Washington.- Su probada valía y el respaldo férreo del presidente de EE.UU., Barack Obama, no han conseguido sacar de la cuerda floja al secretario del Tesoro, Timothy Geithner, cuya suerte parece estar fatalmente ligada al rescate del sistema bancario.
Geithner ha sido duramente criticado en los últimos días por su tardanza en presentar un plan de rescate y por su desconocimiento de las bonificaciones millonarias de la aseguradora AIG.
El propio Barak Obama tuvo que salir de nuevo ayer a la palestra para, en una entrevista emitida por CBS, asegurar que no aceptaría la dimisión de Geithner, en el caso de que se la llegase a presentar.
Menos de 24 horas después, el secretario del Tesoro dio hoy su golpe de mano más fuerte al poner sobre la mesa un plan multimillonario para rescatar a la banca de la basura generada por la burbuja inmobiliaria.
Geithner, acostumbrado a lidiar con los entresijos de Wall Street, se lo ha jugado todo a una sola carta, bajo la creencia de que los bancos volverán a prestar dinero si se les permite liberarse de los activos inmobiliarios que intoxican sus cuentas.
Desde que comenzó la crisis, los bancos han frenado la concesión de financiación porque, con unas cuentas tan contaminadas, no tienen la solvencia suficiente para acudir a los mercados a captar recursos que después puedan prestar.
Pero la idea de Geithner no tiene el éxito asegurado. De hecho, muchos piensan que es una apuesta muy arriesgada y que hay muchas probabilidades de que fracase.
Entre las voces más autorizadas en contra del plan se encuentra el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, quien hoy destacó desde The New York Times que la medida "es más que decepcionante. Es desesperanzadora".
En un artículo de opinión, Krugman carga contra el plan que, desde su punto de vista, está abocado al fracaso, y dejará al Gobierno de Barack Obama sin capacidad de pedir más dinero al Congreso para salvar al sistema bancario.
Para el experto, la única tabla de salvación de la banca es que el Gobierno asuma la gestión de las entidades con problemas, despida a los gestores y se deshaga de los activos "basura".
Esta idea de nacionalizar la banca, que ya sido apoyada por otras personalidades como el ex secretario del Tesoro con Ronald Reagan, James Baker, es similar a la nacionalización bancaria que acometió Suecia a mediados de los 90, o lo que hizo el propio Reagan tras la crisis de las cajas de ahorros.
"Si se hizo entonces, ¿por qué no se puede hacer ahora?", se pregunta el Nobel.
Una opinión más moderada tiene Robert E. Litan, uno de los principales expertos financieros del centro de estudios Brookings, en Washington, y quien formó parte del Consejo de Asesores Económicos del presidente Jimmy Carter.
Para Litan, "retirar los activos nocivos (del balance de los bancos) es necesario, pero no será suficiente para restaurar el crédito".
En declaraciones a Efe, aclaró que los bancos volverán a cumplir los requerimientos de solvencia para volver a captar recursos en los mercados, pero eso no significa que vuelvan a dar créditos.
"Los bancos solo estarán dispuestos a volver a conceder préstamos cuando mejore el entorno económico. Y el plan ayudará modestamente en este aspecto", dijo.
Tanto el secretario del Tesoro como el propio Barack Obama han reconocido que el plan tiene "riesgos". Pero para muchos observadores no solo está en juego el futuro de la banca, sino también la carrera política de Geithner.
Durante semanas, el joven funcionario, de 47 años, ha sufrido duros embates de la opinión pública. Por un lado, se le ha criticado por no haber frenado los abusos en el plan de rescate aprobado por el Gobierno de George W. Bush, y del que Geithner fue uno de los ideólogos, como presidente de la Reserva Federal de Nueva York.
El republicano de más alto rango en el Comité Bancario del Senado, Richard Shelby, aseguró ayer que su confianza en Geithner había menguado tras el escándalo de AIG, y auguró que "si las cosas siguen por este rumbo, no durará mucho en su puesto".
Por otro lado, se le ha criticado la tardanza en presentar el plan, que debería estar en marcha desde que Obama tomó posesión, en enero pasado.
Las críticas se agravaron el pasado 10 de febrero, cuando Geithner convocó a la prensa para, según parecía, dar los detalles del plan. Sin embargo, se mostró evasivo y poco centrado, lo que provocó un derrumbe de las bolsas.
Pero si el futuro político de Geithner dependiera de las cotizaciones de Wall Street, hoy se presentaría brillante, dado que el Dow Jones acogió el nuevo plan con una subida de casi el 6 por ciento.
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