Valencia.- Vigilar la tensión arterial, controlar el peso mediante una dieta sana y equilibrada y no automedicarse son algunas de las recomendaciones realizadas por la Asociación para la lucha contra las enfermedades del riñón (Alcer) para prevenir la insuficiencia renal.
Alcer-Turia, asociación de enfermos fundada en 1975 en Valencia con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los afectados pro esta dolencia, ha hecho estos consejos con motivo de la celebración, hoy, del Día Mundial del Riñón.
Según esta entidad, en España más de 45.000 personas padecen insuficiencia renal crónica y algo más de dos millones de personas desconocen tener una enfermedad renal, dolencia para la que no existe un tratamiento específico.
Algunos de los síntomas de insuficiencia renal son la hipertensión, el hinchazón de párpados, pies o manos, la necesidad de orinar, especialmente por la noche y con un color pardo y rojizo, y el escozor o la dificultad para orinar.
Las principales causas de la insuficiencia renal son la diabetes y la hipertensión arterial, y otros procesos como las nefropatías quísticas, hereditarias, infecciosas y autoinmunes son menos frecuentes.
Alcer recomienda una buena alimentación, en la que la base sean los cereales, patatas y legumbres, beber entre uno y dos litros de agua diarios, e incrementar la ingesta de frutas, verduras y hortalizas y disminuir la de grasa de origen animal, azúcares simples o refinados y sal.
Los riñones son los órganos por excelencia del aparato excretor y su misión es la de estabilizar el volumen y las características físico-químicas del líquido extra e intracelular mediante la formación de la orina.
Elimina los productos metabólicos de desecho o productos tóxicos que puedan haber penetrado en el organismo y también tiene funciones endocrina y hormonal.
Los síntomas de insuficiencia renal crónica son casi "inexistentes" en las primeras fases de la enfermedad, aunque cuando al función renal disminuye por debajo del 50 por ciento suele aumentar el número de micciones nocturnas, aparecen picores, pérdida de apetito y peso, cansancio, anemia, náuseas y vómitos.
En las últimas fases de la enfermedad disminuye la diuresis y aparecen enemas e insuficiencia cardiaca.
Según Alcer, cuando las función renal cae por debajo del diez pro ciento se denomina insuficiencia renal terminal y se precisa de un tratamiento que sustituya la función de los riñones, como la hemodiálisis, la diálisis peritoneal y, cuando es posible, el trasplante renal.
Para retrasar la progresión de la enfermedad es preciso evitar factores de riesgo cardiovascular, llevar un control estricto de las cifras de glucemia en los pacientes diabéticos, controlar la presión arterial, desarrollar una dieta apropiada y hacer un manejo selectivo de fármacos que pueden dañar el riñón, como antiinflamatorios, hipotensores o diuréticos.
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