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La ciencia defiende a internet

  • La matanza de Winnenden vuelve a señalar a Internet como factor de aislamiento social
  • Un estudio defiende que los beneficios psicológicos de la Red superan los negativos
Por EUGENIA ANGULO* (SOITU.ES)
Actualizado 12-03-2009 17:58 CET

En los primeros años 90, la Red parecía un lugar oscuro. Los estudios científicos del momento hablaban de la existencia de peligros muy reales para los jóvenes, peligros que incluían la reducción de las relaciones amistosas cercanas y complicaciones en las familiares, que se volvían débiles e inestables. La opinión generalmente aceptada era que los adolescentes estaban reemplazando sus relaciones sólidas y reales de siempre por unas nuevas y superficiales ciberrelaciones, generalmente con desconocidos. De hecho, ésta es la imagen que una parte importante de la población mantiene a día de hoy cuando se habla de la socialización por internet, quizás como consecuencia de los sucesos recientemente ocurridos en España o la última matanza en Winnenden (Alemania).

En la actualidad, la comunidad científica está comenzando a revisar estas tempranas aseveraciones e, incluso, algunos investigadores comienzan a creer que los beneficios psicológicos de la comunicación virtual superarán ya a sus efectos negativos. En el siglo XXI, internet ha cambiado su imagen. En este sentido apunta un estudio recientemente publicado en la revista Current Directions in Psychological Science (editada por la Asociación Americana de Ciencias Psicológicas) por científicos de la Universidad de Amsterdam. En él, sus autores, los psicólogos Patti Valkenburg y Jochen Peter, explican las conclusiones a las que han llegado tras más de una década de investigación en el área. En esencia, estos científicos creen que dos importantes cambios históricos son los responsables de la transformación de las creencias alrededor de los efectos psicológicos de la red sobre las jóvenes mentes.

Las redes crecen

En primer lugar, el elevado número de adolescentes que ahora usa internet ha sido, según los investigadores, el causante de la transformación de esta herramienta tecnológica, recién nacida en los 90, en una verdadera red social. Por aquellas fechas, sólo uno de cada diez adolescentes tenía acceso a la red, lo que implica que realmente debían escoger entre relaciones on-line o físicas. Puesto que las posibilidades eran pocas, las dificultades a la hora de mantener con vida las relaciones mientras se exploraba el ciberespacio eran muchas, afirman. Sin embargo, en la actualidad este panorama ha cambiado por completo y la gran mayoría de los adolescentes de los países occidentales dispone de conexión a internet desde sus casas, y, según han constatado los investigadores, la mayoría utiliza esta red para mantener relaciones ya existentes, no para buscar otras nuevas.

En segundo, estas nuevas herramientas de comunicación han ido un paso más allá y ya no sólo mantienen, sino que también fomentan y mejoran estas relaciones previas a la navegación virtual. En los 90, los pocos adolescentes que se sumergían en la red invertían la casi totalidad del tiempo que permanecían conectados buscando en chats a desconocidos con intereses, hobbies o caracteres afines a los suyos. La aparición de los mensajes instantáneos, a través de e-mail o sms, y de las redes sociales como Facebook o Tuenti han cambiado el panorama. Según constataron los psicólogos, ocho de cada diez adolescentes usan en la actualidad estas herramientas para contactar con los mismos amigos con los que cada día comparten las horas en el colegio o el barrio.

Efectos positivos

Tanto este estudio como otros similares documentan efectos positivos derivados de los cambios tecnológicos que han ocurrido en los últimos años, pero ¿qué está pasando en las mentes de los adolescentes para que hayan experimentado, y sigan haciéndolo, esta sensación de complicidad en la red tan rápidamente? Valkenburg y Peter consideran que la razón a esta apertura se debe a que el internet del siglo XXI anima a tratar y hablar con honestidad de asuntos personales como los sentimientos, las preocupaciones o los miedos, temas en ocasiones conflictivos o tabúes durante la etapa de adolescencia.

Como la comunicación virtual presenta menos señales de carácter social, sus usuarios no están tan preocupados con la imagen que proyectan, con cómo son vistos por los otros, lo que directamente disminuye su inhibición y promueve conversaciones personales que conducen a un aumento en la calidad de la amistad. Por otro lado, los investigadores están convencidos de que, contraria a la comunión virtual, la navegación solitaria sigue careciendo de efectos positivos y el chateo con desconocidos, aunque cada vez menos frecuente, persiste como un riesgo psicológico real. En definitiva, los jóvenes se sienten inusualmente dispuestos a la charla íntima bajo el amparo de la intimidad que da la red. Y así, la red crece.

(*) Eugenia Angulo es periodista especializada y trabaja en la empresa de divulgación científica DIVULGA.

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