Washington.- La tasa de ahorro ha subido a su mayor nivel en 14 años en Estados Unidos, según informó hoy el departamento de Comercio, señal de un movimiento tectónico en la economía mundial, que durante años ha dependido del consumo irrefrenable de los estadounidenses.
La pérdida de valor de sus viviendas y el hundimiento de sus inversiones en bolsa y de sus planes de jubilación han causado un giro espectacular en el comportamiento de los consumidores estadounidenses, y sus consecuencias se sienten desde Taipei hasta Berlín.
En enero ahorraron un 5 por ciento de sus ingresos, el mayor porcentaje desde 1995, según informó hoy el departamento de Comercio. En comparación, en abril del año pasado no guardaron absolutamente nada.
Si se mantuviera el porcentaje del 5 por ciento como media del año, los estadounidenses dejarían de gastar 545.600 millones de dólares.
Los analistas consultados por Efe coinciden en predecir que la tasa de ahorro seguirá al alza y algunos creen que volverá al 9 por ciento de principios de los 80.
La contrapartida es una caída "gigantesca" del consumo, según Rebeca Grynspan, directora para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
A nivel internacional eso se traducirá en la primera reducción del comercio en más de 25 años en el 2009, con un retroceso del 2,1 por ciento, según el Banco Mundial.
Así, pese a no haber cometido los excesos inmobiliarios de España o Irlanda, la economía alemana se contraerá un 2,5 por ciento este año, más que ningún otro país grande europeo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), principalmente por su dependencia en la exportación.
Del mismo modo, se ha abierto una llaga descomunal en el flanco de los tigres asiáticos, la envida hasta ahora del mundo en desarrollo.
Parangón, como los teutones, de prudencia económica, esos países han sido los más beneficiados del deseo de los estadounidenses de acumular cosas, y están pagando por ello.
El Gobierno de Corea del Sur informó hoy de que sus exportaciones cayeron más de un 17 por ciento en febrero, tras una bajada récord de casi el 34 por ciento en enero.
Hong Kong, Taiwán y Singapur sufren la misma suerte, mientras que las ventas en el extranjero de Japón se contrajeron casi un 46 por ciento en enero, también un nivel inusitado.
En el pasado, Asia ha salido de la crisis tirada de la yunta de las exportaciones a los países ricos, pero esta perspectiva es improbable por ahora.
"El resto del mundo mira a las exportaciones como forma de crecer, lo que deja a Estados Unidos como el comprador de último recurso, pero desgraciadamente este comprador está en un mal trance ahora", dijo Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell.
Carlo Cottarelli, el director del departamento de asuntos fiscales del FMI, cree que "es necesario que los consumidores pongan en orden sus cuentas" en Estados Unidos.
Durante años vivieron por encima de sus posibilidades, gracias al crédito abundante, cuyo origen final era Asia, que estaba encantada de prestar a sus clientes.
Se endeudaron para comprar un automóvil más potente, o una vivienda más amplia, o hacer viajes al Caribe, confiados en unas ganancias bursátiles y unas plusvalías inmobiliarias "increíbles", según Barry Bosworth, un experto de la Institución Brookings.
La caída de esos valores ahora ha destruido 8 billones de dólares, de acuerdo con sus cálculos, y ha dejado a las familias más pobres y con urgencia en pagar sus deudas.
"No espero una vuelta a la mentalidad del gasto alocado (en Estados Unidos) a medio plazo. Otros países deberían pensar en adaptar su modelo de negocio", dijo Gary Hufbauer, un experto del Instituto de Economía Internacional.
Prasad opina que las economías basadas en la exportación "van a verse forzadas a pensar en re-equilibrar su crecimiento y generar demanda interna para salir de la crisis".
Eso es justo lo que están haciendo China y Alemania con paquetes de estímulo fiscal. Los gobiernos asiáticos en su conjunto han anunciado una expansión fiscal de casi 700.000 millones de dólares, comparable a la estadounidense.
Mientras, para Estados Unidos la mesura súbita de sus ciudadanos supone un dolor inmediato, pues implica una caída del consumo. Es beneficiosa a largo plazo, sin embargo, saneará por las malas unas cuentas que eran insostenibles.
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