Madrid.- Eva Yerbabuena no quiere ni oír, ni ver, sólo sentir cómo le cala los huesos un aguacero de melancolía, por eso su último espectáculo se llama "Lluvia", un tiento al desamor y un repaso a los sentidos nacido de sus "clases" con niños ciegos en el que baila para quienes no pueden mirarla o escuchar sus tacones.
"El silencio hace daño cuando es puro", es el primer verso del poema de Horacio García "Palabras rotas", el hilo del que Eva tira para tejer los trémolos, milongas, alegrías, murcianas, levanticas, milongas, soleás, frecuencias, tarantas y tanguillos de este montaje, con el que abrió el Festival de Jerez y ahora debuta en el Teatro Español, donde estará hasta el 15 de marzo.
"Me cuesta la misma vida explicar lo que hago. Me voy conociendo a través de lo que me dicen los desconocidos. No he tratado de unir nada, sólo sé que está repleta de melancolía", ha dicho hoy Yerbabuena (Frankfurt, 1970) sobre su coreografía, en la que explora, con música de Paco Jarana, sobre la incomunicación física y la mental.
En su vida "llueve" desde hace mucho tiempo, son "muchas" las pérdidas y "mucho" también el desconsuelo que le produce, que a veces "ha tenido que callar y no lo ha hecho", de ahí este espectáculo "especial y diferente" que "rompe totalmente" con los que ha hecho durante los últimos diez años.
Es un "homenaje" a la melancolía, al desamor, la incomunicación, la insensibilidad, en el que cuatro "espléndidos" cantantes -Enrique Soto, Pepe de Pura, Jeromo Segura y José Valencia- y un "maravilloso" cuerpo de baile dan cuerpo a esos sentimientos.
Para llevar adelante el proyecto ha contado con la colaboración de la ONCE, que le ha permitido asistir a clases con escolares invidentes para conocer cómo perciben el mundo y que la recibieron, recuerda la coreógrafa riéndose, cantándole la canción "Eva María se fue..." y siguiendo cada murmullo de su traje de faralaes.
De su trabajo con ellos la han sorprendido tres cosas: que quien ha nacido ciego no se explica cómo por un ojo, "un agujero tan pequeñito", pueden verse cosas tan grandes; que no sonríen de la misma forma que quienes ven; y que "todos tenemos la facultad del llanto".
También ha aprendido el lenguaje de signos para traspasar las barreras de la comunicación con los no oyentes. Pero, después de todo, se ha dado cuenta de que "tanto unos como otros miran y escuchan, y de que la soledad se la crea uno mismo, no esos sentidos".
Ahora mismo le preocupa y le interesa lo que sigue al amor: el desamor, y está empeñada en vivir "segundo a segundo", porque nadie sabe "qué va a pasar mañana".
"Sólo quiero vivir el presente, no hacer ningún plan para el futuro. No es momento éste para alegrías", precisa.
Eva Yerbabuena ha estado los dos últimos años de gira internacional y en su vuelta a Madrid "sólo" estará diez días.
"No me gusta quejarme y sólo voy a decir que, por fin, me toca trabajar aquí. Poco a poco estamos trabajando más en España. Claro que me gustaría estar más días aquí, pero estoy, y eso es bastante", remata.
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