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Un millar de vecinos despiden en Moral de Calatrava al joyero asesinado

EFE
Actualizado 19-03-2009 20:54 CET

Moral de Calatrava (Ciudad Real).-  En torno a un millar de vecinos han dado hoy el último adiós al joyero de Moral de Calatrava (Ciudad Real) Eduardo Gómez cuyos restos se encontraron en el maletero de su coche, calcinado por el fuego, el pasado 8 de marzo en la localidad toledana de Villafranca de los Caballeros.

El funeral se ha celebrado esta tarde en la iglesia de San Andrés Apóstol, en Moral de Calatrava, oficiado por el párroco, Rafael Melgar.

En la homilía ha dicho que "la muerte no tiene la última palabra sobre el destino del hombre porque no es el final de nuestra propia existencia" y ha agregado que "quien cree, nunca está solo, ni en la vida ni en la muerte".

El coche fúnebre que transportaba el féretro con los restos mortales del joyero asesinado y seis coronas llegó a la puerta del templo moraleño minutos antes de iniciarse el funeral.

Otro coche a su lado portaba otras siete coronas con las que familiares y amigos quisieron despedir al finado, que ha sido inhumado en el cementerio de su municipio natal.

Al sepelio asistieron concejales de la corporación municipal moraleña, encabezada por su alcalde, José María Molina, que quisieron apoyar con su presencia a la viuda y a las dos hijas del joyero.

Moral de Calatrava tiene una población de 6.100 habitantes.

Tanto el alcalde como los que conocían a Eduardo Gómez han calificado este día como "uno de los más tristes", no sólo por su despedida, sino por "el macabro asesinato con el que le han quitado la vida" y del que sobre su autoría y circunstancias todavía no ha trascendido nada, ya que se encuentra bajo secreto de sumario por un juzgado de Orgaz (Toledo).

Asimismo han insistido en el carácter familiar, amistoso e inquieto de Eduardo Gómez, que tenía gran interés por el deporte.

Según ha explicado a Efe el alcalde de Moral de Calatrava, el joyero participó durante años en el club deportivo local y ahora patrocinaba el de fútbol sala.

Mañana, viernes, finalizará el tercer día de luto oficial decretado por el Ayuntamiento.

En la fachada de la casa consistorial ondean las banderas a media asta y cuelga un crespón negro.

Eduardo Gómez Castro, de 40 años, casado y con dos hijas de 12 y 7 años, tenía una joyería en Moral de Calatrava, así como clientes a los que visitaba con muestras de sus productos.

Aquel fin de semana fue a visitar a varios clientes del pueblo toledano de Villafranca de los Caballeros y la tercera persona a quien iba a ver, Bernardina, avisó a su esposa de que le estaba esperando y no llegaba, momento a partir del cual la familia puso una denuncia por desaparición y la Guardia Civil empezó la búsqueda.

El cadáver del joyero se encontró al día siguiente en el maletero de su coche, un Mercedes, que estaba calcinado, entre el camino de las Peñas y el de los Moledores, a las afueras de Villafranca, municipio en el límite provincial con Ciudad Real.

Estaba carbonizado y la identificación tuvo que hacerse por medio de muestras de ADN.

Juan José, hermano de Eduardo Gómez, dijo a Efe que en quince años de profesión como joyero nunca había sufrido ningún asalto o robo y que, dado que había desaparecido la mercancía que portaba, ése parecía haber sido el móvil del crimen.

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