Primero, cabe aclarar que los Tipos Infames no leemos todo lo que cae en nuestras manos. No podríamos. Pero el caso es que tampoco queremos: un buen lector no sólo se distingue por los libros que lee, sino también, y sobre todo, por aquellos que deja de lado. El caso es que, sin saber muy bien los motivos, la semana pasada leímos los informes sobre la lectura en España preparados y publicados por la Federación de Gremios de Editores en España. Pero que nadie se asuste y se lleve la mano al corazón en gesto de aflicción o pena al pensar que su (tediosa) lectura será nuestra recomendación de hoy: sólo haremos un resumen.
Este 'barómetro' sobre los hábitos de lectura y compra de libros de los 16.000 individuos a los que se preguntó, dice que leemos 50 minutos al día y una media de 8’7 libros al año. Pero como toda buena novela de terror, al final del informe encontramos una puerta chirriante con un dato escalofriante en su interior: los libros más leídos en el tercer trimestre del año pasado en España fueron 'Los pilares de la tierra' de Ken Follet y 'La catedral del mar' de Ildefonso Falcones. Les siguen 'Un mundo sin fin', 'La sombra del viento', 'El niño del pijama de rayas'... y yo ya no me siento capaz de seguir. Quien tenga algo más de interés sociológico (no literario) puede descargarse el informe al que nos referimos aquí.
Con el bajón producido por el conocimiento de estos datos y sin poder apartar de nosotros la imagen de un Ken Follet enajenado corriendo por la nave central de alguna catedral gótica, decidimos por mayoría absoluta (2 votos a favor y 1 abstención) ahogar nuestras penas y disgustos en un buen libro. Fue entonces cuando nos animamos a probar uno de los juguetes descubiertos en internet: una herramienta llamada gnooks, cuya intención es la de recomendar autores desconocidos a los lectores mediante la combinación de otros autores ya leídos. Su funcionamiento es muy sencillo y ya se había inventado, se trata de un librero pero en la red: uno teclea los nombres de tres de sus autores favoritos y enseguida el sistema le recomienda un cuarto. Nos pasamos gran parte de la tarde jugando con este cacharro, divirtiéndonos y sin darnos cuenta de que el tiempo seguía pasando. A veces resulta obvio (¿es necesario recomendar a Thomas Mann?), otras tantas absolutamente desconocido, lo que es de agradecer, pero en muchos casos la 'máquina' desconoce los nombres de los escritores en español y termina recomendando a Javier Marías o a Pérez Reverte. Cuando este último apareció por la combinación de Bohumil Hrabal, Boris Vian y Roberto Bolaño, decidimos que necesitábamos un librero, pero de verdad, y nos fuimos a buscar uno.
Llegamos a la librería en cuestión y decidimos probar con esos mismos novelistas: Hrabal, Vian y Bolaño. Le aclaramos a la librera (muy guapa, por cierto) que no queríamos nada que fuera exactamente igual, ningún fiel y aburrido continuador de la obra de otro, sino que esos tres autores (aunque podían haber sido otros) nos gustaban y queríamos algo nuevo. Paseando por la librería descubrimos dos libros de los autores citados y nos hicimos con ellos: 'Escritos pornográficos' de Boris Vian, editado por Rey Lear a finales del año pasado (del que si podemos hablaremos en otra ocasión), y un libro de cuentos de Hrabal cuyo título llamó enseguida nuestra atención, 'Anuncio una casa donde ya no quiero vivir'. Pero lo más importante fueron las dos estupendas recomendaciones que nos hizo y que hoy nos toca presentar a nosotros.
De un editor con gusto y de un librero que conoce lo que vende, esperamos la proposición indecente de un autor desconocido cuyo libro, una vez terminado, se convierta en imprescindible, un lugar al que desear volver.
Jean de la Ville de Mirmont, a pesar de haber escrito algún poemario, será recordado por esta novela, que ha sabido llegar hasta hoy, aunque de forma muy silenciosa, por la absoluta modernidad del personaje y a pesar de los avatares biográficos del autor. Logró publicar 'Los domingos de Jean Dézert' meses antes de alistarse en el ejército francés y de morir por el estallido de un obús al inicio de la Primera Guerra Mundial.
Inspirándose en su propia experiencia como funcionario, creó la entrañable figura del oficinista Jean Dézert. Un hombre anónimo en medio del ajetreo de la ciudad, encerrado por sus días de trabajo, que se dedica a esperar, paciente y resignado, a que se sucedan los acontecimientos a su alrededor. Espera, como nos pasa a todos, que llegue el domingo, su único día libre. "El domingo es la vida entera para Jean Dézert". Aprovecha entonces para dejarse llevar por los bulevares y para poder hacer aquello que le proponían los anuncios en octavillas. La monotonía de sus días se verá alterada cuando conozca a Elvira. "Pero ¡qué guía para mi aburrimiento, el balanceo de esas caderas de mujer!".
Jean Dézert merece un destacado lugar al lado de los imprescindibles y aburridos oficinistas de la historia de la literatura: el conocido escribiente Bartleby del cuento de Melville, de quien parece descender de forma directa, o Bernardo Soares, ayudante de tenedor de libros en la ciudad de Lisboa, semi-heterónimo de Pessoa y 'autor' del 'Libro del desasosiego'. Estos trabajadores de la monotonía, la repetición y los libros de cuentas parecen confirmar que la vida moderna está vacía y hay que saber encontrar la mejor forma de enfrentarse a ella: la de Jean Dézert es una de las muchas posibilidades.
Quienes hemos leído alguna novela de Robertson Davies esperamos con impaciencia la publicación de la siguiente novela que continúa la trilogía en cuestión. Por eso, aunque no compartamos del todo la pasión desatada por la serie 'Millenium' de Stieg Larsson, comprendemos la necesidad de sus seguidores.
El aspecto de este canadiense (1913-1995) cumple las principales características, barba blanca y poblada, traje elegante y algo pasado de moda, de mi estereotipo de mago ilusionista de la primera mitad del XX. Y no es baladí hablar en este caso de su apariencia, porque Robertson Davies tiene la capacidad al escribir de atraernos irremediablemente de principio a fin, tenernos como buen prestidigitador pendientes de sus virtudes mientras logra ocultar las 'trampas' de narrador.
De la Trilogía de Cornish, aún sin haber leído 'Ángeles rebeldes' (Libros del Asteroide, 2008), hemos empezado, siguiendo la recomendación de nuestra librera, por 'Lo que arraiga en el hueso', segunda parte de un todo más amplio, pero que puede leerse y disfrutarse también como una novela independiente. Todo el ingenio y encanto de Robertson Davies se dedican aquí a desentrañar los secretos de la vida y del alma de Francis Cornish, un rico mecenas y coleccionista de arte con poca buena fama. Las pasiones y las intrigas del mundo del arte también pueden dar para mucho.
Seguramente sea su mejor novela. De nuevo, como cuando le descubrimos leyendo 'El quinto en discordia', nos hemos vuelto a preguntar: ¿cuál es su secreto? ¿Qué tiene Robertson Davies para que sea imposible dejarle de leer?
Su arte de la ficción parece resumirla él mismo de la siguiente manera: "Un escritor de verdad desciende de los contadores de historias medievales que solían ir a la plaza de las ciudades, extender una alfombrilla en el suelo, sentarse sobre ella, golpear un cuenco y decir: 'Si me das una moneda de cobre, te daré un cuento de oro'. Si el narrador era bueno, reunía a un pequeño grupo de personas a quienes contaba una historia hasta que llegaba al punto más interesante; entonces, se detenía y pasaba de nuevo el cuenco. Así se ganaba la vida; si no conseguía retener a su público, debía dedicarse a otra cosa. Eso debe hacer un escritor".
* Alfonso Tordesillas, Gonzalo Queipo y Francisco Llorca forman el colectivo literario 'Tipos Infames'.
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