"Hola me llamo Eduardo Blanco. Quizá mi nombre se les parezca al del vecino del cuarto pero me conocerán de otras películas como 'El mismo amor, la misma lluvia', 'El hijo de la novia' o 'Luna de Avellaneda'", podría ser su parlamento inicial. Sin embargo empieza con un escueto "Hola, buenos días" plagado de acento porteño.
El motivo de su visita a España es la presentación de 'Naranjo en flor', thriller del español Antonio González-Vigil, que llegará a España a mediados de abril. Coproducción hispano-argentina gestada gracias a la "barrera difusa" existente entre ambos países. Si es difusa es en gran parte por culpa del tándem que justo hace diez años formaron por primera vez Ricardo Darín, Juan José Campanella y él. Ésa es la fecha de la que data su primera colaboración, 'El mismo amor, la misma lluvia', que consiguió estrenarse con éxito en España después del boom mundial de 'El hijo de la novia' (2002).
"La integración está muy bien. Tengo una preocupacion especial porque haya politicas que ayuden a las coproducciones en habla española porque me parecen fundamentales para que no nos tengamos que volver a alertar algún dia porque nuevamente intenten sacar la letra 'ñ' del ordenador. Me indigna cuando viajo en una aerolínea extranjera y que, siendo 600 millones de hispanohablantes en el mundo, en el avion no den las instrucciones en castellano. Eso es porque no hay políticas estructuradas para defender nuestra cultura. El cine es un instrumento maravilloso para poder contar como somos", habla y habla este argentino que hace de ligón feo y duro en su último trabajo. Un dandy extraño, casi un Bogart.
Le arrastro al tema de su trinomio de nuevo, que es lo que interesa. ¿Cómo están las cosas? ¿Qué proyectos hay? ¿Ahora que se ha desembarazado de Darín le empiezan a salir los protagonistas a este eterno Sancho Panza? "Darín es una persona muy desagradable y cuando puede ponerme una zancadilla, me la pone", bromea. Los que pudiéramos pensar que Blanco era el de relleno del grupo estábamos totalmente equivocados: "Fernando Castets (guionista de la trilogía), Campanella y yo somos amigos de toda la vida. De jóvenes, cuando ellos estudiaban cine y yo teatro, hicimos un largo en Super8 durante los fines de semana y fiestas de 14 meses. Después Campanella se fue nueve años a Estados Unidos y retomamos nuestra sociedad con 'El mismo amor, la misma lluvia', a la que se sumó Darín".
Pasaron tres años y 'El hijo de la novia' les hizo célebres. Ese éxito combinado con el de 'Nueve reinas' el año anterior y con el de las posteriores 'Kamchatka' (2002) y 'Luna de Avellaneda' (2004) hicieron de Darín 'uno de los nuestros'. No le pasó exactamente lo mismo a Blanco, que desde siempre ha sido considerado como el amigo simpático. Le da envidia —se le nota en la mirada y en el tono de voz— haberse quedado fuera de 'El secreto de sus ojos' —el nuevo melodrama de Campanella y Darín— pero relativiza y barre para casa: "Después de las que hicimos juntos yo protagonicé en solitario 'Conversaciones con mamá' y 'Un minuto de silencio', y después vino la serie 'Vientos de agua', que fue un proyecto que generamos Campanella, yo y dos personas más".
Haga dinero o no y buenas o malas críticas con su última cinta, lo que no se le puede negar a Blanco es que desde que rodara 'El mismo amor la misma lluvia' hace diez años, Argentina y España son hermanas cinematográficas con gran presencia de su cine en nuestras carteleras y viceversa. Poco antes Federico Luppi y Héctor Alterio repartían sus participaciones a uno y otro lado del charco y Saura bailaba 'Tango', pero no fue hasta el trinomio mágico y su casi Óscar del 2002 (por 'El hijo de la novia') que no vino el desembarco de los Burman, Piñeyro o Taratuto. Un casi Óscar que todavía duele: "Salimos de Argentina pensando que nos lo iban a dar, que estaba entre nosotros y 'Amélie', pero allí nos enteramos de que la francesa no estaba funcionando —a pesar de sus cinco nominaciones— y que estaba entre 'En tierra de nadie' y la nuestra, como resultó al final". Y tuerce una sonrisa. Aún así, aquel 'casi pero no' unió a dos países. Más que suficiente.
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