue truncada en 1981 al ser detenido como colaborador del entonces clandestino Congreso Nacional Africano (ANC) y enviado a la prisión en Robben Island (desgraciadamente famosa por albergar a su preso más conocido, el líder del ANC, Nelson Mandela).

Gracias a Amnistía Internacional, Mpahlwa pudo llegar en 1986 a Alemania y acabar allí su carrera. MMA nació en 1999, cinco años después de que el país iniciara su transición pacífica a la democracia y entre sus proyectos destacan la embajada sudafricana en Berlín, "el primer trabajo encargado por el Gobierno a una firma de arquitectos negros, todo un reto porque no teníamos precedentes", o en Addis Abeba o, entre otras, la ampliación del aeropuerto de Ciudad del Cabo. Esta es su primera incursión en buscar soluciones al problema de la vivienda en Suráfrica. Esperan que no sea la única.