A ciertas edades, los institutos se convierten en un hervidero de hormonas y eso acaba repercutiendo para mal en las notas de los chavales —sobre todo de ellas—. Esa es la idea que trasciende de un estudio británico que hoy difundía The Guardian y que defiende que las alumnas que estudian en colegios solo para chicas obtienen mejores notas que las que lo hacen en colegios mixtos. Pero ¿tiene alguna contrapartida social la educación discriminada por sexos? ¿Cómo de caras le salen a los alumnos esas décimas de más en la nota final?
En España hay más de 65.000 estudiantes que acuden a clases solo para chicos o para chicas. Y subiendo. Porque, después de que la enseñanza diferenciada por sexos se viera muy reducida tras la Transición, la demanda de un sistema educativo que separe a los estudiantes por género toma aire, como ha ocurrido en otros países europeos y en Estados Unidos. Y con ello se reactiva el debate sobre si este sistema puede tener efectos negativos a pesar de que consiga mejorar las calificaciones de los alumnos.
"Es un error pensar que cuando hablamos de educación nos referimos solo a las notas. Ese no tiene que ser el único objetivo sino también otros aspectos como la integración social, el respeto por el sexo contrario o el aprendizaje. No se puede reducir el objetivo de la educación a las calificaciones", cuenta Juan Carlos Torre, profesor de psicología infantil de la Universidad de Comillas.
Las consecuencias que tiene estudiar en un colegio 'single-sex' sobre los adolescentes son muy variables. Como en la mayoría de las cosas, dependen del estudio que se tome como referencia. "No se puede afirmar que tenga efectos negativos sobre los alumnos pero sí que puedan agrandar algunos problemas a la hora de relacionarse. Por ejemplo, si una chica es tímida, ir a una clase en la que solo está rodeada de otras chicas puede hacer que se vuelva mucho más recatada. Todo va a depender de la personalidad de base de cada individuo, que puede verse acentuada", explica la psicopedagoga y profesora de la UNED, María Jesús Herrero.
Y esa idea de que la enseñanza separada por sexos explota la personalidad de los alumnos la tienen más que asumida en este tipo de centros. De hecho, se convierte en uno de los principales motivos para defenderlo. "Lo que buscamos es que los jóvenes reafirmen su personalidad, que las chicas puedan sentirse más seguras sin tener que compararse con los chicos y que su rendimiento académico no baje porque estén en la edad de intentar llamar la atención", defiende José María Barnils, presidente en España de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE, en sus siglas en inglés). Ellos acaban de abrir oficina en Barcelona, donde han protestado porque el proyecto de Ley de Educación de Cataluña quiere acabar con las clases solo de chicos y chicas. En España, todos los colegios públicos son mixtos y la mayor parte de los 150 centros segregados que existen son concertados.
"No estamos en contra de crear un 'micromundo' artificioso en el que estudien los chavales. De hecho, no creemos que el colegio tenga que ser una representación del mundo real sino algo especial para que puedan desarrollarse perfectamente", defienden desde EASSE. Pero esa bipolaridad entre el ambiente académico y el mundo real puede tener efectos negativos para los chicos, como advierten algunos expertos. "La sociedad no está dividida. En la universidad y en los trabajos se van a encontrar con una sociedad mixta en la que van a tener que interactuar con el otro sexo y, si estudian de manera separada, puede ser que la relación no sea tan natural ni equilibrada porque se viene de una situación artificial", explica María Jesús Herrero. Como respuesta, los partidarios de la educación por sexos defienden que "los chicos tienen otras maneras de relacionarse con personas del otro sexo, ya sea con familiares, vecinos o amigos que vienen de otros ámbitos que no es la escuela".
"No existe una conclusión generalizable sobre que sea mejor separar a chicos y chicas, al igual que tampoco se puede demostrar que tenga que ser obligatoriamente malo —matiza Juan Carlos Torre—. Lo que sí es verdad es que se aleja de la tendencia del resto de la sociedad. Por ejemplo, Bolonia intenta transmitir a los alumnos destrezas que acerquen las labores que van a tener que desarrollar luego en su puesto de trabajo. Pues esto sería parecido: en la escuela no solo se transmiten conocimientos sino también herramientas para comunicarse, convivir, respetar al diferente... que luego sirven para afrontar el día a día, y la mejor manera de aprenderlo es practicándolo".
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